A veces escucho a Gabriel Rufián Romero hablando en el Congreso de los Diputados. Es curiosa su dureza en las intervenciones, resulta un "Rara Ave" pues con sus solo 7 Diputados, habla mucho más y más potente que otros grupos con 120 Diputados. Los silencios también hablan. Siempre. Y se escuchan. Siempre.
Es curioso que este parlamentario diciendo sus verdades de forma clara y contundente, mucho más que ninguno otro, no pueda ser elegido en España. Solo en su territorio de actuación, lo que nos muestra otra vez, que lo de las circunscripciones democráticas tiene sus defectos.
Hoy le he escuchado hablando de los que se creen periodistas y son simples agitadores de la mierda. Buscadores de moscas y de mosquitos, que sean capaces de picar a los que no opinan como ellos.
Yo creo en la libertad de opinión. Pero no en la libertad de provocar. Creo en la igualdad de opciones a la hora de criticar y defenderse, pero con la profesionalidad correspondida. No sirve que en los deportes de la vida, unos puedan dar patadas y otros solo se puedan defender con su voz.