25.10.15

Todos tranquilos. Aún podemos ir a peor

Como muchos de vosotros estoy mirando los sondeos electorales que se están publicando y me entran ganas de llorar. Pero yo no pienso ponerme a llorar por esto. Y lo hago con facilidad en otros asuntos, pero no ante la tontería manipulada que admitimos con gozo.

Ayer Muñoz Molina escribía un artículo en El País para hacer llorar sobre la realidad de la educación pública en España. Tampoco lloré. Me estoy volviendo un duro. Casi un agnóstico social y político. ¿Por qué lo permitimos? Pues no lo sé. Eso es lo curioso en todo esto, que lo admitimos, que nos parece bien y callamos.

El espíritu del 15M se ha ido. Me contaba el otro día una amiga que los muertos se quedan entre nosotros un tiempo, que necesitan un tiempo para irse, para hacer el traslado. Y que en eses tiempo están con y entre nosotros, interactuando y viviendo en los mismos sitios de siempre. Hasta el día que se vean del todo, hasta que efectivamente el alma se muere si entendemos que morir es partir. El “alma” del 15M ya ha partido. Y no hemos aprendido nada. Es cierto que de aquello sólo era posible aprender del espíritu que emanaba, pues era muy teórico y abstracto, pero ya no queda ni el color ni las formas.

Creamos empleo. Por horas pero lo creamos. Ya no debemos tantas hipotecas pues quien no puede pagarlas ya ha sido desahuciado y el resto va pagando desde el año 2007 ocho años y queda menos. Pero aunque siguen saliendo corrupciones de todo tipo parecemos vacunados, acostumbrados a todo. Incapaces de mirar a Europa como no sea para reírnos de ellos. Es lo mismo que hacen los europeos de nosotros.

A ciertas edades, como la mía por poner un ejemplo, lógico sería estar callado y dedicarme a jugar al guiñote. Pero ha salido raro y me quejo. Eso sí, sin llorar. Ahora ya lo hago como muchos de vosotros, con la media sonrisa que me dicta saber que efectivamente, toda´via podemos ir a mucho peor.

20.10.15

¿Salen bien preparados los universitarios españoles?

El rector de la Universidad de Zaragoza, Manuel López (Melilla, 1946), preside la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) desde hace dos años. Responde en El País a una corta pero interesante entrevista
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P. ¿Salen bien preparados los universitarios españoles?
R. Conozco múltiples ejemplos de los que se van al extranjero y sé que son muy bien recibidos por su formación. Quizá les faltan habilidades, aunque eso está cambiando. Los estudiantes españoles que van al extranjero a buscar trabajo o a realizar estancias de investigación casi con toda seguridad han sido Erasmus. Este programa europeo ayuda mucho a las habilidades sociales y cooperativas, a trabajar en grupo y a saber relacionarse en un entorno diferente. Nunca he oído que los españoles estén mal preparados. Pero hay un comentario que sí preocupa a la Universidad y es que tienen muy buena formación teórica, pero les falta práctica. La reforma para adaptarse al Espacio Europeo de Educación Superior pone el acento en cambiar eso.
En habilidades como el trabajo de grupo, liderazgo, expresión… somos algo deficitarios, pero estamos cambiando con rapidez. No se trata de que un ingeniero industrial, por ejemplo, esté preparado para el trabajo en una determinada empresa. No lo va a estar porque hay una alta especialización. Debe ser capaz de adaptarse y eso sí ocurre. La Universidad prepara para un abanico amplio de posibilidades. No le coloca en un puesto de trabajo sino en la casilla de salida. Es imposible responder a la especialización que se demanda, seguimos necesitando formación generalizada.

P.¿La Universidad prepara para la vida o para buscar trabajo?
R. Posiblemente, un estudiante que esté pensando en acceder a la Universidad pondrá más énfasis en buscar trabajo, pero sirve para ambas. La educación es lo que queda cuando se olvidan los detalles que te han explicado. Es mucho más que saber algo. Es aprender una manera de pensar y a tener un espíritu crítico.
Si quiere tener posibilidades de trabajo tiene que estudiar. Deberá decidir si FP o Universidad. Formación Profesional significa tener muy clara una actividad laboral concreta desde que inicias los estudios y prepararse para ella. Eso está muy bien, pero si alguien elige FP pensando: “Voy porque no me gusta estudiar mucho”, se equivoca.