21.11.11

Niños y jóvenes consentidos, serán adultos blandosy manipuladores

El brand bullying es el miedo que tenemos los padres en no comprar a nuestros hijos productos de marca, por diversos motivos, casi todos ilógicos. Caemos en la trampa de la marca para que no se señale a nuestros hijos como consumidores de productos de peor calidad y ellos, que son mucho más listos de lo que nos parece, caen en la trampa de este consumismo desaforado y sin sentido y luego de jóvenes son ellos los que nos piden productos de marca, como elementos diferenciadores.

Compensamos erróneamente nuestra posible falta de atención, de tiempo, de dedicación, con las compras compulsivas y a ser posible diferenciadoras hacia otros niños, pensando que así nuestros hijos entenderán que los queremos mucho. 

En casi todos los casos, las familias hacen un gran trabajo con sus hijos, les atendemos bien y no debemos caer en la trampa del sentimiento de culpa, por una —posible— deficiente atención. Sobre todo en familias que trabajan todos los miembros adultos. A muchas marcas dirigidas al público infantil y juvenil les interesa sobre todo que los padres y madres se sientan mal, para así intentar meterles sus productos por los ojos del consumismo, como compensación a lo que nunca es posible. Los niños necesitan amor y atención, y si ya se la damos, que en muchos casos es así, no debemos caer en errores consumistas.

Los bienes materiales como sustitutos, lo son más preocupantes entre los jóvenes, pues estos si que pueden intentar manipular los sentimientos de sus padres, exigiendo el consumo de productos que no son necesarios.

Un niño consentido, es un niño y joven blando, que no valora lo que cuestan los objetos ni las relaciones, que incluso aprende a manipular los sentimientos de quienes les rodean para conseguir objetos materiales. Los niños son egocéntricos y deben aprender que en el mundo que les rodea hay muchas personas y que hay que respetar a todos. Aprender a asumir el NO es muy importante, en las relaciones y en el consumo, pues en la vida posterior tendrán que asumir muchos NO y es bueno aprender cuanto antes a utilizarlos y asumirlos.

Debemos enseñar a que los niños no son discriminados por que no les compramos un producto de marca, que nada tiene que ver el consumismo y el caro gasto en productos a veces inútiles, con el amor, la buena relación, el cariño y la educación.

La izquierda española tras el 20N debe estar preocupada en encontrar su futuro

Tras este 20N hay que analizar los resultados desde la óptica de la izquierda española. Y han sido unos malos resultados para todas las formaciones progresistas, sin duda. No valen medias verdades ni mentiras disfrazadas.

Tras la pérdida de 4.300.000 votos por parte del PSOE, la formación IU incluso agrupándose a diversos pequeños partidos en diferentes zonas, ha aumentado en 700.000 votos (un 73,2%).

Si tenemos en cuenta que UPyD ha aumentado en 835.000 votos (un 372,5%), vemos que el aumento de IU no ha sido para estar contentos, de puertas adentro.

España no ha creído en las soluciones para la crisis que le puede plantear la izquierda y debemos empezar a retirar de nuestro vocabulario que no sabemos explicar ni nuestro trabajo ni nuestros proyectos, pues huele a antiguo y de ser cierto, lo que deberíamos haber hecho es aprender.

Que 3.500.000 españoles hayan decidido dejar de apoyar a la izquierda española sin saber encontrar recambios ideológicos es duro para las formaciones progresistas. Y debería obligarlas a sentarse muy en serio sobre el papel social que estamos realizando, el cómo y el con qué, nuestra disgregación y nuestras peleas, nuestra escasa empatía con los problemas reales de la sociedad, los cambios que debemos afrontar si queremos en el medio plazo ser otra vez referente.

A las personas, hoy, le da igual que un semáforo funcione o no, que una calle tenga más o menos señales de tráfico, que un parque esté más o menos limpio. Aprendamos a olvidarnos en perder nuestras energías en pequeñas tonterías —con perdón— que en plena crisis no son importantes. La sociedad quiere respuestas ante la crisis, soluciones ante el desempleo, declaraciones claras contra los gastos inútiles, llamamientos a la participación social y no al simple ejercicio del voto, soluciones al fracaso escolar o a la emancipación de los jóvenes.

Mientras desde la izquierda sigamos pensando que lo que nosotros creemos importante es lo mismo que creen importante la sociedad que espera de nosotros soluciones, y debemos analizar qué es lo que las personas necesitan en cada momento de nuestra gestión.

No es lo mismo ser un partido político a ser una fundación política. El primero está obligado a resolver los problemas de la sociedad. El segundo a plantear bases ideológicas y a incidir sobe la filosofía política. El primero debe investigar qué quiere la sociedad, el segundo debe plantear alternativas de futuro.