9.7.18

Nacimiento de las Asociaciones de Vecinos en Zaragoza

Desde principios de los años setenta del siglo XX, se va construyendo en Zaragoza (y también en algunas otras grandes ciudades pero no en todas) un movimiento vecinal que aúna en la defensa de las condiciones de vida de los barrios obreros a sacerdotes progresistas, militantes de los partidos de la izquierda clandestina y a simples vecinos que se irán concienciando en este proceso de luchas. Aunque ha perdurado hasta la actualidad, este tejido asociativo alcanza su momento de mayor vitalidad en la segunda mitad de los años setenta del siglo XX. Tuvo que sortear las leyes las leyes franquistas que les prohibía la asociación política a cambio de formarse como Asociaciones de Cabezas de Familia con arreglo a una ley de 1964, pero en su interior existía una gran fortaleza social y sindical, cristiana progresista y política.

Es cierto que no se ha conseguido totalmente esa Zaragoza soñada en aquellos momentos, pero podemos estar seguros de que gran parte de las mejoras obtenidas en estas décadas lo han sido gracias al esfuerzo, sacrificios y riesgos vividos por aquellos hombres y mujeres que decidieron decir basta a una vida invivible, desde sus propios barrios. 


Barrios zaragozanos como Picarral, Torrero, La Jota, Delicias, La Paz, o San José son ejemplos de aquellos trabajos imprescindibles para lograr una ciudad más humana.

Desde las alturas de este año 2018 en el que el movimiento feminista parece haber dado un paso adelante, decisivo e irreversible, no está de más recordar que las Asociaciones de Vecinos también fueron semillero de inquietudes en este terreno. Y como botón de muestra, esta pegatina editada en torno a 1977 de la Comisión de Mujeres de la Asociación de Vecinos del barrio de las Delicias.


Nota.: La imagen pertenece al Archivo Tiempos de Lucha y Esperanza y en el texto ha colaborado Manuel Gálvez

8.7.18

San Fermín de 1978. La policía provocó la ruptura

El 8 de julio de 1978 la vida del joven Germán Rodríguez, pamplonés de 27 años e hijo de un reconocido médico de Pamplona se perdió por un disparo directo a la frente que acabó con su vida en el acto. El disparo era efectuado (presuntamente, para evitar problemas legales) por un miembro de la Policía Nacional, que estaba comandada por un conocido miembro de Fuerza Nueva según se decía en Pamplona, y que no hicieron caso al Gobernador Civil Ignacio Llano que tras unos incidentes en la Plaza de Toros de Pamplona por desplegar una pancarta donde se leía “Amnistía. Presos a la calle. San Fermín sin Presos”, siguieron intentando reprimir los disturbios en las calles de Pamplona con armas de fuego, mientras desde el poder político se les pedía calma y mesura. 

Las fiestas de San Fermín de julio 1978 acabaron aquella noche del día 8, por la violencia arrasando parte de Pamplona y que se contagió al País Vasco en los días posteriores como así era lógico en aquellos años, provocada por los que querían que la Transición no siguiera por el camino de la paz y los acuerdos. 

Emplear a las fuerzas de orden público para provocar, era una herramienta bastante utilizada por los ultraderechistas que todavía tenían poder en algunas instancias. No respetaban a los políticos de la UCD pues los consideraban unos traidores al Franquismo.

Las imágenes de aquella tarde fueron censuradas, se perdieron gran parte de ellas y algunas se recuperaron años después en Francia. No les interesaba ver que la salida de la pancarta por las peñas de Pamplona en la plaza de toros fue una situación que se produjo de forma pacífica al final de la corrida, ni tampoco la actuación posterior con la Policía Armada entrando en la plaza de toros con las armas en la mano. 

En la plaza había unas 18.000 personas que asistieron atónitos a la entrada de unos 50 policías disparando botes de humo y pelotas de goma…, y disparos de pistola como quedó reflejado en las imágenes. En total hubo 130 heridos, seis de ellos de bala, y casi 500 contusionados durante toda aquella tarde y noche. 

Para intentar justificar lo injustificable se dijo que dos policías habían sido acuchillados en la misma plaza de toros. Era parte de las excusas que seguían demostrando la falta de profesionalidad de los que mandaban entrar en un recinto cerrado y disparando, a 50 policías con armas.