5.1.16

Repensemos la izquierda de España. Pero sin miedo y de forma útil

Alberto Garzón nos sugiere desde IU que empecemos a repensar la izquierda, en un ejercicio sincero y útil, como si fuéramos capaces de reunirnos todxs desde la izquierda para analizar qué es la izquierda hoy, qué esperan de nosotros la sociedad a la que creemos representar, qué se puede hacer realmente para que "el sistema" sea capaz de crear riqueza mejor repartida, o qué se puede hacer para transformarlo, romperlo, cambiarlo o liquidarlo. Todas las opciones tendrían cabida a priori para repensar el papel de la izquierda en el siglo XXI. 

Lo cierto es que la sociedad se ha transformado mucho en estas dos últimas décadas, y soterradamente más en la última, sin que casi nos hayamos dado cuenta. La crisis no sólo ha sido económica, sino política y social. La izquierda ha sufrido la crisis mirando desde el balcón, y debemos asumir que sin presentar ni batalla, ni ideas que sirvieran para plantear grandes dudas y posibles soluciones válidas. Se ha hablado, se ha escrito, pero nada más. Desde Sampedro hacia el presente, nos hemos quedado casi huérfanos de alguien que liderara a los indignados.

Y eso ha supuesto el primer gran error de la izquierda, en tiempos en los que decimos se ha hecho sufrir a una gran parte de la sociedad más débil por culpa de la crisis, pero ante la que la izquierda sólo ha planteado un extraño y abultado silencio en casi todas las ocasiones. Quejarse no sirve como solución, como medicamento. Nos dejaban que gritáramos, pues así nos calmábamos en la calle, entre la masa de comunes.

Asumir esto es fundamental, pero asumirlo desde la vieja izquierda no es suficiente, hay que replantear el papel de los sindicatos, el de las ONG, el del voluntariado, el del trabajo social apoyado desde las instituciones públicas, el de la escuela pública, el de la calidad en el estado mal llamado de bienestar cuando es simplemente el estado de ser ciudadano. La izquierda impregna en gran manera casi todas las instituciones que mantienen viva y calmada a la sociedad. Su fuerza es mucho mayor a la que se le reconoce desde las instituciones conservadoras y no tiene sentido esa pérdida del respeto social al enorme trabajo que se hace en y desde la calle.

La izquierda española ha perdido en los últimos años la batalla de la cultura, de la educación, de la pedagogía social. Sin tener claro el papel de todos los actores sociales -insisto en el TODOS- asumiendo cual es el papel de todas las columnas que sujetan los sistemas, para ser capaces de poner en valor el puesto de cada uno, para respetarnos todos y ser capaces de buscar soluciones válidas que transformen en positivo las decisiones. Y no me olvido ni de los empresarios de muy variado tamaño y pelaje, de los impuestos de muy variada utilización, de los políticos hoy denostados y grises, de la justicia cada vez más manipulada, de las iglesias que confundimos como Una y son muchas incluso dentro de la cristiana y católica, ni del papel de nuestras relaciones exteriores dentro de nuestro contexto geográfico e histórico o del poco papel que atribuimos a la Univeridad, a la cultura o a las grandes personas del pensamiento, la investigación y el arte dentro de una España gris.

La izquierda debe repensar todo. Os recuerdo que incluido el derrumbe de lo que existe, si fuera necesario. Y situarse en el presente para conocer a quien representa o puede y debe representar hoy. Pues sólo conociendo la realidad transformada de la España actual, compleja, muy variada, múltiple en sus geografías políticas y sociales, será capaz de liderar desde un trabajo mucho más en común y engranado, las soluciones de futuro que necesita nuestro Estado.

Asumimos que la relación laboral en España es un tremendo problema capaz de crear batallones de desempleados a poco que se constipe la economía. Pero esto sucede desde hace 40 años y desde la izquierda no hemos sido capaces de sentar unas bases de actuación. 

Asumimos que ha crecido y mucho la distancia entre los de arriba y los de abajo, pero con decirlo no basta. Hay que plantear actuaciones, repetirlas mil veces, diseccionarlas, hacerlas visibles, posibles, capaces, creíbles. Hay que dar números constantemente, pero números sencillos, fáciles de comprender y comparar. Hay que plantear cambios y convencer de que son esos..., o serán peores.

Los errores de Ciudadanos que los están desinflando

Cuatro errores que en apariencia parecen pequeños han llevado a Ciudadanos a perder gran parte de su apoyo electoral, como se vio en la última semana de campaña y estamos viendo tras los resultados en los nuevos sondeos que se publican. 

No tienen equipos suficientes y eso se nota, no tienen experiencia política y se sabe, pero sus errores importantes han sido otros. Sobre todo sus clamorosos errores de indefinición de su espacio político. No saber ocupar un lugar propio es un gran error. Ser nuevo no es suficiente para obtener respeto. No hacerse valorar es no hacerse respetar. No dejar claro con quien pactaría tras los resultados es un error si se marea al elector con todo y con nada. Albert Rivera no supo trasmitir qué tipo de Gobierno apoyaría, qué tipo de Gobierno y con quien, nunca apoyaría.

El tema territorial está bien en su ideario, pero faltan soluciones. Decir repetidamente que España es Una, suena a PP y para esas alforjas ya tienen los electores conservadores al original. Se necesitan soluciones, matices, diferenciaciones. Olvidarse en campaña que la corrupción del PP ha destrozado a España y a sus posibilidades de salir mejor de la crisis es un gran error. Como no darse cuenta de que gran parte de sus presuntos votantes eran de centro aunque él y Ciudadanos sean de derechas, y que muchos eran trabajadores cabreados y en malas situaciones que necesitan soluciones a sus problemas, soluciones sociales desde la derecha y contra los errores de la "otra" derecha.

Ahora Ciudadanos ha perdido gran parte del fuelle que lo había elevado a medio camino del éxito. Como vean los medios de comunicación que no tienen chicha suficiente y se que se repiten como el ajo, los dejarán de lado y adiós globo. El PP está que no se lo cree. Sin duda Rajoy es un artista de la puerta de su casa, viendo pasar los cadáveres hasta que Soraya decida dar el zapatazo.