8.3.24

El 8M y Eurovisión


Decía Flaubert que había que ser regular y ordenado en tu vida cotidiana, para poder ser violento y original en tu trabajo. En el mundo de las ideas, de las artes y del oficio de escribir ser violento y original tiene que ser de obligado cumplimiento; por tanto hablemos de feminismo y de zorras ya que llega el 8 de marzo y Eurovisión.

Zorra, parece ser el epíteto que ahora está de moda o demodé, diría yo, porque esto de llamar puta, guarra, zorra cuando se quiere insultar a la mujeres es algo del pleistoceno pero que contiene una realidad muy certera, cómo se valora la sexualidad y la independencia en la mujer o como se han llegado a confundir los términos con actitudes que se alejan de lo que se presupone. La canción de la Eurovisión con su “Zorra” (a mí ni fu ni fa su calidad musical), si tiene algún valor, es que genera controversia y con ella, aplicando el raciocinio y el sentido común (ya sé que en estos tiempos pido mucho) se pueden sacar agudas reflexiones o entendimientos entre ideas contrapuestas.

Si yo hace más de 20 años ya vi cómo el término feminista se tergiversaba e incluso cuando denunciabas algún caso de acoso laboral (una vez me pasó en mi vida) te salían con esto de que no te debían de gustar los hombres porque qué había de malo que accedieran a tus datos personales (hoy esto sería delito ya que hay una Ley de Protección de Datos), te llamaran a tu casa y te trataran como si fueras una elección entre un rebaño de ovejas. Diré que quien decía esto era una mujer de alta promiscuidad sexual (lo cual ya delataba su caos interno) y estímulos varios que eran la comidilla entre los que trabajábamos ahí. Porque vamos a decir una realidad que parece que, por esto de lo políticamente correcto, no se puede decir: hay mujeres machistas, inseguras, débiles que hacen flaco favor a las que venimos denunciando todos los comportamientos machistas. Ser feminista no es ser machista al revés. El feminismo para empezar se debe defender entre mujeres y hombres (no solo mujeres) y aquel no odia a los hombres, más bien se defiende de los hombres que odian y tienen un miedo o complejo de inferioridad evidente frente a las mujeres.

Una vez dirimido este punto pasemos a hablar de qué es lo que ocurre en las diferencias y batallas que hay dentro del feminismo, como ocurren en casi todas las ideologías, bien sean religiosas, políticas, económicas, sociales... Yo pertenezco a esto que llaman despectivamente Irene Montero y compañía el feminismo clásico, pero que es el que, en momentos crudos de este país, ha hecho que todas tengamos hoy en día derechos que antes eran impensables. Me postulo con la postura de la filósofa Amelia Valcárcel sobre el caos del último Ministerio de Igualdad y su Ley Trans (y cuidado que soy de izquierdas porque estamos en un punto que si criticas posturas ideológicas cercanas a ti ya te tildan fanática de Vox).

Así que en este como en todos los 8M se verán estas divisiones que han existido en el feminismo porque en demasiadas ocasiones impera el ego, la inoperancia, el sectarismo, la dictadura ideológica y una que desde que iba a parvularios no me ha gustado formar parte de ningún tipo de asociación, organización o grupo, porque si algo valoro es mi independencia y no me gusta mandar ni que me manden para tener una crítica constructiva que solo se puede hacer desde una libertad ideológica. Me da pena y rabia cuando observo a mujeres que, bajo postulados feministas, legitiman su postura débil, insegura, de patologías dependientes en teorías feministas y que lo único que hacen es dar valor al machismo al tratar con paternalismo al resto de mujeres como niñas traumatizadas y es cuando una, que es de naturaleza tranquila, (creo que he perdido los nervios tres o cuatro veces en mi vida por causas justificadas eso sí) le sale la vena contestataria.

La canción de la Eurovisión, Zorra, pretende con esta palabra incomodar o empoderar, pero cuidado con los empoderamientos encubiertos de una falsa libertad porque llevan a una esclavitud indigna. Está bien como un ejercicio que pretende sorprender con un insulto malsonante pero si no se sustenta en una base firme que dé igualdad entre los sexos no es más que un artificio que te puede hacer gracia durante un tiempo. Habría que analizar si en esta sociedad se valora por igual o se acepta los mismos comportamientos entre hombres y mujeres porque esto daría para varios artículos.

Si en este mundo, no empezamos a ver la llaga en vez del dedo que la señala como hacen los necios, máxima de Confucio, no encontraremos la clave para asumir entre todos el feminismo como se asume la defensa de los derechos humanos o del medio ambiente. ¿Por qué algo tan simple se enfanga, se tergiversa y, por desgracia, se politiza como en tantas otras cuestiones?

Olga Neri