27.12.23

Escribir es un ejercicio curativo para la salud integral



Hoy he (re)descubierto que hubo un tiempo que escribía. Bueno, quiero decir que mi descubrimiento no es porque se me hubiera olvidado sino porque me he redescubierto a mí mismo. Que no es poco, encontrarte con una faceta ya casi totalmente olvidada.

He encontrado una novela mía, sin corregir claro, pues corregir es lo peor para cualquier escritor, en donde hablaba de un pueblo de Soria en donde a ciertos personajes les iban sucediendo cosas. Personajes negros y rudos que se convierten en fieras cuando están fuera de su diálogo con el lector.

Para los que gustan de leer libros de otros, les recomiendo que practiquen con su propia escritura, que no tengan miedo a crear vidas y situaciones. No es fácil, pero eso es lo bueno, que cada día todos vayamos aprendiendo un poco más en un oficio complicado en donde muchas veces eres incapaz de dominar las situaciones, de continuar y te debes dejar un poco, para que sean los propios personajes lo que continúen con las historias.

No es una locura de escritores consagrados, es una verdad que funciona. Los personajes muchas veces hablan entre ellos y se acomodan a las situaciones que como escritor vas creando, y eso hace que en momento de vacío mental, sean ellos los que te alumbren el camino.

Mis personajes son complejos, y tengo un problema dado mi aprendizaje de preescolar como escritor, debo conseguir que todos los personajes —siendo muy parecidos por sus lugares de vida— sean totalmente distintos, es como dirigir una orquesta en donde cada músico cumple un papel determinado.

Cada uno solo, no sería casi nada, pero en conjunto y con sus individualidades hacen una maravilla que al menos no aburra.

No aspires a nada que no sea disfrutar con tu escritura, por eso precisamente escribir es maravilloso. Guardo una pequeña galería de personajes esbozados de los que tiro cuando los necesito, y a los que doy vida según las necesidades. Son como mi almacén de vidas muertas, de seres congelados.

Demetrio, Venancio, el Oliva, la Carolina, Jean, Pascualillo, el cura Dámaso o Abdón son los que ahora muevo entre Alicia y Luis Gracián. Ellos viven, mueren entre y por ellos, sufren o gozan. Atrévase a crear personajes, es tener el poder de la vida en los dedos de las teclas.

Las guerras son para matar, crear miedo, destrozar y vencer. O morir


Las guerras son para matar, para crear miedo, para destrozar y vencer. O para morir. No tenemos dudas casi nadie. Y los ejércitos aprender a utilizar las armas precisamente para esos cometidos, y para enseñar a otras personas civiles en caso de problema, a que sepan matar también.

Las fábricas de armas, estén en Zaragoza, Corea del Norte o en los EEUU, fabrican armas y explosivos para matar. No son para hacer piruletas ni para lograr croquetas de merluza. 

Es lógico, lo tenemos asumido y con eso vamos tirando por la vida. Cuando vemos un desfile militar tenemos que asumir que están preparados para matar. Nada más que eso. Nos dicen que para defendernos, pero no nos cuentan que hay otros ejércitos o muy lejos que están preparados para lo mismo, y eso sin contar que en España somos muy dados a matarnos entre nosotros mismos.

Mi padre estuvo en una guerra, le tocó. Nunca quiso hablarnos de aquello. Nunca. Leves pinceladas de anécdotas suaves. Me/nos imaginábamos el motivo. En la imagen que vemos arriba se observa esta semana de Navidad como una excavadora tiene que ir enterrando a los muertos metidos en bolsas de manera apresurada pues hay muchos esperando.

En realidad es como tirar la basura. pero dentro de esas bolsas azules van personas, iban más bien personas, que tenían un futuro. Y una familia. Y los que observan se están quedando afectados de un odio vírico que se contagia. 

Nunca he entendido bien esto, la torpeza de alimentar guerras que simplemente alimentan a guerras del futuro. Es como hacer una cardioversión. Te quedas bien, como nuevo, te han apagado el corazón un segundo y vuelves nuevo. Bueno… nuevo hasta la siguiente vez que necesites otra cardioversión.