6.12.18

Los parques urbanos como zonas de campo natural

Me asombran esas ciudades que tiene una capacidad maravillosa para someterse a los ciudadanos, que saben ofrecer alternativas de usos cómodos y humanos a las necesidades lógicas de las personas. Esta imagen es del Central Park de New York, no es un montaje ni es algo raro y extraño. Uno de los parques más grandes del mundo está dedicado a las personas.

En Barcelona tenemos como ejemplo el de la Ciudadela o en Madrid el de Retiro. Parques que se han ido convirtiendo en zonas de esparcimiento natural como si fueran zonas “de campo” donde todo está permitido. Comer, jugar, dormir, incluso desnudarse como en algunas zonas verdes de Berlín.

Espacios donde se pueden hacer fiestas de grupos de amigos, de vecinos, de colegios. En New York hay parques donde se va con las barbacoas propias en carritos a comer los días festivos, haciendo carnes y juntándose con vecinos. Y nadie molesta a nadie, porque el grado de molestia es diferente al que a veces somos capaces de querer soportar en otros sitios. Yo hago humo, tú haces humo, él hace música.

Es posible pues, tener una ciudad enorme, como puede ser Berlín, Frankfurt o New York, donde los parques sean auténticas zonas de descanso en todas sus acepciones. No es posible ir al Pirineo, a los Alpes, a Niágara, pero se va al cercano parque de tu barrio o al central de tu ciudad, y disfrutar de forma natural de todo.

Incluido el paisaje, pues los parques tienden a ser paisajes. No son planos espacios verdes con bordillos y árboles. Son paisajes en relieve, con diversos niveles y zonas distintas, para crear ambientes lo más naturales posibles. Se acabó el clásico parque que más parece el diseño de un delineante que el de un urbanista gráfico y fotográfico.

5.12.18

Querer a tu barrio sirve para hacer mejor ciudad

Hay pocas seguras sobre el futuro de la sociedad a 30 años vista, pero si parece cierto apuntar dos con las que no fallaremos en su predicción. UNA.- Seguiremos pensando lo mismo, de la misma manera y nos seguirá gustando lo básico, los mismos placeres y los mismos pecados. DOS.- Las personas dejaran de vivir en el mundo rural para irse a vivir a las ciudades o a los núcleos de al menos unos 10.000 habitantes.

Somos tan poco cosa en el mundo, que nuestra capacidad de cambiar el mundo es escasa…, que no sea estropear por idiotas nuestra cueva. Somos violentos porque somos animales aunque lo intentemos disimular. Animales como las hienas, pero que leemos y vemos la tele. Y empleamos papel.

Lo que si me parece inevitable es lo de irnos a las ciudades. Pero no como algo negativo, sino como el cambio lógico en una sociedad que se mueve tecnológicamente y que además se mueve en un sistema de trabajo y de economía, que le viene determinado desde fuera de él mismo. Las distancias han cambiado. Los trabajos también. Las necesidades personales ya no se pueden dar desde núcleos pequeños. Se cambiarán unas calidades de vida por otras, simplemente.

Pero claro, esto nos lleva a un trabajo contundente. Hay que diseñar las ciudades como esos contenedores nuevos que van a recoger a TODOS los habitantes. Tenemos que “hacer” ciudades más humanas, donde seamos capaces de recoger lo bueno del mundo pequeño sin que lo malo del mundo grande se apodere del crecimiento sin diseñar. Y de momento la única idea que está funcionando es la de hacer Grandes Ciudades que sean contenedoras de Pequeñas Ciudades. Hay que volver al barrio como ente total, que sea capaz de servir y de arropar, de ofrecer personalidad propia.

El federalismo de barrios es el que hace una ciudad. Si una ciudad tiene buenos barrios, esa ciudad será buena. Así que sin duda, además de descentralizar servicios hacia los barrios, hay que dotarlos de personalidad propia, diferente entre ellos para que sus habitantes sepan amarlos de forma diferente. Porque querer a tu barrio sirve para hacer más barrio y a su vez hacer mejor ciudad.