Si estudiamos la Guerra Civil en España, o las dos Guerras Mundiales del siglo XX por poner tres ejemplos que todos conocemos, nos damos cuenta claramente que meses antes de estallar los conflictos ya se veía venir el drama. Se jugaba a un Juego de Guerra de forma pasiva y a veces no siempre sabiendo a qué se estaba jugando, y en el que se podía perder el control. Y se perdió en las tres ocasiones.
Ahora en el mundo y sobre todo en la Europa y en el Mediterráneo, estamos en una situación muy similar, en donde todo puede suceder, incluida una Nueva Gran Guerra. La última vez en que todo se veía venir, clamorosamente absurda por no ser nadie capaz de remediarla, estuvo sobre la mesa de los Juegos de Guerra en los meses anteriores a la invasión de Rusia a Ucrania. No se supo interpretar bien.
Hay siempre una estética visual en estos Juegos de Guerra, y que se producen en los despachos. Y es imprescindible saber interpretarlos. Aquellas mesas en Rusia larguísimas, en donde los líderes se separaba por una decena de metros, indicaban en qué posición estaban las piezas sobre el tablero. No existía deseo de hablar, de negociar.
Llevamos semanas cuando no meses advirtiendo de la nueva estética del Futuro. Hoy el primer ministro polaco Donald Tusk lo verbaliza en El País para que al menos nos vayamos enterando todos. No se trata de meter miedo, sino de sopesar que en todos los Juegos de Guerra nos podemos equivocar en un movimiento… y perder la partida.
Si analizamos la actual situación con frialdad, veremos algunos conceptos claves, nos gusten o no, sean importantes en el corto o en el medio plazo.
– Rusia no puede perder la actual guerra por su tamaño y posición estratégica en el mundo actual. Lo sabe Putin y lo sabe el mundo entero. O al menos no la puede perder sin que se convierta en una guerra de mucho más alcance.
– Ucrania no puede ganar esta guerra pues es un país muy débil. Si acaso lo podría hacer la OTAN en un conflicto realmente muy duro y con varios países directamente implicados.
– Europa no puede ser segura si Ucrania se convierte en un país de Rusia, en un territorio permanentemente ocupado. Abrir esa frontera con Rusia traería un problema todavía mayor que la actual guerra con Rusia.
– Si Rusia termina invadiendo la totalidad de Ucrania, su seguridad de cara al futuro no acabará allí, el conflicto no terminará con unas fronteras rusas y bielorrusas en la actual frontera de Ucrania.
– Moldavia podría ser el siguiente paso de Rusia para ampliar sus defensas estratégicas y para provocar a la OTAN.
– Estonia, Lituania y Letonia no serían ajenas a los movimientos de Rusia o de Bielorrusia para ampliar sus fronteras de defensa ante Europa. El papel de Bielorrusia no hay que orillarlo.