28.6.20

Yo no quiero que me digan qué está bien visto y qué es pecado

En los deseos desde el Poder por controlar toda la sociedad, infantilizamos en exceso las respuestas y mensajes que recibimos hasta no solo querer convertirnos en párvulos sin capacidad para saber elegir, sino en seres tan correctos en el pensamiento que parecemos absurdas criaturas alienadas.

Ahora nos ha dado con criticar la película Lo que el viento se llevó, como antes hemos querido censurar a Woody Allen o Roman Polański y su cine, y el cuento de La Caperucita Roja pues todos ellos contienen partes que no serían aceptables según los criterios de moda actuales.

Cada uno de nosotros ya somos adultos para saber elegir. Si tenemos que censurar algunas escenas de Lo que el viento se llevó… no deberíamos consentir escenas en donde se vieran asesinatos, faltas de tráfico o sexo sin matrimonio. 

Tampoco películas donde los ricos convirtieran en esclavos del siglo XXI a sus trabajadores. Ni escenas donde los hijos obligan a sus padres a tener que atender a sus nietos, gratuitamente y sin asegurar.

Como ya somos adultos, casi sería mejor que se nos dejase ver, oír y opinar sobre todo lo posible e imposible, y que cada uno se atenta a sus decisiones. 

Tener esclavos está muy mal y prohibido en algunos países en este siglo XXI, pero no lo está en otros. Y quieren que no lo sepamos, que no lo veamos… pero a la vez desde ese mismo Poder no se lucha por erradicarlo de verdad.

Somos cínicos, intentamos tratar a la sociedad sin auto responsabilidad y no dejándoles que tengan una educación de libre elección muy justa, para que nunca se rebelen contra nada. 

Cuanto más convencidos tengamos a todo el mundo de que Papá Estado está siempre marcando qué debemos pensar y censurar, más fácil lo tienen para seguir haciendo lo que les venga en gana, según los tiempos.