7.12.12

Qué le ha sucedido a Kiko Hernández en Salvados

En el programa de Telecinco “Salvados” es ahora Kiko Hernández quien ha hecho crack  mental, como antes lo hicieron varios de sus compañeros de programa.

Se puede analizar desde el punto de vista que él se lo ha buscado, o desde el punto de vista de que los directores del programa han creado un monstruo que alimentan con carne humana y que los actores del escenario no son más que los domadores de leones que comen carne de todo tipo.
Laboralmente lo que le ha sucedido a Kiko o antes de Belén o a otros compañeros, es lo lógico en un proceso laboral con clara presión excesiva, con manipulación en la vertiente humana, en donde si no hay carne con la que alimentar, se rasgan ellos mismos las tripas para dar color y tener audiencia a cambio. Sería el clásico proceso de mobbing pero aceptado por los implicados y sufridores.
La televisión está sufriendo los procesos típicos de una crisis que afecta duramente al consumo y con ello a la publicidad. La audiencia ya no se busca, se roba, se mata por ella. Cantan los números, sean del tipo que sean. Se ceban programas, se autopromocionan, se crean conflictos que se van alimentando para que la audiencia crezca. Pero eso tiene un precio sobre las personas que ceban estos procesos.
Kiko Hernández era (es) un hombre con un doble personaje. Un duro castigador ante las cámaras y un fondo mucho más humano en su vida personal. Al final, si te preguntas qué estás haciendo, quien te está manipulando, hasta qué punto lo que cobras te compensa lo que haces, puedes responderte que no es el camino deseado en lo personal y producirse la depresión, la angustia vital, la rotura de tu profesionalidad pues se está apoderando de ti.
"Salvados" está tocado de muerte, con mucha vitalidad todavía pues mantiene un buen número de audiencia, pero con un claro agotamiento que saben deben resolver o prepararse a morir de éxito. Algo que en estos tiempos, nadie en Telecinco quiere asumir.

Pesadilla en la cocina como servicio de coach, sirve para muchas empresas

Pesadilla en la cocina es un programa bruto, un programa de realidad guionizada de televisión para conseguir audiencia. No hay duda por parte de nadie. Pero las empresas que se someten a este juego lo hacen previa llamada al programa de La Sexta para que les ayuden y por que están en situaciones terminales. Los mecanismos de respuesta del programa son los que necesitan muchas empresas de este país, sean del sector que sean. El formato “Coach” o “entrenadores” son validos para entretener pero son muy válidos para mejorar vicios ocultos en numerosas empresas.

Muchos de los tic que se ofrecen, de las realidades que se ven en el programa Pesadilla en la cocina, son comunes a muchas empresas en nuestro país. Les toca a los restaurantes por la facilidad en entender los errores, por su plasticidad a la hora de probar resultados y por la cercanía a todos nosotros. Pero la incapacidad de los gerentes a ser empresarios es habitual entre las empresas que fracasan, los mandos intermedios que son unos incapaces son muchas veces responsables de unos malos resultados, la nula práctica de lo más habitual son absurdas acciones que se repiten sin entenderlo desde fuera. Y la mala formación profesional e los implicados una constante.
Los mismos consejos servirían para centenares de empresas de variados sectores, en un intento de salvarlas. Y curiosamente en casi todas de ellas, salgan en Pesadilla en la cocina o no, arrastrando unas deudas muy severas que destrozarán las vidas a sus gestores. Son similares problemas.
 La relación entre gestores y empleados son malas. El producto que se ofrece a los clientes es malo o peor al de la competencia y sin relación con el precio que se paga. No hay implicación de los dueños en la realidad de la empresa. Se invierte sin control. No existe una información clara de la facturación en el día a día lo que convierte en drama las deudas cuando se dan cuenta. No hay control de almacenes, de entradas y salidas. NO hay formación profesional suficiente. Los servicios que se ofrecen nadie sabe explicarlos ni hay constancia de que sean los necesarios para cada momento. O se es prepotente o se es incapaz.