16.5.14

Tras escuchar levemente a Mahler me han entrado ganas de escribir

Tras escuchar los primeros compases de la tercera sinfonía de Mahler a uno solo le cabe ponerse tierno y hundirse en otro mundo. Pero no estoy en la posición ni comodidad sonora para atender. 

Vengo de hablar con una amiga que lo ha pasado muy mal hace solo unos meses. Está recuperada, todo es asumible, pero lo piensas hacia atrás y te entra el dolor de la muerta golpeando la entrepierna.

A media tarde ha estado con otro amigo, esta vez desafectado de la política. Si me lo dicen solo hace dos años no me lo hubiera imaginado. Algo estamos haciendo muy mal desde lo público para que incluso los que han levantado las columnas se vayan de campo, asqueados de tanta basura por los suelos. No es todavía el caos, pero si el final de un ciclo social largo.

No es bueno estar siempre dentro de la mayoría

Decía Mark Twain:
«Siempre que te veas del lado de la mayoría, párate a reflexionar»

La vida se alimenta de las diferencias, de las innovaciones que logran los espíritus atrevidos y libres, de las osadías que fracasan, de los diferentes. Sin las personas que logran separarse de la mayoría todo sería gris y apagado. Alguien decidió soñar con la rueda o con internet, con la penicilina o con el calzado para andar mejor. Lo curioso es que hoy no sabemos qué pensará dentro de 100 años para lograr innovar algo que hoy ni imaginamos. Pero para lograrlo no podemos estar dentro de la mayoría, sino ligeramente separados de ella para ver mejor.