15.10.12

La dura vida de Sharbat Gula, famosa por una imagen

Sharbat Gula nos cautivó con su mirada cuando tenía 12 años en una excelente fotografía de Steve McCurry (muy posiblemente el mejor fotógrafo en la actualidad) imagen que dio varias veces la vuelta al mundo mostrando una niña en Pakistán que tras huir de Afganistán mostraba una mirada herida, tremendamente bella, de una mujer muy madura aunque tuviera 12 años, pero que la guerra y el horror había hecho crecer sin poder ser niña.

Era una mirada con ira hacia el fotógrafo pues según supo después, esta niña nunca antes había sido fotografiada y odiaba al hombre blanco por lógica de una guerra sufrida en sus carnes, en donde sus padres habían muerto en un ataque soviético. Estaba en un campo de refugiados de Pakistán, era el año 1984 y medió un permiso verbal para que la niña no huyera del objetivo del fotógrafo.
Era una mujer adulta de 12 años, agotada pero que era sujeta precisamente por su niñez perdida. Era el pensamiento de una mujer adulta recogido en la mirada bella de una niña agotada.

Sharbat Gula es pastún, y el fotógrafo Steve McCurry, 17 años después de aquella foto que le dio fama y dinero, decidió ir a buscarla, sin saber su nombre. Ella tendría ahora casi 30 años, no sabía nada de ella, pero intuía que sería conocida.
La nueva imagen obtenida es la de una mujer mayor, agostada, sin la sonrisa leve que ilustraba a la niña. Es una mujer derrotada por la vida amarga, y que sigue sin saber en qué punto se tranquilizará, en qué momento se convertirá su existencia en una vida calmada. Ahora sueña por sus hijas.

Había tenido cuatro hijos de los que le viven tres. La mayor con 13 años nunca ha podido saber la historia de su madre ni leer ninguna de las muchas revistas que le dieron fama al fotógrafo. Se casó en un matrimonio arreglado por las familias, con 15 años, con un hombre que hoy gana un dólar al día de sueldo entre panadero y albañil. Ella dice no haberse visto nunca fotografiada en las revistas, admite el burka con defensa y admira a los talibanes y a su Dios, responsable de su vida. Sabe escribir justo su nombre y no sabe leer. Nosotros contemplamos y poco más. Muy duro.