5.12.18

Querer a tu barrio sirve para hacer mejor ciudad

Hay pocas seguras sobre el futuro de la sociedad a 30 años vista, pero si parece cierto apuntar dos con las que no fallaremos en su predicción. UNA.- Seguiremos pensando lo mismo, de la misma manera y nos seguirá gustando lo básico, los mismos placeres y los mismos pecados. DOS.- Las personas dejaran de vivir en el mundo rural para irse a vivir a las ciudades o a los núcleos de al menos unos 10.000 habitantes.

Somos tan poco cosa en el mundo, que nuestra capacidad de cambiar el mundo es escasa…, que no sea estropear por idiotas nuestra cueva. Somos violentos porque somos animales aunque lo intentemos disimular. Animales como las hienas, pero que leemos y vemos la tele. Y empleamos papel.

Lo que si me parece inevitable es lo de irnos a las ciudades. Pero no como algo negativo, sino como el cambio lógico en una sociedad que se mueve tecnológicamente y que además se mueve en un sistema de trabajo y de economía, que le viene determinado desde fuera de él mismo. Las distancias han cambiado. Los trabajos también. Las necesidades personales ya no se pueden dar desde núcleos pequeños. Se cambiarán unas calidades de vida por otras, simplemente.

Pero claro, esto nos lleva a un trabajo contundente. Hay que diseñar las ciudades como esos contenedores nuevos que van a recoger a TODOS los habitantes. Tenemos que “hacer” ciudades más humanas, donde seamos capaces de recoger lo bueno del mundo pequeño sin que lo malo del mundo grande se apodere del crecimiento sin diseñar. Y de momento la única idea que está funcionando es la de hacer Grandes Ciudades que sean contenedoras de Pequeñas Ciudades. Hay que volver al barrio como ente total, que sea capaz de servir y de arropar, de ofrecer personalidad propia.

El federalismo de barrios es el que hace una ciudad. Si una ciudad tiene buenos barrios, esa ciudad será buena. Así que sin duda, además de descentralizar servicios hacia los barrios, hay que dotarlos de personalidad propia, diferente entre ellos para que sus habitantes sepan amarlos de forma diferente. Porque querer a tu barrio sirve para hacer más barrio y a su vez hacer mejor ciudad.

¿Qué es poner límites a los niños?

Se nos advierte a los padres que debemos aprender a poner límites sobre nuestros hijos pequeños, pero la realidad es que no estamos seguros donde está el límite del límite. ¿Qué es poner límites a los niños?

En principio no se trataría tanto de prohibir que siempre suena a autoridad poco democrática, como de tener que decir NO pero a veces. Los niños tienen que entender que el NO forma parte de nuestra vida, tanto para adultos como para niños. No se trata de un NO PORQUE SI, sino un NO razonado, explicado, y sobre todo entendido y acatado por el niño. Ellos mismos tienen que darse cuenta después que aquel NO tenía su sentido.

Las normas están para cumplirse, y para ello nada como que sean admitidas y respetadas por todos. No debemos estar constantemente advirtiendo de las normas, y si eso es necesario algo está fallando. Las normas deberían ser entendidas y respetadas con normalidad.

El NO está para reaccionar ante algo que se sale de las normas, de esas formas de convivencia que hemos preparado entre todos incluidos los hijos, cuando no tenemos que cumplirlas. Con la calma del momento elegido por el adulto.

Las normas nunca son castigos, son forma de convivencia social entre todos. Los adultos procuran calor, comida, entretenimiento, educación, etc. No se saltan las normas y un día deciden no hacer comida porque les da la gana. Esas normas generales están para todos, son diferentes según las edades y van cambiando según cambian las edades de los niños.

Y si no se cumplen, tras decir NO, hay que analizar el motivo del incumplimiento, hablarlo e incluso modificar las normas con soluciones de compromiso que sean distintas. Los límites están para cumplirse, y para ello nada como hacer partícipes a todos de las formas y los modos, adaptados a los idiomas de cada edad.