30.4.21

Pablo Iglesias quiere poner en marcha una nueva televisión. Lógico y necesario


Parece ser que Pablo Iglesias quiere abandonar la política y afianzar un medio de comunicación progresista o crear uno nuevo apoyándose de forma mutua en algunos Grupos que ya tienen periodismo digital progresista, como podría ser el caso de Público. Es una decisión lógica, válida y de defensa ante los tiempos que ahora corren. El poder es relativo, es líquido como es casi todo líquido en estos tiempo. 

Y lo que no es lógico es que la izquierda no tenga un medio de comunicación potente que sepa, pueda, quiera defender las ideas progresistas. NUNCA en la historia de España ha sucedido esto. Incluso en los últimos años del franquismo había medios progresistas incipientes que se atrevían con la censura. ¿Os recuerdo al Andalán?

Un Medio de Comunicación hoy ya no es un medio de papel, sino un Medio Digital, estático o no, televisivo y radiofónico, en internet y muy plural en sus contenidos y herramientas. Ya tenemos pues claramente diseñado el medio, la forma, los modos. 

Falta la chicha, es decir el dinero. 

No es posible soportar que hoy en España la única televisión libre para opinar lo que le venga en la real gana algo controlada sea Movistar, una televisión de pago y no dedicada precisamente a ser generalista. Sus pocos programas claramente televisivos son la única ventana libre que deja entrar algo de aire limpio, sin manipular. Y eso es tremendo para estos tiempos en España.

Hay luces en el panorama digital de estos momentos, hay ideas y proyectos que funcionan bien. Pero tienen que crecer y hacerse adultos, mayores, con más influencia. El ejemplo de diario.es tiene réplicas diversas, pero todas ellas son suaves y no pueden dar el salto importante.

Hay profesionales progresistas, reflexivos, necesarios. Los conocemos. Hay incluso otras formas de hacer televisión. 

Así que lo único que se necesita es rentabilidad del proyecto, apoyos, empujes. Y España tiene que salir de la actual basura social televisiva donde solo se tocan temas para tapar otros temas, donde algunos presentadores de máxima audiencia saltan mitines a las 9 de la mañana sin que nadie puede replicar desde otras ventanas. Eso es una democracia coja. España necesita calma, reflexión y sacar encima de la mesa los problemas de verdad, y no los manipulados por odio en defensa de familiares. La pluralidad es la garantía de la moderación o del estallido. Hay que jugársela si queremos que nuestra sociedad sobreviva.

Los trabajadores sobran. Y las pantallas las apagarán más pronto que tarde


Como siempre El Roto sabe mirar y además ve perfectamente a la sociedad. Nos utilizan, lo sabemos y nos callamos. Lo admitimos como mal menor mientras nos dejen tener moto. ¡¡La moto no me la toca ni dios!! Así que hacemos los muros, de todo tipo, y nos preguntamos solo al final en qué lugar quedaremos nosotros tras terminar la obra.

Durante años los trabajadores de los bancos y las cajas de ahorros nos decían con cara de sorprendidos o de pingüinos bobos que teníamos que aprender a sacar el dinero de los cajeros automáticos, que deberíamos aprender a manejar la Banca online, que las tarjetas eran el futuro y no el cochino dinero. ¡¡No me moleste usted con tontadas como que tiene que pagar el recibo del agua!!

Y poco a poco fuimos aprendiendo para no llevarles la contraria.

Ahora ellos sobran, los despiden y se preguntan qué han hecho mal. Les han dicho en qué lugar el muro se quedan ahora que están a punto de cerrarlo. Sobran, pues ya nos han construido el muro para que todo se haga como los "amos" quieren que se haga, sin personal que molesta y es caro. 

Ahora nuestro dinero sigue en los bancos, pero no hay personas junto a él, ahora hay máquinas que vete a saber en qué punto del muro se encuentran. Nuestro dinero ya no es nuestro dinero, nos lo han cambiado por ceros y unos, que además no nos los apuntan en una libreta si no es pagando por eso. Nos dicen que está y que lo miremos en la pantalla. 

¿Y qué día crees tú que nos apagarán las pantallas?

28.4.21

¿Cómo nacen las violencias entre hermanos? ¿podría suceder en España?

Ayer vi el documental de Movistar "Álbum de posguerra" del periodista fotógrafo Gervasio Sánchez volviendo a Sarajevo para hablar con los niños que fotografió en la Guerra de los Balcanes hace 25 años. Un programa duro, lógico, muy bien realizado, que nos muestra la crudeza de las posguerras y la inutilidad social de cualquier clase de violencia máxima entre naciones o entre hermanos de país

La religión mata, pero también la mala política y los militares poco obedientes o mal dirigidos. Todo depende de la calidad humana de los animales irracionales.

Pero me gustaría mover el documental hacia el presente en España. Allí por ancestrales problemas de convivencia se empezó a matar y se sigue matando. No es capaz de sociedad de entenderse, de entender que nunca gana nadie en las violencias, que todos son perdedores… EXCEPTO los que saben ganar con las guerras y que las convierten en un gran negocio.

Debajo de las religiones no bien respetadas, de las diferencias sociales entre vecinos, SIEMPRE hay guerras económicas que buscan medrar, tener más poder, ocupar más espacios, obtener más beneficio de las situaciones violentas y las muertes de sus compatriotas. 

Yo estuve hace dos años en Croacia, Bosnia y Eslovenia y pudo constatar que los odios siguen anclados, que no se respetan entre vecinos, que el reparto geográfico de toda esa zona creó un puzzle que nos llevará a posteriores violencia indeterminadas en el tiempo.

La violencia política no se detecta en su gravedad cuando nace pues siempre va aumentando poco a poco, levemente para no romper la capacidad de admisión de las personas. Hasta que ya es imposible pararla. Salir de una espiral de violencia es mucho más complicado que crearla y alimentarla. Y normalmente se odia más al vecino que al que no conoces por la distancia, más a quien está cerca pues lo sientes enemigo que a quien se mueve en espacios alejados aunque sea mucho peor.


27.4.21

Forges en 1981 supo dibujar la España de 2021


Era mayo de 1981 cuando a Forges se le ocurrió dibujar escribir esta viñeta. ¡¡Qué loco!! adivinó lo que pensaríamos de España en mayo de 2021. Forges siempre ha sido el Capitan del pensamiento previsible pero exacto. Sabía fotografiar el momento, el futuro e incluso el pasado del futuro que es la forma más repetitiva de conocer las historias. 

Tras aquel 1981 vinieron años buenos, incluso algunos fueron muy buenos, así que siempre nos queda la esperanza de saber que Forges supo fotografiar un año malo, pero que después siguió dibujando años mejores, que vinieron y los disfrutamos.

26.4.21

Nuestros jóvenes en España son los que van a pagar la factura


El Banco de España (abril 2021) nos advierte del difícil legado que les estamos dejando a los jóvenes, en el ámbito laboral y económico, pero también demográfico, legal, de rentas y de una Deuda Pública que hay que pagar en el futuro

Los Servicios Públicos no solo son peores hoy que hace dos décadas, sino que la posible deriva que salga tras la pandemia no facilitará las calidades de servicio. Pero además hay que decir con seriedad y tranquilidad, mezcladas pero no agitadas, que la situación política es peor a la de las décadas anteriores, y nadie parece darse cuenta de la gravedad.

Hay miedo en todos los segmentos de gestión sobre el futuro tras la pandemia, pues han sido excesivos tiempos de parón económico. 

Dos años con unos ingresos bajo mínimos suponen una zancadilla brutal. Ya son dos primaveras, pronto dos veranos. Decenas de actividades económicas, culturales y de gestión ya acumulan dos años bajo cero, dos ciclos suspendidos.

Nuestros jóvenes sin empleo acumulan dos años más de edad, de desempleo, de poca actividad, de escasa capacidad de emancipación. 

La Educación y Formación se ha empobrecido en estos dos años. No es sencillo reenganchar tras dos años de congelación en las actividades lógicas. Y lo sabemos bien los que nos dedicamos a estos asuntos.

No sabemos bien de qué manera ha afectado este curso y medio perdido o medio perdido en la educación de los jóvenes. Su rendimiento sin duda habrá sufrido un claro revés, pero también su motivación escolar. Hemos congelado la Cultura. 


¿Eso nos va a salir gratis? 

Sabemos ya que han subido ciertos vicios peligrosos, está medido, y con ello cierto tipo de violencia. La calidad social deja heridas tras de momento 14 meses de pandemia.

Pero a su vez y sin poder preparar recambios de calidad nuestra sociedad se ha ido envejeciendo, la productividad se resentirá, los ERTE al duran tanto tiempo se han convertido en un arma arrojadiza, el teletrabajo sin haberlo diseñado en calma y con controles no es la solución a lo que es necesario para crecer. 

Es cierto que algunas empresas saben bien qué deben hacer ahora mismo para no perder competitividad, pero quien se queda rezagado lo sufrirá.

No hay compraventa de vivienda entre jóvenes, no se conceden hipotecas para este segmento social, pero tampoco se crean empresas. Muchos comercios y servicios están esperando las ayudas para cerrar definitivamente.

Y los jóvenes se van a encontrar una España bien distinta a las que han podido vivir sus padres. ¿Hasta dónde nos harán responsables de estos desfases? 

¿Hasta dónde podremos decir que todo es culpa solo de un virus llamado COVID?



Sigamos viviendo tranquilos, que nunca pasa nada


Estamos inmersos en esta pandemia del siglo XXI que esperamos sea la última, pero seguro que es la de la década, la que nos ha robado la primavera de los años 2020 y 2021. 

Quedarse sin dos primaveras seguidas es un patada en los cojones. Pero no creo que estamos aprendiendo lo suficiente. 

El mundo es mucho más débil de lo que nos imaginamos pero por nuestra culpa. Y en esa culpa quedan todavía muchas posibilidades de algún desastre complicado que todavía no hemos explorado. 

Y eso no lo queremos saber. Ni imaginar. Y lo curioso es que como no nos lo queremos imaginar, no somos capaces de prepararnos por si acaso. 

Somos capaces de provocar una Guerra Mundial que nos podría comenzar y afectar de media docena de formas brutales y todas desconocidas. La maldad humana es muy sofisticada. 

Pero si ahora en una pandemia de un virus enano no somos capaces de contar los muertos o de distribuir una vacuna en fecha o de crear un antiviral que sirva, menos podemos esperar en caso de conflicto más armado todavía, con enemigos con casco. 

Pero… cuidado… también la naturaleza se podría cabrear en serio. Hay decenas de posibilidades de que nos jodan los virus y lo sabemos pero nos callamos, y para las que no nos queremos preparar pues no nos vendrán a por nosotros, je je je. 

Sigamos viviendo tranquilos, que nunca pasa nada. Creo yo. Nuestra capacidad de saber defendernos es muy superior a la de los bichos. Nuestro mayor enemigo es el ser humano.

¿Existe la literatura de diseño entre las páginas, con los párrafos?

Llevo unos días leyendo un libro curioso lleno de párrafos cortos. No más de seis a ocho líneas cada uno. El texto comienza con una frase corta en negrita, y continúa con otra frase corta en itálica, ambas separadas por un punto y seguido, para terminar el párrafo y el texto con el mismo tipo de letra en normal. 

Y al dar el punto y aparte, vuelve a comenzar con otro párrafo en negrita punto, itálica punto y cuerpo de texto. Un diseño dentro del párrafo que se va repitiendo.

Eso obliga al escritor a tener que diseñar la idea de lo que se dice, pues no solo es un cambio de la tipografía, sino que hay que darle contenido diferente casi como titular y subtitular a las primeras líneas, antes de llegar al cuerpo del texto. 

Interesante manera de crear casi poesía visual o literatura visual con textos literarios o filosóficos. La literatura actual ya no es simplemente texto corrido ni tampoco siempre ideas largas y extensas. Las nuevas formas de comunicarnos nos obligan a explorar nuevas formas de adaptación de lo anterior a las nuevas personas, lectores.

Las culturas orientales son unos maestros de los que tal vez hay que indagar para explorar y/o copiar algo de sus formas.

Y el diseño de las páginas de texto son ya también un ejercicio que debe realizar el escritor para atrapar al lector, para entretenerlo a la vez que lo sujeta contra el papel. Es posible que salgan "libros de autor" simplemente con textos o con literatura y algo de Arte. 

Hoy el mundo del Libro de Autor es de los artistas, sean dibujantes, pintores o fotógrafos. Pero los escritores de palabras deben ocupar más espacios en el papel del futuro.

Pandemia (29) ¿Tan desigual es la desigualdad que debe asustarnos?


Nada hay que encienda con más facilidad las antorchas sociales violentas que la desigualdad restregada por la cara. Y la peor secuela tras la pandemia de COVID será precisamente ese crecimiento de la desigualdad social en España, en Europa y en relación de unos países con otros. Precisamente la Guerra de las Vacunas se juega en esa Liga mundial de lograr que unos salgan antes que otros de los confinamientos, de los frenazos económicos. La sociedad que esté más años enferma de COVID saldrá más pobre y con menos defensas ante el Nuevo Mundo.

Lo peor de la desigualdad no es sufrirla en tus ingresos y posibilidades, que ya eso es dramático. Lo peor es que te digan que eres desigual porque tú quieres, o que se apoderen de tu forma de estar ante la vida o que te manipulen para liderar contigo las batallas de los populistas. Si eres pobre y no lo sabes del todo, lo soportas e incluso crees que es por tu culpa o tu mala suerte. Pero si te señalan como pobre por tu culpa… te rebelas enseguida.

Así que sí, la desigualdad es tremendamente fácil de servir de cerilla, de poderse manipular, de crecer de forma organizada para obtener beneficios privados para precisamente los que nunca han sido desiguales por abajo, sino desiguales por arriba. 

Hay varias formas de ser desiguales, y algunas personas con mando en plaza las conocen bien pues las cuidan y miman, las riegan y les ponen estiércol para que no se queden sin alimento. 

No quieren esos gestores escondidos que desaparezcan los pobres, están muy orgullosos de que haya desiguales. Y saben al menos que el precio que hay que pagar porque haya "muy pobres" es que existan desiguales por el otro extremo y haya "muy ricos", más que ellos. Pero siempre se responden para tranquilizarse que de ellos se ocuparán "los de en medio".

No existe vacuna contra la desigualdad de oportunidades, de ingresos, de trabajo, de vivienda, de dignidad vital, de justicia. 

Y tras una crisis global como esta pandemia que ha llegado cuando parecía que se salía de la Crisis del 2008, los más desiguales salen siempre todavía mas desiguales, pues las ayudan nunca son para ellos; si acaso las migajas, que no son suficientes para nivelar. 

Europa va a tener que mitigar los efectos de esta pandemia, pero lo tendrá que hacer con las economías de los países, no con las economía de las personas, que tendrán que esperar a que sean sus propios países los que legislen alguna ayuda menor.

De entrada ya sabemos que las capas sociales mas débiles están siendo más afectadas por el virus, por sus propios trabajos, por el tipo de vivienda, por los metros cuadrados de que disponen para convivir. Incluso por el peor acceso a la Sanidad Pública que poco a poco se ha ido convirtiendo en Mixta por la telemática solución de atención universal. 

Y los datos son contundentes y claros. Los barrios pobres de las grandes ciudades están teniendo una incidencia de contagios mayores que los barrios de mas nivel adquisitivo.

El Capitalismo puede ser indecente, dedicarse a pensar solo en sus beneficios de reparto, y presionar a los Gobiernos para que no sepan mirar de forma abierta ante los problema de todos. 

Es mucho más sencillo obtener ayudas para empresas que para personas, pues las empresas saben pedir mucho mejor, saben poner sus necesidades por encima de las personas al decir repetidamente que precisamente son las personas las que se benefician o no de su existencia. Un modo muy sencillo de engañar al que escucha. Es cierto, en la misma medida en que es también mentira.

Pero el Capitalismo también puede ser Humano y amable, positivo y limpio. No es el Sistema que el falla por obligación, sino el uso de cualquier Sistema que cada grupo de bebedores de sociedades haga de él. 

El capitalismo en el siglo XXI puede (debe) ser muy diferente al capitalismo del siglo XIX, y para que sobreviva deben ser precisamente los propios capitalistas los que abracen otras formas y abominen de esos abusos contra las personas, contra las sociedad, evitando las desigualdades descontroladas.

La igualdad total ya no existe, no la pudo hacer el comunismo con sus planteamientos que solo se soportaban sobre el papel y las ideas, no lo ha logrado el socialismo con sus trabajos más formulados, y de momento hasta que seamos capaces de encontrar otras fórmulas mejores, nos queda pelear por y con un capitalismo sostenible y humano. 

Un capitalismo mucho mejor repartido. 

¿Suena a barbaridad o a broma? Pues depende de todos, de los propios capitalistas de poder y de los que siendo de izquierdas creemos que el capitalismo también se puede transformar, sobre todo mientras nosotros no seamos capaces de encontrar ideas mejores.

Pero lo que nunca debemos consentir es que se nos hable de socialismo cuando lo que se quiere hacer es capitalismo libre y sin control pero con una limpieza de cara. 

Sin duda el capitalismo es muy potente y tramposo, pero eso no quiere decir que no se puede doblegar sin romperlo, no se pueda “domesticar” para convertirlo en aceptable dentro de unos sistemas democráticos que también cada vez se van más débiles. 

Es la debilidad de todos los Sistemas los que nos llevan a tener que aceptar de mal grado los que de momento existen. Pero es que no veo otra. 

La Economía del Bien Común es un camino intermedio entre socialismo y capitalismo, pues utiliza ambos formulaciones teóricas, pero no contenta ni a los Capitalistas de siempre, ni a los Progresistas que buscan o revoluciones o cambios mucho más potentes. Tal vez sea el camino, pero necesita mas capacidad de explicación, de pedagogía para todos.  

Hablamos de buscar un sistema económico más humanista, con unos repartos que hagan posible una redistribución mejor de las posibilidades, donde los mejores estén arriba pero sin dominar a los que estén debajo, sino simplemente liderando las sociedades, gestionando los futuros desde la posición de los excelentes. 

¿Y quién decide quien son los excelentes, los que están arriba? Pues posiblemente los resultados, las democracias participativas de verdad, los recambios cada poco tiempo, las metas alcanzadas.

Es curioso que en este Año de Pandemia, ante lo que la inmensa mayoría entiende que se trata de supervivencia y de miedos, nos hayamos olvidado de asuntos que son sin duda tan importante al menos como el Virus, y sobre todo deberían ser más sencillos de resolver. 

Ya no se habla de Justicia Social, muy poco de desahucios, nada de asuntos laborales, nada de desigualdad, tampoco de libertades individuales, de economía social, 

Todo el discurso se basa en críticas e insultos de Redes o de Parlamentos, o de silencios casi cómplices. Ya ni en los bares se discute de nada, pues casi no existen los bares.

Julio M. Puente Mateo

25.4.21

Pandemia (28) ¿Será posible un futuro sin pasado? La alimentación y la tensión no resuelta


Cuando ya somos capaces de imaginarnos un futuro cercano donde la carne o el pescado con el que nos alimentemos será de laboratorio, tenderemos (tenderán más bien) a olvidar los pasados y sus sabores, como poco a poco hemos ido olvidando los olores. Los sentidos se verán afectados por este posible futuro novedoso donde seremos capaces de fabricar incluso gambas partiendo de células de otras gambas que nunca llegarán a ser gambas, aunque tengan al final la forma, el color y el sabor de gambas sin cáscara.

No será tampoco un trampantojo porque nadie nos va a engañar, como ya admitimos como falso y verdadero las palitos de cangrejo o las gulas, aunque en estos casos sí sea material animal pues se fabrican con puré de pescados triturados.

Pero hay ya varios motivos claros que nos obligan a tener que explorar estas inevitables producciones animales. 

Por una parte hay que reconocer que hemos esquilmado el mar y resulta cada vez más escaso lograr producciones de pescado para la enorme demanda que crece sin parar. No es sostenible crecer infinitamente en la producción ganadera con unos gastos en hierba o agua, en purines o desechos… insoportables.

Pero además hay un hecho preocupante. El aumento de la contaminación del mar hace que los peces cada vez tengan más mercurio o otros venenos que empiezan a preocupar, pues nos los estamos comiendo. 

El ser humano, nuestro cuerpo, no puede asimilar muchos de estos componentes tóxicos y se van quedando como contaminantes puntuales o permanentes en nuestro organismo. Unido a que los antibióticos para los animales hacen que indirectamente nos los estemos tomando todos nosotros sin control de casi ninguna autoridad sanitaria, incapaces de controlar bien la globalización en el consumo.

Urge pues paliar el hambre con productos asumibles por precio, limpios y posibles de crear o fabricar con facilidad y que contengan proteínas, sin ser de mercados cada vez más contaminados. Y que sean sostenibles en su creación. 

De momento la construcción o fabricación de carne o pescado en laboratorio es muy cara, pero sin duda estamos en la prehistoria de estos temas que supondrán una nueva forma de consumir alimentos. 

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En todos los siglos hemos asistido a la pérdida de algunos conceptos que existían con toda normalidad. Desde el papel de ciertos poderes como la Iglesia en viejos siglos, a conceptos como la libertad, el papel de la mujer, de las minorías, o las formas educacionales o laborales. 

Todo se mueve, todo cambia. Y con ello cambian las tecnologías, las herramientas, las formas de relacionarnos, la comunicación, el Arte o las Culturas.

Y eso supone siempre abandonar una buena parte de nuestros pasados, que se pierden hasta que alguien los recupera y guarda… y a veces se vuelven a utilizar minoritariamente. Se convierten en valores etnográficos o culturales que debemos preservar, aunque su uso sea testimonial.

Nada desaparece si antes no ha surgido algo nuevo que lo sustituya. 

Y en eso estamos ahora, en la aceleración del proceso de cambio, empujados por un frenazo y un cambio de punto de vista, empujada la sociedad por una pandemia global y muy larga en el tiempo

Faltan nuevas herramientas que sustituyan a las viejas, pero sin duda se irán asentando las nuevas formas, y veremos poco a poco como será la nueva dinámica de los trabajos y formaciones educacionales no asistenciales, que todavía debemos reformular, configurar de forma efectiva, pues ahora se han hecho intentos por la urgencia que nos empuja la enfermedad global, pero sin buscar la optimización y la calidad del nuevo servicio.

Pero se irán sentando bases válidas en varios campos de servicios, que se ampliarán y dependerán cada vez más de los resultados que se obtienen sin depender de la forma en que se formula el trabajo, la asistencia médica o la formación universitaria o profesional.

Nunca hubiéramos pensando —hace un año solo— que ya no volveríamos a la consulta médica de forma directa, que ahora primero tendremos que pedir hora para que nos atiendan telefónicamente y que solo en muy escasos diagnósticos previos nos terminará visitando presencialmente. 

A partir de esta barbaridad urgente que hemos tenido que admitir, pueden ir surgiendo una gran variedad de servicios hacia las personas que utilizarán los mismos mecanismos de relación.

¿Cuántas funciones de funcionarios se pueden hacer por vía telefónica, online, por email, sin presencia? 

Admitir eso supone también que se acepta muchas otras variables que lo acompañan. ¿Es necesario que el médico que analiza tu problema viva en tu ciudad? ¿Es necesario que siempre sea el mismo, siendo que accede a todo tu historial médico a través de su ordenador? ¿Cuánto tardaremos a que se nos atienda no presencialmente por personas profesionales que se encuentren en países mucho más baratos?

Todos los futuros se edifican sobre sus pasados. 

No partimos de nada, partimos de lo anterior, bien para utilizarlo, o para cambiarlo por otro estado nuevo. Así que de entrada al título de la pregunta de este artículo habría que responder NO. Pero también es cierto que en las últimas décadas nos gusto mucho abominar del pasado —es posible que como siempre en toda la historia de la humanidad— y creer que hay que reinventar algo totalmente distinto que nos haga olvidar ese pasado que nos ha traído este presente que no nos gusta. 

Aunque todo esto lo hagamos desde las cenizas de ese pasado. El odio a lo anterior continúa incluso cuando constatamos que aquello tenía sus partes aceptables y que no hemos sido capaces de mejorarlas.

Destruir nuestro sistema de vida, nuestra economía y Sistema es imposible. Si acaso transformarlo poco a poco. Incluso diríamos que además de imposible, no es recomendable pues eso supondría una hecatombe, una gran revolución. 

Pero hay que añadir también el derecho y capacidad de defensa de lo que deseamos cambiar. Nada ni nadie  que sabe que va a desaparecer pone sencillo el abandono. Y si tiene poder menos todavía. Por ello son muy complicadas las revoluciones totales, y menos todavía que estas sean duraderas.

El poder no se pierde con facilidad, y menos en pocos tiempos. Así que podríamos asistir a unos cambios muy notables, pero nunca a unas transformaciones que no tengan que afianzarse desde el pasado, pues eso no lo consentirían nunca los que ahora ejercen el poder de ese pasado que se quiere cambiar. 

Quien tiene el Poder tiene también una gran capacidad camaleónica de saberse transformar de color y seguir optando al Poder aunque sea con otro traje, otras ideas, otras ganas y formas de estar acompañado.

Las Transiciones siempre son más sencillas y posibles pues se parte de la aceptación de todas las partes, donde todas ellas ganan y todas pierden. O eso creen en el momento. Es la clásica negociación pero a niveles máximos para cambiar “todo”.

Incluso en estos casos…: ¿Desearía una gran parte de la sociedad esos cambios muy potentes o simplemente se conformaría con la promesa de modificaciones y el reconocimiento de errores pasados? 

La seguridad es mucho más que la garantía de un futuro mejor. Y quien tiene que explicar los cambios y los errores lo sabe.

La pandemia nos ha llevado a una situación de necesidad de transformaciones por simple seguridad, pero sin perder la certidumbre y el miedo que todavía conservamos. 

Así que el gran trabajo de todos los que gestionan lo público es mantener la tensión y el miedo y ofrecer cambios que no supongan alimentar más temores sino al contrario, más seguridades. 

Lo de menos es que sean eficaces los cambios, sean creíbles, sean los necesarios. Si no lo son hay que saber venderlos como tal, pues tras un periodo largo de crisis global —en la misma medida en que estamos más cerca de que estalle por encima de ella otra crisis violenta— es muy recomendable evitar más problemas pues llegaría en el peor de los escenarios para la defensa social.

Así que parece lógico suponer que se producirán cambios —algunos profundos— pero no revoluciones, pues aunque hay una gran parte de la sociedad muy cabreada y empobrecida, se van poniendo parches para mantener la cuerda muy tirante pero comprobando en todo momento que su tensión no sea tan fuerte como para que se rompa. 

Si algo falla y al final todo estalla, será culpa de quien controla la tensión de la cuerda que sujeta el Sistema.

Julio M. Puente Mateo

¿Para qué sirve el miedo? ¿Tanto miedo da el miedo?

No hay mayor y mejor herramienta para controlar a las sociedades que el miedo, es un proceso humano, ancestral, animal incluso, por el que puedes dominar a sociedades enteras de forma eficaz y sin violencia. Si logras inocular el miedo, luego puedes aparecer como el salvador, como el que ha gestionado las respuestas y las soluciones. Primero contagias de miedo a las personas, pero gestionado de forma gradual para que no se convierta en desbandada. Luego, una vez que ya has logrado que se entienda el miedo como un problema que tiene solución, debes aparecer como el que domina las gestiones para resolver el problema que has creado.

Es importante que no se note que está creando miedos, sino que se admita de forma positiva que estás informando de que algo grave está sucediendo.

Y es importante que nadie note que a la vez que se informaba de un miedo gestionado y cocinado, se conocían ya las vacunas para poder dominar los problemas en el momento en que se necesitaban.

Lo curioso es que este proceso de miedos y soluciones, que viene utilizándose desde hace muchos siglos, no siempre es bien conocido por los que gestionan las soluciones. Ellos mismos también tienen miedos, y eso es lo importante para que nos creamos todos que el miedo es real. Quien lo debe gestionar se lo debe creer totalmente, pues si no, se nota el trampantojo.

El infierno es un miedo. Pero también lo es la enfermedad, la pobreza, la violencia, la inseguridad, la guerra, el hambre, el futuro, el desamparo social. No todos estos miedos tienen sentido de control social, sobre todo no lo tienen de forma constante. Eso depende de los tiempos. a veces se utilizan unos y a veces otros.

¿Y quién quiere controlar esos miedos para meter miedo? Pues también depende del momento histórico. Digamos que es una herramienta a medio camino entre la nada y la violencia extrema. Y que hay muchos grados de miedos. Saber gestionar los miedos es saber dosificarlos.

Imagínate que te cuentan en un medio de comunicación que las vacas se están volviendo locas, que les entra una inflación en la cabeza. Esa misma nota de prensa hace que se deje de consumir carne en un porcentaje tremendo. Ya no somos libres para comer carne de ternera, por si acaso. No necesitamos contrastar la noticia, no podemos tampoco hacerlo de forma fiel. POR SI ACASO dejamos de hacer algo. 

Entenderemos necesarios los recortes que impidan la venta de carne, la necesidad de cocerla con mascarillas o sin salir de casa, impedir que intercambiemos esa carne con nuestra familia por si los contagiamos será algo que nos ordenan por nuestro bien. Ante el miedo no razonamos, simplemente obedecemos. 

No soy negacionista aunque entiendo que lo parezca. En estos momentos en el mundo hay una pandemia muy grave que nadie sabe hasta dónde puede llegar, incluso analizando este abril mayo de 2021. Los datos de India son tremendo ahora y tampoco hay una seguridad en los motivos de este crecimiento. El miedo también atenaza a los que tienen que gestionar el problema. Con ver algunas intervenciones balbuceantes de algunos políticos se nota claramente que hay mucha responsabilidad contenida en sus palabras.

El miedo les y nos domina. Pero para buscar y encontrar soluciones no nos podemos dejar llevar por el poder de los miedos. ¿Quién los gestiona para hacerlos crecer o dominar, disminuir o modificar? ¿De verdad creemos que nadie? Muchas de las medidas que se han tomado se han decidido con el miedo encima. Y muchas de las pérdidas de tiempo para tomar decisiones, e incluso muchas de las decisiones no tomadas están mediatizadas por el miedo. 

Toda decisión es una selección entre varias posibles decisiones. Si se toma una, se deja de tomar otra. Esto sirve para decidir el tipo de confinamiento, la prioridad de las investigaciones, el crecimiento del Sistema de Salud, la obediencia a la OMS o al Consejo de Europa, el cierre de la Cultura, el Turismo o el Ocio. El tipo de hospitales que somos capaces de construir en 14 mes de pandemia, la terrible decisión de a qué tipo de pacientes se prioriza siempre en contra de otros.

Pero el miedo, mal gestionado cuando es miedo brutal, es la peor herramienta para las soluciones. Sacar a Capitanes Generales a gestionar los miedos es crear más miedos de los negativos. En cambio no sabemos utilizar esos miedos en modo positivo, dándole la vuelta. Un ejemplo.

Si en el pueblo de Tararí de los Bosquejos hay una fiesta de 150 personas, no es necesario poner una multa a 150 personas que nunca van a pagar y que sirve para meter miedo a los que no han acudido a la fiesta. Es más eficaz (creo) hacer un seguimiento brutal de los contagios de esa localidad. Si crecen los contagios y los muertos hay que sacarlos tumbados en los hospitales, hay que acudir a los entierros y entrevistar a las viudas. Y si no hay un aumento de contagios hay que admitir que igual por una fiesta no se aumentan los contagios. 

Tal vez en marzo de 2020, cuando nadie teníamos mascarillas y hoy nos sobran, había que haber obligado a todas las televisiones a emitir un programa de una hora de duración y en máxima audiencia, explicando como cada uno de nosotros en nuestras casas debemos fabricar mascarillas para nosotros mismo y para nuestros amigos y familiares mayores. Era tan sencillo como colgar en web patrones, tutoriales, etc. 

Tal vez en ese mismo tipo de programas obligatorio habría que haber explicado hace muchos meses que "tocar" no es ni de cerca tan peligrosos como respirar sin ventilación. Que no hay que limpiar las suelas de zapato con alcohol sino abrir mucho más las ventanas aunque haga frío, sea en casa, en el autobús urbano o en las escuelas y oficinas. 

Julio M. Puente Mateo

Si no ponemos insecticida social contra los gusanos, al final se convierten en mariposas hermosas, listas para poner huevos


Ya sabemos que no cabe ninguna duda (nunca la hubo entre los demócratas) que los sobres con 7 balas SÍ fueron enviados a los políticos de la izquierda, pues el propio Correos ha hecho públicas algunas imágenes tomadas por sus escáner y que no sirvieron para evitar la llegada a sus destinatarios de estas balas. Fallaron los sistemas de seguridad. Ahora toca saber quién hizo el envío, con qué intenciones, bajo las órdenes de quién se efectuaron, de qué manera se pueden conseguir tantas balas de uso militar, etc. 

Si grave es que unas balas lleguen al destino de la amenaza, hasta los domicilios particulares de políticos, más grave es que este triste y peligroso hecho se quede impune y además se utilice por otros fuerzas políticas para jugar a joder, para manipular a la sociedad, para imponer criterios violentos. No es la primera vez que se amenaza a la izquierda en España en estos últimos meses de matarnos, de fusilarnos, para meternos miedo y hacernos callar. 

Hay que ser inteligentes, no caer ni en el miedo ni en la provocación. Pero no olvidar el contra quién van, ni tampoco que estos procedimientos, muy conocidos en ciertos ámbitos, deben ser resueltos con urgencia y de forma contundente. 

Si no ponemos insecticida social contra los gusanos, al final se convierten en mariposas hermosas y poner muchos más huevos para que nazcan muchos más gusanos.

Los cuatro factores que buscan las empresas antes de contratar

Si eres universitario o alumno de FP en busca de trabajo, si acabas de terminar tus estudios y quieres poner en valor tus conocimientos y la formación recibida, no lo dudes, exige en la medida de que sea posible (parece menor a la que realmente es) un puesto de trabajo digno, en unas condiciones laborales dignas, no solo de sueldo, que también, sino de proyección, de condiciones, de capacidad para seguir formándote. 

Sobre todo porque en las empresas van a exigir de ti unas competencias dignas, pagadas con un sueldo escaso. 

¿Y qué condiciones van a valorar más en las empresas a la hora de elegir al candidato para contratarle? Pues cuatro, principalmente y por encima de todas las demás.

Honestidad personal y laboral

Compromiso con la nueva empresa y trabajo

Capacidad amplia de seguir aprendiendo

Saber trabajar en equipo

Aprende a saber valorar estos factores tuyos y a dejarlos claros en las entrevistas, pues son los que más están buscando a la hora de contratar a nuevas personas. Y si crees que en algunos fallas, aprende, aprende y aprende.


24.4.21

Pandemia (27) Los movimientos de las personas son imparables

Esta pandemia del COVID 19 NO está afectando por igual a todos los continentes, ni en el número de contagios ni en el de fallecidos por gravedad de la enfermedad, ni tampoco los aumentos se producen en el mismo tiempo. Además es cierto que en algunas zonas el número de jóvenes es mayor o que incluso en medio mundo la falta de una Sanidad organizada hace complicado dar por buenas ninguna de las cifras que se publican sobre algunos países. Aun así es cierto que se detecta una menor incidencia en África y en Asia hasta que en esta primavera de 2021 la pandemia está afectando brutalmente a India, lo que supone también una factura mucho menor en algunos países para volver a la situación anterior. Es como si esta pandemia afectara mucho menos a algunos países pobres y sobre todo a los menos globalizados. Que parece lógico.

Pero no vamos a incidir en estos datos ahora, al entender que los problemas que vendrán en el futuro podrían tener otras derivas diferentes. No hay territorios más o menos seguros, sino grupos de sociedades menos o más afectadas por la pandemia. Y eso sí será determinante a la hora de saber de qué forma las personas se moverán en el futuro, empujados por sus propias necesidades. 

Nadie se mueve del lugar de nacimiento si cree que está bien o que al menos está igual a otros sitios a los que puede acudir. Y al contrario, las personas tienden a escapar, huir, marcharse, cuando las diferencias de calidad de vida, de posibilidades de futuro son enormes entre el lugar de residencia y los posibles lugares nuevos a donde acudir a buscarse un futuro nuevo.

Y la palabra clave es precisamente esa: FUTURO. 

Si nos fijamos en los flujos de inmigración, siempre son practicados por personas jóvenes. No es que los mayores no sepan diferenciar entre sociedades, tampoco que sean cobardes y no se atrevan a dar el salto hacia algo nuevo, es que simplemente admiten que les queda menos futuro y que además ya tienen una cargas familiares a sus espaldas que les dificulta el escapar a buscar nuevos horizontes mejores. 

Pero sobre todo es que las personas mayores medimos de otra manera el riesgo de irnos con los años de posible ventaja que noss quedan si sale bien la huida, y en los jóvenes se ven más compensados por el riesgo. 

FUTURO es la clave. 

Futuro para las personas, y futuro como elemento imparable de esta realidad que ha venido para quedarse durante muchos años entre el mundo occidental como receptor y “otros mundos” como posibles repetidores y emisores.

Y en ese análisis es imparable que se produzcan inmigraciones cada vez más contundentes desde diversos espacios sociales hacia un mundo occidental en decadencia. Vienen ya desde África por el maltrato al que hemos sometido sus espacios además de por su clima y sus pocas posibilidades de salir de las autocracias. Vienen desde Asia pero empleando métodos más legales de llegada a Europa o América lo que les facilita su asentamiento comercial sobre todo como fórmula de trabajo. Se mueven mucho desde la Iberoamérica o Centroamérica pobre hacia otras zonas económicas con más posibilidades.

Y esos movimientos migratorios que siempre han existido, ahora son más rápidos y fáciles por efecto de las necesidades, de lo sencillo que es saltar fronteras teóricas y sobre todo por la contundencia con la que les bombardeamos con nuestras formas de vida.

Una de las primeras cosas que veía un niño del África del Norte hace un par de décadas eran series en televisión de Francia, Italia o España. La vida que se refleja en esas películas es muy diferente a su propia vida. Y es lógico que todos ellos, los jóvenes sobre todo, busquen alternativas, comparen, decidan sobre todo estudiar mucho, aprovecharse de sus oportunidades y si pueden escapar, incluso para ayudar a sus propias familias.

Eso no es tan sencillo con las sociedades subsaharianas, pero lo intentan con más fuerza todavía para escapar de todo lo que representa el abandono de sus espacios vitales. Y esta realidad no es posible pararla simplemente poniendo vallas altas ni tampoco modificando leyes de frontera. 

Sabemos que la solución pasa por dotar a esos países de sistema de gobierno democrático, de supervivencia a costa de más empresas y de un uso de sus propias materias primas y del Primer Sector que les beneficien a ellos como moradores de esas tierras. 

Todo lo que no sea analizar las opciones para que encuentren FUTURO en sus propias zonas de nacimiento supone un deseo imparable de emigrar. Entender que cerrar fronteras es un mecanismo de defensa de Occidente es de tontos sin concepto de la historia. ¿Os cuanto por qué los Bárbaros invadieron Europa?

Decía antes que además, la civilización occidental está en unos tiempos decadentes y para ello nada como ver el siguiente gráfico. 



El número de hijos por mujer supone el análisis más sencillo del recambio generacional de las sociedades. si en los países occidentales tenemos menos de 2 hijos por mujer cada vez seremos menos habitantes. Si los países pobres o en vías de crecimiento o con capacidad para emigrar a otros países tienen más de dos hijos por mujer, queda claro que es cuestión de unas décadas el que la sociedad mundial cambien.

Y es verdad que en la medida en que las mujeres emigran hacia sistemas más occidentalizados se frena el número de sus hijos, pero es una cadena casi imparable y los números son tan diferentes que es muy sencillo asegurar que el futuro será ya no será de controles contra la emigración desde los nativos del mundo occidental, sino que serán las nuevas generaciones de las personas emigradas hacia el Primer Mundo las que gobernarán en los países democráticos y los que pondrán los frenos que ellos consideren mejores en cada momento.

Posiblemente los sistemas de control de fronteras de los hijos de emigrados, serán más duras de las que ponemos nosotros, los actuales nativos para con sus padres, pero ese es otro tema.

Lo cierto es que la pandemia actual mueve y acelera el mundo, mueve los cimientos, debilita sistemas, entran en conflicto las economías, y eso sin dura generará unos nuevos conceptos de control hacia la emigración sin control. De hecho en Europa han crecido en los últimos años muchos partidos políticos claramente anti emigrantes, lo que no les garantiza el éxito de sus ideas, no porque no puedan llegar a sus gobiernos, sino por ser imparables algunos aspectos globales de las emigraciones.

Europa y los EEUU son las zonas que más problemas están poniendo para admitir la llegada de nuevos habitantes desde fuera, pero no siempre es una buena decisión si analizamos incluso egoístamente nuestra capacidad de mantenimiento de nuestra propia riqueza industrial. 

Es previsible que en pocos años la zona de China pero también sus alrededores del Sudeste Asiático serán los gestores de un Nuevo Orden Mundial, liderando lo que como no se espabilen van a perder los EEUU. Eso puede mover también hacia esos países parte de la emigración que vino en anteriores décadas hacia Europa. ¿Somos conscientes en España y en Europa el tipo de trabajos que realizan las personas que no han nacido aquí y a los que tratamos in inteligencia social?

Podemos visitar por ejemplo los mataderos ganaderos de zonas rurales aragonesas, o los campos rurales en periodos de recogida o de plantación, o incluso podemos analizar quien está cuidando en la actualidad de nuestros mayores, y en algunos países quienes son los que dan servicios comerciales de barrio en las grandes ciudades con pequeñas tiendas de todo tipo.

Estos nichos de trabajo y de economía algo básica no son cubiertos por familias nativas sino por emigranes. Y si un día desaparecieran por el efecto llamada de sus propias economías tendríamos un problema. Pero además en España hay pueblos donde las escuelas se mantienen por los niños de los emigrantes que han llegado a vivir a sus zonas. Incluso ya hay asociaciones de diverso tipo general y abiertas a todo el mundo que son mantenidas y alimentadas por personas que han llegado a España hace pocos años. 

Su implicación social va en aumento, como lo van las ganas de estudiar y de aprovechar de los estudios de los jóvenes que son animados por sus padres para aprovechar de un sistema educativo que nosotros mismos a veces no nos gusta.

La pandemia va a empujar todas estas divergencias de funcionamiento, y en ellas las personas que están mucho más agradecidas de los Servicios Públicos que nosotros —pues ellos han visto y disfrutado unos servicios sanitarios y de seguridad mucho mejores que lo que conocían en sus países, mientras que en nuestro caso ha sido al revés— están tomando conciencia de que lo que hay es muy bueno y que hay que cuidarlo. Y para ello están entendiendo mejor que nosotros que hay que PARTICIPAR y se abren a ello, algo que nosotros no queremos hacer, excepto criticar ferozmente.

Estamos en tiempos en los que todo parece acelerarse, en los que los movimientos van a venir multilateralmente a veces sin control ni previsión, y hay que estar atentos a los cambios suaves pero que poco a poco se van a ir asentando. Hay que tener observancia con los que parecen débiles pues son los que muchas veces necesitan demostrar más su capacidad de gestión a base de zapatazos encima de la mesa del mundo.

Y hay excesivas piezas encima del tablero del mundo, por lo que cualquier golpe haría caerse muchas piezas que ahora se sujetan con alfileres. Desde Países Árabes a Venezuela, desde Irán a Afganistán, desde la Corea Mala a unas relaciones con Rusia nunca resueltas.

Uno de los asuntos que más pesan entre los (algunos) ciudadanos españoles aunque no siempre se diga, es el miedo a la decadencia social, a la decadencia como Grupo o como sociedad o como país. Durante unas décadas España fue la nación líder del mundo. Y por nuestros propios errores políticos y tácticos, sociales también, fuimos perdiendo importancia y poder, convirtiendo a España en un país sin trascendencia real.

Pero en un país en donde se puede vivir muy bien si tienes suerte, en donde la calidad posible de vida es muy alta. Estas opciones como país cuestan mantenerlas, no es sencillo ser un “gran” país, y este temor con la pandemia, el de perder nuestra alta calidad de vida, existe y va creciendo, aunque se note desde diversas ópticas.

La decadencia de un país es simplemente el resultado de la decadencia de las personas de ese país. 

Los países no existen como tales, existen las sociedades, las personas, los grupos de trabajo que configuran una sociedad y un país con todo lo que eso lleva encima. Y en esas estamos, observando que nuestras incapacidades en realidad nos están enseñando el camino de la decadencia. Creíamos por ejemplos que la Sanidad o los Servicio Públicos como la Educación o la Justicia, eran en España fabulosos, muy baratos, de gran calidad, rápidos.

Y con la pandemia estamos observando en la cara que nuestro sistema de funcionarios es obsoleto, corporativista, franquista en su fondo, absurdo a veces, y que se salva por el trabajo agotador de unos pocos contra el nulo compromiso de sus propios compañeros. Quien es funcionario puede optar por creer que está al servicio de su sociedad o por creerse que ya tiene el futuro de toda su vida resuelto. Se crea una cosa o la otra sirve para afianzar el futuro de España. Sin banderas, sin himnos, simplemente con el trabajo, que es lo único que sirve.

Todas las civilizaciones han tenido un ascenso generalmente rápido y una decadencia generalmente lenta. 

La que hoy conocemos como occidental está en una Fase como poco peligrosa para su futuro, y la pandemia no ha hecho más que apretarle las tuercas de sus necesidades, de sus planteamientos ya viejos. Durante excesivas décadas del siglo XX y las dos primeras del siglo XXI hemos estado trabajando en el muy corto plazo.

Estábamos seguros de que nuestro sistema era infalible, duradero, casi eterno, y no hemos planificado unos análisis a medio siglo vista, algo que sin duda es complejo y poco habitual. Lo llaman el Síndrome o el Pensamiento de las Catedrales. En siglos pasados las planificaciones de las ciudades o de los grandes monumentos se hacían a siglos vista. Nadi podía ver terminado las grandes obras que se comenzaban.

En estos tiempos todo parece haberse acelerado. Somos capaces de hacer una Gran Obra Pública en muy pocos años y nos hemos convencido de que todo lo demás iba a ser así. Seguimos convencidos de esto. Y realmente las grandes obras como cambiar el Modelo de Sociedad, requiere de muchos años. Ya no será necesario esperar cinco siglos, pero tal vez sí cinco décadas. Y en esos (muchos) años hay que planificar, revisar y seguir planificando.

La Sagrada Familia de Barcelona no es hoy —a pocos años o décadas de ser terminada— igual a como la diseñó o la pensó su arquitecto inicial. Y es lógico pues los materiales, los usos, las personas que hay hoy son muy diferentes a las que había en 1882. En estos 150 años de duración de obras todo ha cambiado tremendamente. Cualquier gran obra humana termina siendo distinta a su proyecto.

Cuando un país, una sociedad se agota, se agosta incluso, las consecuencias van viniendo poco a poco pero sin cesar. La desafección, el nihilismo, la sensación de gobierno cada vez más duro y alejado de su sociedad, los problemas que crecen, el futuro incierto y nuboso, el relleno de todo lo que falta con asuntos vacíos y sin importancia real para el devenir de las personas. Y esa es la sensación que ahora se tiene con unas constantes bajas, con una respiración asistida, con la idea de que todo esto nos está superando a todos.

Cuando las personas dejan de ser lo importante para convertirse incluso en un estorbo social, cuando las personas se enfrentan por lo más mínimo en posiciones imposibles de lograr o encontrar caminos intermedios, es que algo grave puede saltar si lo hace una simple chispa. Así que hay que estar muy atentos. La incapacidad de una vacunación masiva es el último toque de atención de que las personas que gestionan el futuro están elevando al grado de incapacidad social.

Si algo ha dejado claro esta pandemia es su capacidad de hipnotizar a la sociedad, de apagarle su deseo de queja, excepto desde el sillón de su casa a través de las Redes Sociales. Nunca antes la sociedad había sufrido situaciones similares, y sin duda además de aceptarlas ha entendido que no se puede hacer otra cosa más que sufrirlas. 

No es cierto pues ante cualquier situación siempre hay muy diversas formas de actuación, pero en este caso y durante un año al menos estamos viendo que el silencio social es un buen acompañante, excepto por algo curioso. Una buena parte de la sociedad ha optado por saltarse las normas e intentar seguir haciendo una vida muy similar a la de antes, incluso con el morbo de saber que se está pasando por el Arco del Triunfo las normas.

Pero esa sociedad normalmente era poco gritona y exigente, una parte de la sociedad apática y egoísta que nunca ha planteado quejas fuera de su entorno de barra de bar, y que nunca ha participado en casi nada para mejorar su sociedad. El “todo vale” lo ha convertido en su lema, aunque en realidad simplemente lo que ha sucedido es que sigue haciendo la misma vida nihilista que antes, pero ahora se notan más sus egoístas decisiones, comparadas con las que tomamos el resto de personas. 

Creen que no merece la pena obedecer pues no sirve de nada y todo es simplemente una situación que nadie sabe dominar o que incluso la han creado los mismos que la intentan mal gestionar. No son negacionistas pero les falta poco, simplemente son personas que no creen en el valor de la sociedad como grupo.

Tal vez, tras conocer los acontecimientos sucedidos en los EEUU con el asalto al Capitolio arengados por su propio Presidente Trump, uno debe reflexionar todavía más sobre el momento actual de unos años en los que vamos abandonando la política en manos de unos incapaces, por simple desafección del resto que insulta en vez de trabajar, para alimentar la idea fácil de que el futuro diferente ya está aquí aunque no lo queramos ver, y que las situaciones de las personas, incluso en los EEUU, puedan ser las protagonistas a poco que los dirigentes no sepan qué poder tienen en las manos, y que no es solo el de apretar o no el botón nuclear.

Si nos conformamos con tener a los más tontos como políticos, a costa de degradar la función pública, de empobrecerlas a costa de insultarla, nos encontraremos cada día con más facilidades para que las personas equivocadas que no tienen futuro, quieran construir el suyo propio a costa del de todos los demás.

Julio M. Puente Mateo

Hablemos de sueldos en España ¿Te interesa saber lo que se cobra?


Pocas cosas tenemos en nuestra sociedad actual tan en secreto como los sueldos que cada uno de nosotros ganamos en nuestro trabajo. En vez de hablar desde algunas posiciones politicas de lucha de clases, deberían hablar de luchas por la claridad, por la informacion, por escapar de las trampas que nos ponen desde dentro del sistema. Es mucho más eficaz y fácil. Pero parece imposible. Tampoco los sindicatos están por la labor, pues ya no quieren ser Sindicatos de Clase, sino Sindicatos de Gremio.

No sabemos lo que gana el vecino, nuestro amigo, el compañero de trabajo o el hermano. Nos lo imaginamos, es un más o menos, pero no lo decimos como si mantener el secreto fuera bueno. 

Y en realidad a los únicos que beneficia es a los que mantiene el sistema de desigualdades. Decía Platón en su "República" que los sueldos no deberían ser más de 5 veces distintos entre el más bajo y el más alto. En algunas cooperativas (como en Mondragón) el tope está puesto en 6 veces. Pero en las grandes corporaciones en donde los sueldos se cobran de muy distinta forma, y estoy hablando de empresas de EEUU, los sueldos van desde los 40 a los 400 escalones. 

¿Que para qué sirve saber lo que cada uno gana? Pues para mucho más que saber todos los cotilleos que nos machacan directamente en los medios sobre la vida privada de muchas personas. Tu tienes un oficio y dentro de él un puesto en el organigrama. Y no puedes saber lo que cobra una persona igual que tú en otra empresa de tu ciudad que tenga la misma responsabilidad. 

Mucho menos puedes comparar ese sueldo con el de otra ciudad de tu país y ni te cuento saber si el sueldo es ligeramente comparable a lo que se cobra en otros países. Los sindicatos no son capaces de valorar el arma de la información como una excelente posibilidad de igualar categorías. Por arriba, claro. 

El sistema juega ahora con el techo de los mileuristas, consiguiendo con ello varios objetivos. Uno, que todos cuando empiezan tengan una meta baja y asequible. Los 1.000 euros. 

Dos: sirve para que todos los que ganen más de 1.000 euros sepan que ganan más de lo que se considera una meta y que por ello no se atrevan a fijarse una meta mucho más alta. 

No dicen nunca —el sistema se lo calla— cuánto ganan los directores de área o los gerentes, que sería lo lógico para que cada uno de nosotros aspirara a una meta superior y por ende a mejorar la sociedad en una lucha por alcanzarla. No. Esos puestos los dejan para la elección directa. 

La lucha del currito la enmarcan entre los mil euros. Una trampa que nadie rompe. ¿Para qué queremos la formación continua si no tenemos una meta atrayente? ¿porque no es capaz todo el sistema de ofrecer el máximo como meta, y de esa forma intentar que cada uno mejore todo lo que pueda en busca de ese escalón? Y si no es posible ganar más de 1.000 euros netos al mes por la propia economía y sus problemas, al menos que no suban los sueldos de los de más poder económico, para repartir los problemas.

Pues porque los que dan las cifras y manejan los hilos están en esos escalones y no quieren visitas que quieran saber, no desean extraños. Bien, vamos a dar unos datos para finalizar. 

Un mando intermedio puede salir con un sueldo medio de entre 2.000 y 3.000 euros netos al mes. Depende de puestos y ciudades. Un buen oficial en un puesto con responsabilidad limitada pero responsabilidad, puede salir entre 1.500 y 2.200 euros netos ya limpios de impuestos. Un gerente se moverá entre los 3.000 y los 6.000 euros mensuales limpios mas incentivos y sueldos en especie. Y luego están los "especiales" que esos dependen de muchos factores.

Cuando hablo de sueldos limpios se debe pensar que los impuestos son porcentualmente mayores cuanto más altos son los sueldos, por eso si se analizaran en bruto las diferencias serían mayores. Y que a partir de ciertos escalones van acudiendo en su ayuda los sueldos en especie, desde seguros de vida o enfermedad a dietas, coche, acciones, colegio para niños, regalos, viajes o las últimas modas consistentes en trabajo y sueldo para familiares, imposibles de calcular.

Sobre bibliotecas y otros menesteres descatalogados


En un edificio privado zaragozano de cuyo nombre no quiero dar pistas me enseñaron la biblioteca que tienen en un sótano inmenso lleno de salas de gran tamaño. Calculo que entre 100.000 y 200.000 libros se escondían a oscuras entre sus estanterías guardando datos de varios siglos de trabajo escribiente, pues las encuadernaciones delataban muchos libros con siglos en sus encuadernaciones. 

Parte de ellos ya estaban catalogados desde hace años pero de forma analógica, con fichas en papel hasta que el bibliotecario particular falleció. 

Pero después han seguido llegando miles de libros desde los mecanismos que había puestos para que no se perdieran en el limbo los que dejaban de tener dueños conocidos, y esos a falta de archivero han llegado con sus tejuelos propios o totalmente en vacío lo que complica aun mas cualquier modelo de archivo que actualice lo que llega de nuevo. 

Tener 2.000 libros en una biblioteca particular es sencillo para su dueño pues la propia memoria funciona hasta más o menos esa cantidad. Pero a partir de este tamaño de biblioteca es imposible controlarla si no hay un método válido, hoy ya un sistema digitalizado. 

Pero en este caso no hay nadie que lo pueda realizar lo que nos llevó a tener ante mis ojos una inmensa biblioteca casi muerta, muy bien conservada pero en cierta medida inútil pues no es nada fácil sacarle jugo. 

Como además de ser privada hay constancia de que es valiosa, las personas que puede acceder a las consultas para hacer investigación son muy pocas. Tal vez en algún siglo alguien descubra este tesoro.

23.4.21

Seguir jugando a ser violentos es peligroso y está escrito el final


Que la política entre en España a los enfrentamientos directos entre personas e ideas es un gran error que pagaremos sin duda y caro. La culpa es de nosotros, no de ellos que simplemente juegan a "…y tú, más…" pero todos nosotros parecemos incapaces de parar estos tumultos de violencia cultivada, regada y recogida de momento de poco en poco, a modo de pellizcos. Podemos seguir jugando a esto, sin saber parar a los violentos verbales, y a los violentos de gestos. A mi me la sopla por edad, pero os recomendaría leer uno de los cientos de libros que hablan de estos temas y todos llegan a la misma conclusión. Mucho cuidado con las tonterías, pues las carga el Diablo.

Lo mejor es llegar a saber los motivos de esta violencia. Nada se hace sin motivos, todo se planifica. 

Hemos dejado abierta la puerta de los bichos y ahora encima los vamos alimentando. No sirve de nada ni la censura, ni las exabruptos contra los tontos de la palabra, contra los violentos viejos de cabeza y jóvenes de edad. 

Simplemente hay que ser más inteligentes que ellos.

Y aquí, entre los que debemos cambiar de táctica (si queremos) están en primera línea los medios de comunicación, que se han equivocado de límite, de ajuste entre lo que es libertad y lo que es inteligencia social. Pero hay que dejarles hacer, y rezar aunque no seamos religiosos para que en algún momento se den cuenta, y para que ese momento no sea ya demasiado tarde.

A mi no me gustan todos los políticos, incluso diría que muchos de los que creía que me gustaban los veo torpes y lelos. Pero nunca jugaría a joder a mi territorio, a mi sociedad, pues sé qué consecuencias trae eso. Os voy a poner un ejemplo sencillo y de fuera de España, para que se entienda mejor, pues aquí entre nosotros ya no queda nada donde fijarse.

Iros una semana a Alemania, un viaje organizado (que los hay) para mostraros los residuos de la Historia de Alemania de los años 30 a los años 80 con guías especializados en contar la historia de forma neutral. 

Un periodo amplio en donde se pueden ver todavía los destrozos de la guerra, los edificios reconstruidos, los enormes espacios que el ejército de Hitler empleaba para sus desfiles, las campos de concentración, algunos museos, algunos barrios muy distintos entre las dos zonas de la Alemania partida, los edificios históricos de los juicios, de los gobiernos, de los errores. Y luego volveros con más responsabilidad para intentar evitar que entre unos y otros, entre todos nosotros seamos tan tontos como para no ver los peligros.

Un enorme periodo que para ser completo debe ir desde 1923 a 1989. Son 66 años como en España fueron casi 40 años. Las sociedades muchas veces avanzamos dando pasos atrás, y casi siempre sin darnos cuenta, de la forma más tonta y leve que nos podemos imaginar. Por bobas casualidades que nadie es capaz de imaginar ante la historia. 

Un clima social que nadie detecta, un intento de Golpe para hacerse con el poder en el año 1923, y una sociedad cansada y efervescente en constante aceptación de la violencia, pues no iba contra nadie en concreto, contra el YO como si no existiera en la historia el NOSOTROS. El final en 1989 lo conocemos. Pero entre medio hay mucho dolor, hambre, destrucción e injusticias.