Les decía el otro día a un grupo de amigos que me había planteado el colapso del sistema económico y laboral actual, que el propio “sistema” era capaz cuando quisiera, de crear millones de puestos de trabajo. La sorpresa por mis palabras no les llegó en ningún momento, simplemente debieron pensar que yo estaba en un día idiota, de los muchos que tengo.L
La UNESCO nos dice que se necesitan unos 70 millones de profesores de Educación Primaria y Secundaria, inclusiva y equitativa, si se querían cumplir los Objetivos del Desarrollo Sostenible del año 2030.
Efectivamente, no queremos y no lo haremos. pero eso no quiere decir que no sea necesario crear 70 millones de nuevos profesores, para atender las demandas de formación en TODO el mundo.
Según este estudio de la UNESCO, para el cumplimiento del objetivo sobre educación del Desarrollo Sostenible son necesarios 24,4 millones de maestros para la Educación Primaria y otros 44,4 millones para Educación Secundaria, según el Instituto de Estadística de la agencia.
Donde más es necesario corregir este déficit en educación es en el África subsahariana, donde son necesarios al menos 17 millones de profesores. Más del 70% de los países africanos más profesores de educación primaria y un 90% más de educación secundaria.
Según datos de UNICEF unos 263 millones de niños en todo el mundo se encuentran aún sin escolarizar.
"El sistema de educación a nivel mundial se está preparando para dar un gran paso y lograr cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de cara a 2030. Necesitamos recursos y apoyo para que los profesores puedan realizar su trabajo", ha aseverado la directora del Instituto de Estadística de UNICEF, Silvia Montoya.
En los países del sur de Asia sólo el 65% de los jóvenes en la región están escolarizados
Pero es verdad que me refería en aquella diatriba con amigos, al problema del empleo en España.
Curiosamente España es uno de los países de Europa con sueldos más bajos y que más desempleo tiene. Luego no debe ser la culpa el tamaño de los sueldos, sino otro motivo.
La productividad tiene mucho que ver con la formación, y volvemos a la necesidad de crear maestros.
Pero si analizamos el número de puestos de trabajo que se han destruido en España y donde se han destruido, veremos que a veces esa destrucción que nos afecta a todos, es parte también de nuestros hábitos y de nuestra culpa en silencio.
Las leyes laborales en España ayudan a destruir empleo. Pero nos cuentan otra vez la cantinela de los despidos tan altos. Los sindicatos no quieren escuchar, analizar, ponerse a trabajar más y de forma diferente, para resolver este problema.
La gasolina del problema nos la ponemos nosotros, en el Super acudimos a cajeros donde nos pasamos por el código de barras nuestros productos, la basura la separamos nosotros en hasta cinco o seis cubos diferentes, hacemos millones de horas extras sin cobrar, admitimos que los parques están más sucios que antes, soportamos que el médico nos de hora para dentro de 3 días en atención primaria o de seis meses en especialista. En las clases admitimos que haya más niños que hace 20 años.
Y queremos pagar menos impuestos, pues pagar impuestos está muy feo.
Pero los peores impuestos que pagamos como sociedad no es en una parte de nuestro dinero que hemos cobrado, sino en esa otra parte que NO hemos cobrado.
No se nos aseguran las pensiones, cobramos menos que antes, podemos terminar desempleados con más facilidad, y miramos los impuestos en el corto plazo y no como una cantidad que a lo largo de nuestra vida sirve para asegurarnos más y mejor los periodos complejos.
Para las dificultades queremos subsidios perfectamente medidos para que no pasemos hambre fuerte. Pero no sabemos exigir un puesto de trabajo.
Nos conformamos con que no nos toquen el seguro de desempleo, pero no sabemos exigir una formación gratuita para reciclarnos, para ser más productivos, un puesto de trabajo como es obligación según nuestra propia Constitución.
Artículo 35 de la Constitucion española
- Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.