En política como en el arte, el populismo
crea y rompe moldes, configura estilos y se mal interpreta para asumir diversas
tendencias muy diferentes, todos ellas con un denominador común dentro de lo
que se considera populismo. “¡Abajo
las élites!”.
Escuchando algunas de las últimas
declaraciones de los nuevos políticos rompedores que surgen en España, de esos
que diciéndolo o no —depende de lo que creen más eficaz— se hacen llamar o sentir
“populistas”, uno ha hecho recuento y se ha dado de frente con un populismo
complejo, viejo y nuevo, casi peligroso, y del que no estamos hablando casi nada
por su mala prensa. No es lo mismo (aunque casi) el chavismo del peronismo, aunque los tiempos tampoco lo son ni las particularides de cada país.
¿Pero qué es el peronismo?
El peronismo abrazaba a los descamisados,
a los de abajo, a los pobres sin derechos, a los trabajadores, al mundo sindical
hecho a su medida. Se trataba de dignificar a los de abajo, a los trabajadores
tan mal tratados desde la política de sus dictaduras. Pero curiosamente desde
otra dictadura. Militar por supuesto. Perón formaba parte muy secundario de una
dictadura militar hasta que los sindicatos de aquella izquierda le llamaron para
dirigir las políticas laborales. No voy a contar toda la historia, sí decir que
en un clima de crisis económica grave, sin un partido político asentado y con
solo unos pocos meses de funcionamiento Perón se presentó a unas elecciones democráticas
en Argentina y las ganó por mayoría absoluta.