Pasan rápidos los pueblos por la ventanilla del tren. Ya no me puedo asomar y olerlos, ya no puedo respirar su ambiente a siega, a campo regado por la acequia, a sol de anochecer. Voy encerrado entre cristales del tren y huele a cerrado, a personas, a bocadillos de salchichón. ¿Por qué las personas llegamos a oler a bocadillos de embutido?
Todos los viajeros van con cascos en los oídos, no escuchan ni el pasar de las páginas, es imposible hablar con ellos; bostezan, no miran, están como perdidos mientras esperan llegar al destino. Ya no parece importarle a nadie el viaje, solo la meta, el final. Se trasladan, no viajan.
Está lleno, es agosto, nos ha tocado viajar al revés que es un sin mirar, un (al menos) verlos a todos ellos por el rabillo de la curiosidad. Enfrente a mi mesita tengo a un barbudo dormido y a un joven revisando planos técnicos de lavadoras. Me interesan más los sueños del que duerme. Me los podría inventar, soñar con él, nunca junto a él que debe de pinchar con la barba.
Observo que el de los planos de las lavadoras se ufana en dibujar uno nuevo. Observo. Pone columnas y levanta paredes. Las ralla en diagonal y busca un hueco para su artilugio con botones. El jodido, dibuja bien con el movimiento del vagón. Es un Pilot, observo, es que no hace una raya torcida. ¿Le digo que estoy hablando de él?, no, pensaría que estoy loco. Escribe en diminuto con flechas de otro color. Este joven es un artista del trabajo en el tren, si, me lo imagino pronto trabajando en Alemania.
A mi derecha tengo una chica joven, de verde y sin mangas, con unas pulseras de cuerdas que le hacen juego con su sonrisa. Esto que no se entere, pero le abulta demasiado su zona central, vamos, su "eso", ya me entiendo. Me sorprendo mirando de vez en cuando, para distraerme del de las lavadoras. No hay color. ¿Y si me ve mirando?
Llama nuestro hijo para asegurarse que hemos tomado bien el tren. Mi santa lee una revista, yo escribo de la chica de grandes ojos que le hacen juego con sus zonas y del dormilón barbudo. No, me he asegurado, los pechos no están a juego con sus ojos. Yo no debería seguir viajando, que el sopor del tren me convierte en un depravado visual. ¿Es pecado mirar o es pecado ver? Me voy a soñar con el barbudo y con la chica de pocos pechos. Que gane el que quiera.
6.8.12
Menos quejarse y más poner ideas imposibles sobre la mesa del trabajo político
Creo que hay
que plantear cambios profundos en la forma de encarar la política en España, nuevas
maneras para que la sociedad vuelva a participar, por eso creo que tengo que
empezar a sacar del cajón y poco a poco viejas ideas para ponerlas sobre la
mesa de lo imposible. Sí, yo pertenezco y laboro (voluntariamente) desde dentro
de un partido político que no nombraré. Sé de lo que hablo, aunque parte de
ello no me afecte.
Menos
quejarse y más poner ideas imposibles sobre la mesa del análisis.
¿Se han
preguntados ustedes alguna vez por qué hay tan pocos militantes en los partidos
políticos?, ¿les interesa a los partidos políticos tener más militantes?, ¿ustedes
conocen lo qué ofrecen los partidos políticos a sus militantes?, ¿es posible
conocer o se pueden consultar los Estatutos de los diferentes partidos
políticos de España para ver si alguno encaja con tus ideas?, ¿hacen los
partidos políticos algunas reuniones abiertas a toda la ciudadanía?, ¿cuánto se
paga mensualmente por pertenecer a un partido político?, ¿cuales son las
obligaciones y los derechos dentro del partido políticos de sus militantes?,
¿saben si además de militantes admiten simpatizantes y en qué se diferencian?
Es curioso, un
partido político es una empresa que ofrece un producto. Así de simple, aunque
ellos mismos se crean que no. Pero no son capaces de dar a conocer “su
producto” pues piensan que es algo que está por encima de todo sistema de
“mercado”. Error.
Los partidos políticos
solo se acuerdan de “su” sociedad cuando les tienen que pedir su voto. Incluso
algunos de ellos solo se acuerdan de sus militantes cuando les tienen que pedir
que acudan a sus mítines. Error.
Los partidos
políticos tienden a ser un lugar cerrado en el que es complicado ascender, pero
más todavía participar a partir de un nivel (no es mi caso, en absoluto).
Entiendo que la seguridad es un bien escaso y que hay que cuidarlo, pues
estamos hablando de algo muy serio, pero hay mecanismos para controlar estas
posibles deficiencias o riesgos para acercar más a la sociedad el trabajo de
los políticos orgánicos.
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