Es imposible (o casi) soportar la entrada en la cárcel de la persona que habías elegido para ser el Número 2 de tu partido (no cuento el cargo de Presidencia del partido por ser más honorífico que ejecutivo), sin que te tiemblen las canillas.
Escuchar a María Jesús Montero decir que la entrada en la cárcel de Santos Cerdán no tiene nada que ver con el PSOE…, es reconocer que nos está tratando de imbéciles. O que está mareada. ¿Alguien le puede decir que el trabajo de Santos Cerdán era un encargo personal del propio Gobierno?
Así que sí, a Pedro Sánchez le tiemblan las ideas interiores y aunque sabe qué debe hacer, no quiere hacerlo. En su momento yo ya comenté qué debería hacer para no perderse ante la historia. Y entiendo que algunas decisiones llevan su tiempo personal, pues no son nada sencillas.
Antes de mi opinión anterior ya había apuntado las dos únicas opciones que tenía Pedro Sánchez, las lógicas y de libro de apuntes. Y efectivamente, ambas tienen sus riesgos, pero no me sirve el de admitir que gobernar la derecha sea un drama pues eso, es ya inevitable, tras los errores cometidos por muchos.
Cuando España y sus bichos decidieron ir a por Podemos, desde muchos lugares por activa o por pasiva, nadie sospechó que aquello podía volverse contra cualquiera.
Es lo mismo que le sucederá al PP dentro de no mucho tiempo. Tampoco tendremos calma cuando gobierne mano a mano el PP con VOX, pues la calle saldrá a defenderse, y el Gobierno saldrá a pegar fuerte. Volveremos a 1975.
No están funcionando en España los sistemas de defensa democrática, si es que en algún momento fuimos capaces de entender que había que construirlos y que eso no iba a ser nada sencillo. Muchos creyeron que todo estaba ya asentado, y se equivocaron de largo.
Europa vive asustada, lamiendo el trasero de quien tiene las armas o quien es el matón de la clase de Primaria. La vida social son también ciclos, que se van repitiendo, recambiando, y ahora estamos entrando en uno puede que largo de los considerados malos por los que menos tienen y más lo necesitan.
La izquierda se tendrá que reconstruir (yo ya no, por edad) reformular sus ideas y planteamientos y volver a surgir desde otros espacios, con otras cañas y fuelles. Ya lo vimos en Francia, en Italia o Gracia, en Portugal, y ahora le tocará a España. No aprendimos de las barbas de nuestros vecinos.