28.9.16

Mala poda, mala planificación de zonas verdes

Esta imagen nos muestra la clásica escena de un árbol caído en un parque lleno de gente, con el consiguiente peligro para las personas. Es el parque Tío Jorge, donde una escena similar supuso el fallecimiento de una joven mujer hace unos años. Si vemos la escena con calma notaremos dos clásicos errores que se mantienen en el tiempo sin atención por parte de los profesionales de jardinería.

A la derecha y junto a la recta columna que mantiene la señal de tráfico vemos el árbol al que se le ha desgajado una enorme rama. Está inclinado. Bastante inclinado. La enorme rama que ha caído, está podrida como se puede ver y vacía en su interior. Nadie la ha detectado. Pero si nos fijamos en el árbol que está a su lado, lo vemos excesivamente espigado. Anormalmente desarrollado como sucede en cientos de ellos en Zaragoza.

El motivo es la mala poda de estos árboles durante muchos años. Se cortan las ramas bajas y se les deja crecer sin control hacia arriba, en zonas llenas de otros árboles y eso les lleva a buscar el sol desesperadamente. Este sistema está bien en campos donde los plátaneros y otros tipos de árboles similares se plantan para hacer madera. Pero no, nunca, en zonas de esparcimiento donde se busca la sombra y la belleza. En la mayoría de las ciudades españolas, este tipo de árbol, el plátano de sombra o similar, se poda en la copas cuando son pequeños, para lograr árboles más horizontales, y nunca tan verticales. Más todavía si están plantados en ciudades con un fuerte viento racheado como en Zaragoza.

27.9.16

Para qué quería Guillermo Tell su segunda flecha?

Guillermo Tell representa en Centro Europa la figura de la rebelión contra el poder, contra el poderoso. Pero no todos sabíamos que en realidad Guillermo Tell, que no debió existir pero es un personaje muy conocido, jugó con ventaja contra el poder, en su famosa escena de la flecha. 

Guillermo Tell era ya un reconocido arquero que como no quiso doblegarse ante el poder de los señores de la zona, reverenciando su poder, y fue castigado entre la muerte o jugársela disparando una flecha contra su hijo, al que pusieron los malvados a 100 metros de distancia del padre con una manzana en la cabeza, mientras el Gobernador observaba la escena de puntería y valor desde una grada más alejada.

Pero Guillermo Tell puso dos flechas en su ballesta. Con una disparó hacia la manzana de la cabeza de su hijo, mientras que la otra se la quedó en recámara. Acertó al primer disparo, sin herir al hijo. 
 
Extrañado el Gobernador le preguntó que para qué quería la segunda flecha, pues en caso de fallar dejaría mal herido al niño. Guillermo Tell —dice la leyenda— le miró a los ojos y le respondió que aunque él, el Gobernador, estaba a más de 200 metros de distancia, si hubiera fallado contra su hijo, estaba seguro que con la segunda flecha le hubiera acertado en el corazón del poderoso. Efectivamente, fue condenado a galeras, aunque luego la historia continúa.