20.2.12

Conozcamos algo más del mercado laboral alemán

Cuando se habla de comparar el mercado laboral de Alemania con el de España, deberíamos ser más inteligentes, selectivos para creernos lo que entendamos como verdad y hablar claro y fuerte. En Alemania se cobra de media un doble del sueldo que en España, excepto en los nuevos puestos de trabajo que se dedican sobre todo a inmigrantes que acuden a Alemania sin suficientes conocimientos universitarios o técnicos y de idioma, algo parecido de lo que ocurre en España hoy con los inmigrantes que nos llegan en parecidas situaciones.

Mientras que en el centro de Colonia en Alemania se puede comprar un piso por 3.000 euros el metro cuadrado con garaje, en Barcelona no baja de 4.000 euros o en Madrid de 3.850 euros. 

El sueldo de un alemán técnico, mando intermedio en una empresa grande o mediana o licenciado con experiencia, el de un empleado capaz y productivo en una empresa mediana o grande, duplica al sueldo de un español con las mismas características laborales. 

El coste de vida alemán es muy similar al español por subida de este último tras la entrada del euro. La gasolina es un 10% más cara en Alemania, pero tanto la electricidad como el gas es muy similar. Así como el precio de un coche o de tecnología americana. En cambio es más bajo el precio si la tecnología es europea o asiática y bastante más barato el uso de teléfono con internet y TV de pago. Se habla de un 15% superior el coste de vida alemán, sobre todo por algunos productos que en España se consumen de muy diferente manera como pescado y carne fresca no manipulada.

Si por un despido se tiene menos días de indemnización, aquellos días son más altos que los españoles. Si hablamos de más facilidad para despedir se nos olvida decir que también la hay para hacer valer y valorar tu carrera profesional y sacar un sueldo más justo. Los trabajadores alemanes tienen sobre todo el valor de su propia marca personal, de sus estudios profesionales y la facilidad para cambiar de empresa pues el concepto de “un trabajo para toda una vida” no es entendido allí como un activo sino como un pasivo.

Es cierto que un alemán tiene a la hora de su jubilación dos caminos diferentes al español, que goza (gozaba) de más seguridad con un menos recompensa. Puede que el alemán tenga que trabajar con más de 65 años en puestos de calidad baja o puede que le quede una jubilación que nos puede resultar sorprendente a los españoles. Depende de muchos factores personales y de carrera profesional, desde puestos laborales básicos a medios y altos, todos pueden disfrutar de unos años con más sueldos y más ahorros. O menos, depende de muchos factores. Tal vez menos seguridad pero seguro que con más posibilidades de éxito.

Otro día hablaremos de cómo consiguen una productividad mayor sin tener que trabajar más horas a la semana. Y no, en Alemania no atan a los perros con longanizas, pero copiar si se sabe seleccionar es bueno, si viene impuesto y manipulado, es malo.

La revolución es tener ideas y soluciones propias

La imagen nos muestra a los grises de aquellos años predemocrático pegando a manifestantes en 1976 por las calles de Barcelona. Esta imagen se podría copiar hoy, pues seguimos con los mismos problemas de respeto hacia las personas, de entender el uso de la fuerza como disuasoria ante todo tipo de personas, y como se puede ver en esta ya oxidada imagen, usando las porras o las culatas como herramientas que emplean los poderes para meter el orden y la razón en las cabezas. No se puede discutir con sociedades que emplean estas razones para tener “su” razón.

Hoy escuchaba a un tal Mariano, decir en público, ante “su” público, que la reforma laboral es buena para los trabajadores. Es también “su” razón, pero resulta imbécil pretender que los trabajadores se la crean. Si te quitan derechos, si te restan posibilidades mientras sufres un mercado de trabajo esclavo a la hora de contratar, pues como que mucha razón no parece tenerse, incluso aunque sea “su” razón.

Muchos “su” y muy pocos “nosotros”. Todo se basa y hay que decirlo, en que los que organizan el poder económico tengan más beneficios. Así que tenemos dos posibilidades. O nos rebelamos contra ellos con todas nuestras fuerzas o nos convertimos también en poderes económicos empezando desde abajo.

La auténtica revolución sería que todos nos hiciéremos empresarios y cooperativistas, que solo consumiéramos aquello que nos da la real gana por egoísmo rentable y económico. Que supiéramos organizarnos personalmente para no seguir engañados en el consumismo idiota de otros idiotas que se creen que el beneficio fácil será para siempre. La revolución sería que no confiáramos en los bancos y cajas de ahorros, igual que ellos no confían en nosotros. Que votáramos alguna vez con dos bemoles, sabiendo qué les iba a joder más, a los que siempre son los mismos enemigos de los trabajadores que madrugan. ¿Cuántos empresarios se levantan a las 5 de la mañana para entrar en el turno de mañana?

No se trata de ser revolucionario, no nos equivoquemos, se trata de ser defensores de nuestras sociedades, de nuestros pequeños beneficios como personas, de nuestras dignidades y libertades que poco a poco se fueron consiguiendo tras muchos años de huelgas y diálogos. Si no defendemos lo que consiguieron nuestros padres ¿qué nos va a quedar? Y si no nos gusta, al menos luchemos por reformar los derechos ya adquiridos. Pero no admitir su enterramiento en la cuneta, tragando además que es por nuestro beneficio, justa y necesaria. Tenemos que encontrar otras soluciones a los desmanes que nos ofrecen los que quieren aumentar sus beneficios económicos, engañando a políticos mesías.