3.11.25

Carlos Mazón dice que ya no puede más. Pobrete


En la política española no ganamos para esperpentos. El teatro del esperpento es un género teatral creado por Ramón del Valle-Inclán, que deforma la realidad de manera sistemática para presentarla de forma grotesca, satírica y crítica con los demás, que suelen ser todos los contrarios. Y ese teatro del esperpento lo practican todos a los que les ponen un micrófono y se sienten con Poder.

Se caracteriza por acentuar los rasgos más absurdos y dolorosos de personajes y situaciones, utilizando para ello técnicas como la exageración, la parodia, las medias verdades e incluso las mentiras. Esta estética deformada, busca revelar "su verdadera" esencia de la España del momento. La propia. La contraria totalmente, a la de los que considera sus enemigos. Y para eso llega a creer que todo vale.

Hoy lunes con la Dimisión de Carlos Mazón, un cantante famoso, hemos asistido y gratis a otra obra teatral en directo y para todos los que hemos querido asistir en directo a la representación. Convertir la política en escenarios teatrales tiene un precio que no se paga al sentarte en el sillón junto a la tele, sino unos meses o años después de la actuación que observas.

Vamos mal. O mejor dicho. Vamos a peor. 

Nadie sabe que el Sentido Común es un bálsamo, y que no utilizarlo lleva asignado un precio terrible, costosísimo, aunque no lo quiera ver nadie. Llueven chuzos de mierda, nadie los quiere evitar, nadie sabe pararlos, nadie sabe cambiar de pantalla. 

A la semana tenemos al menos de entre tres a cinco opciones basura para poder criticar duramente unos contra otros. No hay manera de parar este drama social, que no somos capaces de valorar. Bien, no pasa nada, nos entretendremos observando, pues nadie quiere escuchar a los de en medio.

Somos los tibios, los acojonados, veleta o equidistantes, centristas de salón, ni chicha ni limoná, sin principios, acomplejados, irrelevantes, cobardes, imbéciles, blandos, sin valor, ambiguos…, y en el mejor de los casos indecisos.

Bien, vayamos pues a jodernos entre todos. Da la sensación de que no podemos ser más que Rojos y Fascistas. Todos los demás debemos ser lo anteriormente comentado, pero no como adjetivos para ejegir, sino todos a la vez. Je je je. Seguiremos observando.


Me han dado una Insignia Japón. He tenido suerte


No hay duda de que estamos tontos, y de que nos dejamos engañar con el postureo. Nos mola hablar de tontadas y de creérnoslas. Como dice alguien en una sería televisiva, hemos logrado convencernos de que estar en la Zona de Confort es negativo, que aspirar a tener confort y estar tranquilos es algo que no nos corresponde como meta. 

Estar en la Zona de Confort es admitir que somos esclavos y además contentos. No les falta parte de razón, pero salirse de esa zona de confort y no saber a dónde puedes ir, es peligroso. Antes de salirse, hay que hacer unos planos y unos planes.

Hoy he recibido este mensaje de arriba en mi teléfono. Me lo manda mi reloj idiota, y se queda tan tranquilo pues está convencido de que soy más idiota todavía que él mismo.

Me dice que como logro andar los 4.000 pasos diarios que yo mismo me he puesto como objetivo, y lo cumplo equis días al mes, me corresponde una Insignia Japón.

No me ofrece una recompensa lógica, como sería, si acaso, la Insignia Kenia o Colombia o Islandia. No, la de Japón que mola mucho más. Uno quiere un premio entregado desde Japón, pero no agradece si es un premio recibido desde Kenia.

Nos lo tenemos que hacer mirar, pues si algo queremos, le tenemos que poner ganas y esfuerzos. Lo demás son mierdas. 

Los 4.000 pasos diarios no merecen ninguna insignia, si no es para volverte más idiota que antes. Ganas me dan de darle un pisotón al reloj idiota. Pero es caro.

La importancia de las recompensas en los niños para aprender mejor

Para aprender se necesita recompensar. Siempre, pero en los niños también. Con los matices necesarios pues tanto se puede hacer bien… como mal. 

Una recompensa para aumentar el aprendizaje debe ser casi constante, leve y nunca potente, adaptando los retos a la capacidad de cada niño. Todas las comparaciones son odiosas y entre niños puede crear dependencias.

Nunca debemos exigir al niño un ritmo de aprendizaje más alto del posible según sus capacidades. Pero también hay que tener en cuenta que debemos recompensar los avances logrados, sin dinero, sin objetos, pero sí con premios.

No estamos acostumbrados a premiar con algo que no sea dinero u objetos, creemos que no hay más elementos de premio. 

Pero hay muchas opciones más. 

Compartir tiempo con ellos es una muy importante, alabar su esfuerzo es otra, darles seguridad también, llevarlos a donde ellos quieren pues les gusta, enseñar a los familiares lo que han logrado, una palmadita en la espalda y que sepa que nos hemos enterado todos de su avance.

Es mucho más eficaz premiar que castigar. 

Es mucho más eficaz apoyar positivamente que reprender negativamente. 

Aunque para los padres sea más sencillo lo segundo y nos olvidemos de lo primero. Y nunca pidas a tu hijo aquello que ellos no pueden conseguir. Creará frustración.

¿Estaba el economista Karl Marx equivocado?

El economista alemán Karl Marx fue y sigue siendo uno de los personajes que dan al pensamiento económico y filosófico otro constantemente giros según los tiempos de análisis presentes. 

En vez de quedarme con algunas de las ideas políticas, vilipendiadas hoy en día por una experiencia pasada de la que muchos prefieren recelar, hoy paso directamente a la fuente de sus nuevas ideas, que son de hecho la fuente de una de las más feroces críticas hacía su propio pensamiento.

Marx era un economista que, lejos de lo que podíamos pensar, utilizaba bastante las matemáticas para plasmar sus teoremas en una base de economía operativa/analítica. 

A través de la misma, llegó a la conclusión de que el sistema capitalista, formado por las empresas, debía quedarse con una parte del beneficio, no redistribuido a sus trabajadores, que eran los que de verdad debían poseer ese beneficio, pues ellos lo habían “creado” a través de su esfuerzo.

Marx alude a que mientras existan estas empresas, por la competencia, los esfuerzos en la reinversión, se harían cada vez mayores, obligando a las empresas a aumentar esta llamada plusvalía, dejando a los trabajadores cada vez más desamparados. 

Esto llevaría consigo una polarización extrema de la sociedad, con unos pocos ricos y una gran cantidad de gente pobre que, una vez llegado el caso, y siguiendo con la llamada “lucha de clases” terminaría por imponerse al propio sistema.

La crítica surgida después termino por destruir la teoría, al observar cómo empíricamente las clases medias crecían cada vez más. Se alude que Marx vivió en los comienzos de la industrialización, época en la que sí hubo un retroceso de las condiciones de vida, lo cual pudieron llevar a su equívoco. 

En general, por tanto, se da hoy por descartada dicha teoría, ya que la sociedad en su conjunto ha crecido, y no se ha dado esa polarización.

Pero…, ¿Estaba realmente equivocado Karl Marx?

Podemos enmarcar a Karl Marx como uno de los economistas clásicos, que usaban aun técnicas rudimentarias de análisis económico. Aun así, el enfoque predominante de la época era el de la redistribución

¿Cómo se redistribuyen los bienes en la economía? 

Así que Marx, como muchos otros, dejaron más de lado el aspecto temporal. Marx no tuvo en cuenta el crecimiento económico que se derivaría de las propia generación de capital físico y humano. Pero esto no es algo que invalide aun más su teoría, sino algo que le da más valor.

Si aludimos al hecho de que es ese crecimiento intrínseco del sistema, la variable que hacía aumentar las rentas y la clase media, podemos pensar que una vez que se acabe este crecimiento, o cuando se frene, la situación pasará a parecerse más a la descrita por Marx.

Las revoluciones mismas consiguen aumentar la productividad de una forma inimaginable, pero es cierto que hoy los países avanzados crecen menos (año 2010) que los emergentes (cómo China, India o Brasil). Así que podríamos pensar que llegado el momento, las teorías de Marx vuelvan a encontrar su contexto y su validez. 

Cuando ese momento llegue, el ser humano, el trabajador: ¿seguirá siendo un factor productivo más, o se habrá convertido en el verdadero dueño de la cadena de montaje real que es la economía?