Quedan por delante en Aragón tres años antes de unas nuevas elecciones autonómicas y municipales. A su vez la derecha ha sabido asentarse con calma, tomar respiro, hablarse y mirarse, observando como una parte de la sociedad los arropa. ¿Y qué ha hecho la izquierda aragonesa en estos tiempos? Pues poco, además de insistir en cuanto tienen ocasión de que hay que unirse.
Decirlo parece el primer paso, sin duda lo es, pero claramente es insuficiente. No sirve decirlo, hay que hacerlo.
Pero ni hay que hacerlo mal, ni hay que hacerlo por encima de todo, ni hay que formar sopas, ni hay que creerse que cada uno es el ombligo del mundo aragonés progresista.
Es complicado, incluso diría que es MUY complicado. Y eso nos lleva a la clara mirada de que no será posible estar todos excepto que haya una generosidad brutal por parte de TODOS. Generosidad asentada en el futuro y no ni en el presente ni en el pasado.
Personalmente creo que estos tres años próximos son fabulosos, pero son rapidísimos, viniendo a una velocidad tremendo con unos constantes movimientos para los que desde ahora mismo se tendrían que asentar bases de reflexión, de diálogo, de trabajo.
La sociedad aragonesa va a necesitar más que nunca soluciones a sus problemas económicos, de futuro y por ello sociales, proyectos que siendo capaces de articular soluciones de futuro, nuevas sociedades ahora que está de moda hablar de “Nuevas Normalidades”, resulten creíbles y cuenten con equipos de trabajo progresistas que sepan explicar e implicar, motivar y hacer creer que Aragón es capaz de estar al lado de los mejores territorios de Europa.
Si hacemos un repaso vemos que en el actual Aragón liderados por Zaragoza, tenemos al menos a un Podemos, una CHA, una IU, a ZEC y a otras menores formaciones políticas que saben lo que es el trabajo social de calle, apegados a los problemas de la sociedad.
No me he olvidado del PSOE; de entrada me siento incapaz de poderlo organizar dentro de un equipo de reflexión de izquierdas por su propia personalidad histórica, pero en tres años todo depende de ellos.
Lo lógico sería que en Septiembre se pudieran configurar equipos básicos de trabajo de Podemos, CHA, IU y ZEC para ir tanteando el camino de una mesa de trabajo. Algo a finales de junio que resulta impensable.
Pero perder más tiempo es también impensable. Equipos que se deberían hacer pública su existencia (a diferencia de lo que opinan casi todos, pues en privado ya existen) para que sirvieran de asentamiento al menos moral a toda la sociedad aragonesa de izquierdas, que necesita ver una referencia para estar atentos.
La política según mi punto de vista, se asienta excesivamente hacia dentro de su cáscara, sin querer o sin saber implicar y contagiar a la sociedad de sus ilusiones y proyectos. Olvidándose esa misma política que sin el acuerdo con la sociedad que ejerce el derecho al voto, es imposible gobernar y poner en práctica los proyectos para una economía una sociedad diferente.
En Aragón tenemos un extensísimo tejido social de aragonesxs implicados (pero troceados y divididos) en la parte mas débil de la sociedad desde miradas progresistas.
Pero curiosamente nunca están liderados por un conjunto de personas capaces de insuflar ánimos de equipo. Somos más desde la izquierda, pero somos también más egoístas, más capaces de ver la diferencia con el amigo para convertirlo en enemigo.
Nunca los enemigos de los amigos de los trabajadores pueden ser otros amigos de los trabajadores. Y si es así, algo se está haciendo mal. Los que defendemos la dignidad del trabajo y de su justicia, nunca debemos ser enemigos entre nosotros.
Hemos perdido décadas de un trabajo básico para la izquierda que se llamaba: Lucha de Clases.
Ahora ya no existe ni la lucha de clases ni el respeto a la necesidad del sindicalismo como defensa, pues nos lograron convencer de que siendo pobres y madrugando para ir al trabajo, somos todos como poco Clase Media.
Debemos mucho a los bancos sin tener nada, tenemos un trabajo sin condiciones comparables a los años 80, pero nos han convencido de que somos Clase Media y de que vivimos como dios.
Lo curioso es que los culpables o al menos los responsables de esta tontería social somos los de izquierdas, que nos hemos dejado engañar con otros asuntos menores, para así no pelear por los temas magros, por los que afectan muy directamente a los que tienen la mandanga.
Que mis hijos tengan menos derechos laborales que yo tenía en 1978 es para hacernos reflexionar un poco sobre nuestro propio papel en esta década última.
Julio Puente (Ajovín)