18.9.25

Estoy cansado de hablar de política


El 9 de octubre de 2023 comencé un libro sobre Gaza e Israel, entendiendo desde el primer día que aquello iba a ser un punto grave de conflicto mundial, tras los atentados de dos días antes, desde Hamas contra Israel. No era nada complicado prever eso. Os dejo la portada provisional a la vista. No lo comencé pensando en publicarlo, todo hay que avisarlo.

El libro con 266 páginas, en donde recogía todo lo acontecido sobre el drama bélico y su historia del siglo XX, lo terminé en los primeros días de enero del año 2025, cuando ya era una constatación de que aquel drama iba a ser muy complejo de poderlo seguir desde mi pobre posición, pues se multiplicaban los datos, las noticias, y sobre todo las manipulaciones de todo tipo.

En aquel momento y desde casi el principio, detecté yo y casi todos, que a los palestino los íbamos a dejar solos. Cuando digo "los íbamos" me refería a todo el mundo. Incluidos el resto de palestinos de Cisjordania, los países árabes y Europa.

En aquel inicio de 2025, cuando decidí terminar con el libro, todavía Donald Trump no había tomado poder, pero ya había jurado qué iba a intentar hacer. Él hablaba de Paz en Ucrania y en Gaza en cuestión de días. Y yo NO me lo creí, pues no quise esperar a esa presunta Paz para poder cerrar el libro. Lo acabé por cansancio y dolor.

Después he escrito algo sobre este grave problema, no mucho, asqueado sobre todo por la incapacidad de Europa de tomarse este problema muy en serio. Es posible que la debilidad de Europa sea superior a sus capacidades de poderle decir a los EEUU y a Israel, que ya vale, que se tiene que acabar esto con suma urgencia.

En aquellos meses iniciales a nadie se le había ocurrido todavía transmitir a la sociedad mundial que la idea era arrasar y luego convertir aquello en un enrome Parque de Atracciones para ricos mundiales. No tuvieron pelotas, nadie, ni de imaginárselo. Hasta que llego el Pato Donald y decidió ponerse chistoso.

Ahora, en septiembre de 2025, unos meses después de rendirme con el libro, de sumar terrores y dramas a todo aquello, parece que quiere despertar lentamente y de forma muy irregular una Europa ya acabada. Las derechas extremas se han ido apoderando poco a poco de la opinión pública, y la izquierda se intenta defender en donde existe, sin saber muy bien qué hacer para revertir lo que se viene en breve en España, en línea con lo que sucede en Europa.

La sociedad no sabe bien qué va a perder. 

Hemos caído en las mentiras bien fabricadas y nos hemos dejado convencer. Es posible, desgraciadamente, que las violencias… no es que sigan, que también, sino que se contagien a más países, más cerca, incluso dentro de nuestros territorios. 

Unos juegan a sembrar violencias, y otros a mirar para otro lado.

A veces me pregunto si mi cambio sobre los temas que escribo, mi frenazo de hablar o escribir de política, es el correcto. Sé que no, pero ni mi edad me ayuda a seguir hablando de lo que ya no viviré, ni debo parecer un cascarrabias —o al menos intentarlo— ni debo incidir en lo que deben construir los jóvenes actuales. El mundo tiene que ser lo que ellos quieran.

Escucho a viejas guardias ya jubiladas, personas de gran nombre en el siglo XX e inicios del siglo XXI, hablar de estos tiempos, como queriendo advertir que vamos muy mal. Sé que los miran como quien ve una antigüedad, y eso me ayuda a seguir escribiendo de Arte Experimental, y no de política. Pero las tripas a veces me obligan a lo contrario.


15.9.25

Yo no soy Ni chicha ni limoná


Los siguientes pasos que dé la historia en este siglo XXI no están todavía escritos. No somos capaces de atisbar por dónde van a ir los pasos nuevos, ante lo que sin duda vemos hoy, que es una situación insostenible. O irá a mejor… o irá a peor.

Estados Unidos pierde influencia como líder del orden internacional, desmantela su propia democracia y parece que no deja de intervenir en las democracias de otros países que hasta hace poco se consideraban amigos o compañeros de viaje.

China, que ha surgido como gran rival geopolítico frente a los EEUU y a lo que llamábamos occidente, enfrenta las contradicciones de su modelo que viene de un comunismo adaptados a los mercados y al modernismo productivo, para consolidarse como alternativa ante el Sur Global herido en sus estimas y junto a los países grandes que quieren ser alternativas.

La Unión Europea, mientras tanto, se queda atrás entre regulaciones mal explicadas, pérdidas de países de su Unión real, con la casi urgente necesidad de acuerdos unánimes entre sus Estados miembros, y una creciente cautela con Rusia y sus zonas de influencia, sin olvidarnos de la pasividad de Europa con Israel ante Gaza y sus vecinos palestinos y árabes.

Todo está por escribir para este siglo XXI, todavía, aunque lo que vemos, a mi personalmente, no me gusta, o me produce temor. Mi mala costumbre de leer libros de historia me está afectando en mis miedos.

Dicen esos libros viejos, que cuando se presiona a la sociedad como quien aprieta demasiado un globo muy hinchado, al final explota. Y lo que era una tontería de plástico fino se convierte en un susto.

Hoy podemos decir con claridad que los conservadores son más conservadores que nunca, y que los progresistas se han cansado y ya empiezan a ser más progresistas que nunca. 

Nadie es “un poco más” cuando te aprietan la tripa. Todos tienden a moverse hasta explotar.

Nos intentan tener enfadados siempre, a todas horas. A los unos y a los otros. Así que sí, lo lógico es que nuestro enfado sirva para enfrentarse contra los otros que ya están también muy enfadados. ¿Eso sirve para algo?

Hoy en España, la inmensa mayoría de las gentes que se consideran de derechas odian y mucho a los que creen que son personas de izquierdas. Y al revés sucede lo mismo. 

Ya no hay matices. O lo que es peor, los que quieren estar en medio son calificados de traidores, de imbéciles,

A los equidistantes se les llama tibios en el mejor de los casos, para continuar diciendo de ellos que son “ni chicha ni limoná”, y ya nunca son considerados como una Tercera Vía, ni centristas ni transversales. 

A todos estos los odian todos, los conservadores y los progresistas.