4.11.18

Hijos que maltratan a sus madres o a su ambiente vital

Este mismo sábado dos jóvenes mayores de edad (pues tenían 18 y 19 años) maltrataron a sus madres en los barrios de Delicias y ACTUR de Zaragoza y fueron detenidos. Dos casos tristes de violencia doméstica de hijos contra sus progenitores, por falta de una educación adecuada. Podemos dedicarnos a segmentar las sociedades en numerosos datos, pero uno que siempre está encima de las reflexiones ante la violencia sin causa, se tiene que preguntar cuales son las causas reales y absurdas de este crecimiento de la violencia desde jóvenes que no han logrado una educación suficiente, que despliegan hacia sus progenitores, sus parejas, sus amigos, sus jóvenes contrincantes de calle, cuando no contra el mobiliario urbano o contra la propiedad privada.

La educación no es solo un trabajo de la escuela, es también una labor compartida entre las familias, la propia sociedad y los entornos de todo tipo, incluidas las leyes, las costumbres y las reprimendas sociales. Detectar el aumento de los problemas sirve para prestarle más atención, pero lo importante es poner remedio, y las soluciones cambian como se modifican las sociedades con sus entornos de crecimiento, y en este caso los problemas educacionales y de futuro de los jóvenes españoles. No se puede tener a los jóvenes mirando las avutardas y sin futuro laboral.

Tienda de tejidos Blanco y Negro. Sin grises

En el verano del año 1901, más de un siglo, se publicaba este anuncio de la tienda de ropa y telas Blanco y Negro de Zaragoza. Era una casa especial en tejidos de color blanco y negro, y por eso el nombre de la tienda. No había medias tintas, grises, colores. Blanco o Negro.

Pero cuidado, fijémonos en el texto para ver casi al final un “Se remiten muestras por correo”. Ojo, no el email, es correo de carteros, pero ya se empleaba el envío por correo como apoyo a las ventas. No había internet, pero se deseaba aunque no se lo pudieran ni imaginar. La necesidad ya estaba encontrada, Amazon existía en Zaragoza hace más de un siglo, pero de otra forma. Y eso sí, los precios eran “corrientes”, es decir, normales, sin asustar a los clientes.