20.3.24

Una de Ayusadas


Soy de naturaleza silenciosa y observadora, máxime cuando ves lo que tienes que ver y oír. Bastantes personas me han echado en cara que no hablo sobre los demás ni sobre mí y siempre pienso lo mismo que leí hace años: los simples hablan sobre las personas y, sobre todo, de sí mismos en términos halagüeños, por supuesto, los inteligentes sobre las ideas. Actualmente, los malos políticos hablan sobre ellos y sus hechos que en demasía intentan ocultar y trastocar.

He recibido una educación luterana desde mi niñez, es decir, no creerme toda la información queme llega sobre un hecho o persona y, si tengo un problema con alguien, abordarlo con esa persona sin envenenar ni manipular a terceros. Ya sé que esto actualmente es pedir demasiado, porque la ética de una buena parte de nuestros políticos es entre inexistente y maleable.

En el arte de la mala política, mucha gente la practica aunque no se dediquen a ello, la cuarentena es abominable. Los mensajes tienen que ser rápidos, expansivos, directos. Se sabe que en el corto plazo la gente, un tanto por ciento elevado, es manipulable. Ahí está la fútil victoria. Los mentirosos lo saben, por eso actúan por detrás y, sobre todo, acusan a los demás de mentirosos y manipuladores cuando los pillas (véase diferentes sesiones en el Congreso). 

Se sabe que en estos casos lo que hay que hacer es coger una silla, mentalmente hablando, sentarse y esperar que pase el tiempo. 

La política es como la vida: teatro finito en tiempo eterno y esclarecedor. Pero eso sí, mientras esperas, los destrozos están ahí y el asqueamiento de la gente también. No es casualidad el auge de la extrema derecha en Europa. Se ha normalizado el insulto, las humillaciones, los envenenamientos dialécticos y creo que, pasados unos años, todo esto revertirá porque el ser humano puede ser tonto pero no constante. El instinto de supervivencia siempre fue fuerte y salvador. Pero, ¿a costa de quiénes y durante cuánto tiempo?

Isabel Díaz Ayuso, es cortoplazista porque sabe que el tiempo la derrotaría y practica el “macarrismo” con una solvencia que ríete tú del personaje interpretado por Robert Mitchum en “La noche del cazador”; película estupenda del no menos estupendo actor, Charles Laughton, que se atrevió a dirigir esta obra maestra, denostada en su día, y que le impidió y le deprimió para hacer más cine y que de seguro hubiera dado más obras de arte en lo cinematográfico. Porque cuando se tiene talento, se tiene y punto, pero siempre están los mediocres para joderlo todo (y, sí, me gusta a veces utilizar palabras malsonantes).

Ahí está Ayuso que cual Diana cazadora lleva impresos en los nudillos de sus manos el hate y love (Robert Mitchum, again) que según las circunstancias muestra un mensaje u otro. Si saca el hatecontra sus oponentes dice aquello de que “a la política hay que venir llorado” y si muestra el loveconsigo misma dice que “esto es una persecución política” y demás cuestiones.

Las Ayusadas, si no afectaran a una mayoría, tendrían hasta su gracia; pero cuando perjudican y seleccionan quién se puede librar en un triaje pandémico endemoniado; quién puede coger el ascensor social desde la niñez a través de la educación en función de la solvencia económica de tus padres; quién puede curar su cuerpo según tu cartera; quién puede vivir dignamente, de nuevo, según tu cartera, porque esto del dinero, ya se sabe, it's very difficult todo esto, como dijo aquel que no sabía quién estaba detrás del M. Rajoy en los papeles de Bárcenas.

Porque todo resultado tuvo antes unos precedentes y hay que decir que las Ayusadas no surgieron porque sí, hubo toda una serie de gestos prepotentes, arrogantes, mentirosos que desdeñaron a los familiares del Yak- 42; vendieron viviendas de protección social a fondos buitres; redujeron el gasto público en educación; negaron cambio climático; salían ranas en estanques que tenían la esperanza de ser ibones cristalinos; convirtieron a España en una sala de fiestas de turismo barato y destructor de hábitats naturales; expulsó el talento científico que, al no hallar medios para desarrollarse aquí, fue recibido con brazos abiertos por los mismos extranjeros que invaden nuestra piel de toro porque hemos sido toreros de la nada y nos hemos lanceado con saña sin saber que el juego era a la inversa. 

Hay que lancear al que agrede y hay que torear la verdad pero con nobleza como hacían los griegos en la época clásica aunque, con una enorme diferencia, ellos dejaban vivo al animal; el espectáculo era visual. Ahora los espectáculos también son visuales y sonoros, pero para nada bellos de ver porque el ruido en lo personal y lo público impera sin saber que el silencio es la única respuesta.

Las Ayusadas (da igual el cariz político) continuarán en España y en el mundo y, si tienes las desgracia de estar en el sitio incorrecto y que aquellas te afecten, mírate los nudillos de tus manos y elige hate o love.

​​​​​​​​​OLGA NERI