Julio y agosto sí que traen su resaca y su afán. Existen un post laurentis y after Vaquillas como también un pre Pilar en que la vida parece congelada, y todos son por omisión el viaje de Sánchez a Mauritania y Senegal. Con su buenismo de segundo Zapatero de llevar inversiones a África que son las que siguen llegando al Área Central de Zaragoza pero no a Ayerbe y que desmantelará todavía más la política productiva agrícola, si es que existe, europea. Como España lo hizo en los años 70 con acuerdos preferenciales con la Europa de los Seis, y entonces nadie nos quejábamos, se trata de no importar mano de obra para recoger paraguayos sino de plantarlos en Nuakchot.
Echado el personal con vacaciones únicas o decididas para la conciliación en agosto a las costas o invadir y matar por bañarse cuarenta diarios las especies protegidas de los ibones, las ciudades aragonesas languidecen en su ferragosto de mínimas tropicales.
No contentos con la parálisis –abandono en el caso de Zaragoza- de la programación de la cultura de la base y el menudeo, para mayor gloria de llevar la pasta a la nueva Romareda y los festivales de flores, los ayuntamientos aragoneses incrementan el reverbero de calor con lo que llaman “Plan Asfalto”. Y arde la calle.
En qué calles, se anuncia a bombo y platillo para que el tráfico escaso las evite. Y un año será la mía.
En cambio con las políticas de acogidas de inmigrantes y su distribución silente, origen de la ruptura del Gobierno de Aragón, hay un runrún de fondo. Las redes sociales arden virtualmente, se comentan hasta la saciedad los casos alemanes y británicos de muertes y ataques a blancos y blancas, las palizas y acosos, la violencia de género con denominación de origen… culpándose a los nuevos inmigrantes irregulares, a la falta de integración de los nacidos de segunda generación en los sacrosantos valores de la reivindicada Reconquista, que se amenaza o afirma con recomenzar bloque por bloque (los sitios de Zaragoza y vuelve la Edad Media) para que los pocos abuelos que quedan, cuyos libros cuando mueren se venden a peso a quincalleros, puedan salir con seguridad a tomar la fresca. Cuando posiblemente viven adoptados por los africanos o americanos que han llegado a vivir de alquiler al piso de los que ya se han muerto y no han vendido sus hijos.
La novedad es que este discurso lo porte incluso el Frente Obrero que se declara independiente de izquierdas (o al menos es el origen de ciertos de sus componentes) y que Roberto Vaquero con el aliento o admiración indisimulada de Boadella, Pérez Reverte, César Vidal y con mi propio respeto, se lance a un discurso obrerista pero republicano. A favor y que reinvindica la recuperación de la soberanía a costa de Europa y cierta vuelta a la economía planificada para contener la desespañolización de su propio barrio. Y el polo positivo se junta con el negativo de la derecha derecha y la batería se carga.
En el análisis de fondo de la incidencia de la inmigración estrictamente cultural, negativa, y en más cuestiones tiene razón porque que no se haya hecho política más que redentorista por la izquierda sobre ello es la única post verdad. Ya hay una generación beneficiada por becas, ricos hijos de la misma en la selección española y la Peleteiro se pasó cuatro pueblos porque la integración ya les viene a los millonarios del deporte, que tapan la cuestión de fondo.
También la tiene en mi opinión cuando predica que la izquierda está más pendiente de arrodillarse para conservar el poder y pactar una confederación con el Principado aragonés de Cataluña –a la que nombran desde el govern central como si fuera Estado pero no a Aragón que previó una comisión bilateral que Biel introdujo en el Estatuto de Autonomía-, que en plantearse una política seria de inmigración más allá de aludir al cumplimiento de convenciones internacionales que Alemania va a pasar de cumplir o vamos a un nuevo fascismo aupado por el voto obrero que ya no vota izquierda –porque vota Trump, dado que la sempiterna Clinton vive en su humilde morada, rodeada de intelectuales y servicio-.
Desde luego, es porque a los nacidos de la inmigración no los considera españoles sino administrativamente como pasaba con los hijos de los murcianos catalanes en los 80 y aún hoy. Y eso se llama como mínimo clasismo, pero apela a los hechos de que teniendo la oportunidad de asumir la cultura y tradiciones españolas no lo han hecho –eludiendo que ello sucede con los falashas o los sefardíes incluso en el Estado de Israel y da lugar a posiciones supremacistas del Likud-.
Aunque apunta cuestiones innegables. Como sucede con la educación pública, la izquierda roja postural de funcionarios y especialmente funcionarias, no padece los problemas que presuntamente reivindica. Ya en los años 90, Vaquero y Arturo, en mi propia cuadrilla en el que el ochenta por ciento estábamos en paro y todos queríamos ser funcionarios, una trabajadora de lo social intentaba y lo consiguió que su hija no fuera al colegio público que le correspondía como residencia, el de Tenerías, y se movió para que lo hiciera al público chic de la plaza de los Sitios. Y os estoy diciendo que eso era en 1993.
También conocías otros rojos críticos contra Felipe, más a su izquierda, que solicitaban a alcaldes socialistas un certificado para su madre que expusiera, comprometiendo la firma del presunto corrupto, que había estado limpiando el Ayuntamiento de su pueblo en los años 60 para completar cinco años de cotización y cobrar el SOVI. Abriendo precedentes por discriminación positiva de casta.
Y luego nos quejamos de Sánchez. Como dice Boadella, en España se admira al que cambia de palabra, al truhán y al fulero que lo haga con cuajo, con torería y valor. Nos va la picaresca y el embuste porque formamos parte y por eso sale aún con el 80% de su PSOE maldiciéndole por la amnistía como excepción del que diez minutos más trde es el adalid de la igualdad.
Todos hemos visto cómo rojos de manual han ejercido como bancarios o ingenieros y se han prejubilado sin ningún titubeo o han llegado a su máximo de jubilación siendo auxiliares administrativos por un paso por la política de cuatro años.
Y ninguno de los componentes del revolucionario Bildu está en contra del cupo vasco cuando hace la declaración de la renta ni cede ya impuesto revolucionario alguno para sostener ETA militarrá ni al partido de sus privilegios de luxe.
Y después estamos todos los demás.
Pero le honra a Roberto Vaquero afirmar que la crítica hasta el derrumbe mediática a Pablo Iglesias por irse a vivir a un casoplón –tras afirmar que volverá por defección y falta de liderazgo de Yolanda, como yo también lo pienso- no se ha hecho extensible a Errejón u otros de los de Sumar porque son buenos para el sistema cuando frecuentan determinados restaurantes de élite de Madrid disfrazados con jerséis de 25 euros. Allí es donde pone muy bien el dedo en la llaga, como también en describir las consecuencias de ser minoría de españoles en una comunidad de propietarios en la que quién obliga a limpiar el patio en el turno a quien fuera y la falta de integración real cultural de la inmigración. Seguramente porque la ilusión por matricularse en la UNED de los españoles que no hayan podido estudiar a su tiempo también ha decaído.
En Zaragoza las primeras manzanas del Actur de protección oficial de la avenida Picasso no es que sean un gueto, es que son una mezcla de guetos de Nueva York.
El otro día me fui por allí con la bici y era evidente que los inmigrantes irregulares asentados a mallazos recibían provocaciones del resto de pobladores que son españoles o no de todos los pelajes. Se afirma por las mujeres gitanas jóvenes de la nueva generación que ya no quieren hacer la ceremonia del pañuelo y prefieren bailar reggaetón que rumba y otros novios porque Rosalía también tuvo de pareja a un latino. Como por otra parte cualquiera de los críos y crías payos que se ven por la noche han asumido el poligonerismo asilvestrado, copiando a los jóvenes ingleses de Magaluf, de balcón en balcón como Tarzán…
Pero no sé si se puede pasar a la otra pantalla, la kale borroka de defensa de lo blanco.
Porque hay palizas y xenofobia limitadas a los fines de semana como consecuencia del alcohol y como toda la vida del señor, violencia intra doméstica con y sin géneros porque hay muy mala gente dentro de sus casas –incluidos los de la apología del incremento de la violencia que se mazan y se frustran- pero, objetivamente, hoy en Zaragoza, una persona cualquiera, incluyendo las mujeres a las que pretenden proteger las posturales con mejores trabajos, puede ir a trabajar a Mercazaragoza por la noche paseando y no les está pasando nada.
Es posible que Madrid o Barcelona por la noche sean la vanguardia de otra realidad, y que la violencia sea ejercida por inmigrantes señalados de determinados orígenes, por ejemplo nunca chinos que llegan a servir. Pero no es lo que me dicen ni lo que yo veo en mi pequeña Leganés.
Sí que vislumbro hace veinte años a una generación joven de españoles idiotizada por imitar a los latinos y su evidente machismo (en los vídeos, ellas son objetos sexuales de los de las cadenas al cuello) y la objeción de conciencia hipócrita de las generaciones de inmigrantes de origen musulmán que también se plantan en la noche latina a ver chicas sin tanta tela puesta como ellos recetan. Aunque están volviendo al Corán en gran parte para sentirse grupo.
A todos se les viene regalando la condición de nuevos españoles, pero es que nuestros críos no sé si pasarían el examen para serlo y se les da por supuesto. Dudo que sepan ni les importe quiénes fueron Miguel Hernández ni Agustín de Foxá, desconocen en su mayoría qué aconteció en febrero de 1981 como para darles la matraca con las cunetas, en pareja no son mucho más que dos o son siete a la vez con el móvil en la mano, aunque sean unos odontólogos o montadores de molinos eólicos impresionantes.
De momento y hasta que alguien me contradiga con datos no veo que mi calle sea más insegura que lo fue el Barrio la Jota en los 80 con la epidemia de robos para heroína. Pero lo someto a que me conteste alguien de los que rebotan lo de que se está resquebrajando la cultura occidental.
Fácil lo tendrían para atacar: con esa política urbanística industrial desquiciada que hace que la mano de obra femenina y la demás tenga que ir a las 4 y media de la mañana a la parada del autobús de empresa o andando para ahorrarse el plus y sacar para pañales porque los puestos de trabajo se han llevado desde los 80 a Figueruelas, en los 90 a Malpica y hoy a Pla-Za, el polígono de La Muela o los almacenes para empaquetar y poner en palés las cebollas dulces en Fuentes, a 4,50 euros el kilo.
Cómo no afectaría al conjunto de mano de obra femenina, lo es al 70%, que trabaja en las cocinas o sirviendo de los restaurantes del centro que salen a la una y media o las dos y no pueden permitirse o no quieren un taxi, cuando viven en el Barrio la Paz. Y no sienten que con su decisión se estén buscando ninguna violación.
¿Demasiado poco pasa para lo que debería y que se levante España?
29.08 Luis Iribarren