17.8.20

Dos o tres dudas sobre el COVID-19

Con el coronavirus hay preguntas de las que no tenemos respuesta y escuecen mucho. Seamos sinceros sin entrar en los negacionistas que juegan a joder. Por ejemplo cuesta entender que el COVID-19 siga contagiándose tremendamente en España siendo nosotros uno de los países que más mascarilla usamos por la calle, que mas conciencia tenemos de que esto es grave. Y de que disponemos además de un sistema sanitario eficaz.

No, no quiero hacerme trampas yo mismo. Sé que los contagios se producen en el ámbito familiar, y que al hacer tantos PCR salen muchos más números de los que realmente están enfermos con síntomas. Es decir, hay contabilizados muchos enfermos que lo son pero "poco" es decir como si tuvieran una gripe común. Pero localizarlos impide que contagien a personas débiles.

También tengo la pregunta más compleja de intentar entender por qué donde más contagios hay en España es en las zonas del nordeste , desde Cataluña, Aragón Navarra Rioja o País Vasco. Son zonas geográficas ricas, industrialmente algo más poderosas que la media, y donde también los datos sanitarios de su calidad asistencial son superiores a la media. No tiene nada que ver en estos casos que sean zonas con mejores servicios sanitarios, para que haya más o menos contagiados. O tal vez sí.

Ya sabemos que a diferencia de lo que nos dijeron, el calor no para el virus, pero seguimos saber bien de qué manera se contagia, pues si no sería absurdo insistir en llevar mascarilla por el campo, cuando no hay nadie a nuestro alrededor. Nos dicen que es para garantizar que si nos acercamos el uno al otro, estemos preparados con la mascarilla puesta. Es decir, nos tratan como si fuéramos bebés de pecho, incapaces de cuidar de nuestra propia salud. 

Así que alimentándose de estas realidades o dudas o temores, viven los fabricantes de bulos, los manifestantes de banderas, los cantantes venidos a Personas Mayores por efecto de la edad. pero hay que entender de qué se alimentan los bulos, para intentar aplacarlos. 

Y que no hayamos aprendido a contar muertos o contagiados es un signo claro de nuestra incapacidad social. Cuidado, pues viene septiembre y los colegios tienen que funcionar o dejaremos a unos niños encaminados en la estulticia y la vaguedad (tanto de no saber qué hacer por no tener claridad, como de saber que no tienen nada que hacer y lo mejor es seguir siendo unos vagos desempleados). 

15.8.20

¿Y los científicos para cuándo harán bien su trabajo?

Tal vez toque empezar a ser exigentes también con los científicos mundiales ante una pandemia que no ceja, sino al contrario se alimenta ella misma. Seguimos en los más de 250.000 casos diarios de contagios en todo el mundo, mientras los miles y miles de científicos que se dedican a estudiar el problema no son capaces de dar soluciones. Incluso entre ellos se contradicen.

Ahora en España otra vez nos ponen los gestores políticos toda una larga retahíla de normas y recomendaciones, mientras el papel de los científicos sigue sin estar cuestionado. Y lo digo con sinceridad. Está bien poner normas que en realidad atacan a las libertades individuales, puede que sean necesarias aunque el precio que se paga es muy alto. Aunque la sociedad se cansa, se inactiva, se agota.

Pero… ¿cuándo vamos a empezar a decir que el Sistema Sanitario e Investigador del mundo mundial no está a la altura de lo que se espera de ellos?

Sin duda es posible que los recortes, que los sueldos, que la formación, que la burocracia, que los controles excesivos para no pisarse patentes, que… es posible. pero soluciones reales (casi) ninguna y normas que se consideren oportunas, menos todavía.

Ayer un conocido médico televisivo salía en horario de millones de personas mayores a decir que lo que tenía que hacer el Gobierno era prohibir todos los transportes públicos. Matar moscas a cañonazos. Sin duda si cerráramos los hospitales no habría muertos en los hospitales. Si dejáramos de hacer test PCR no habría ni la mitad de contagiados. Si cerráramos los trenes, autobuses, taxis y aviones como pedía ese posible científico médico, nadie se contagiaría en los transportes públicos. Lo siguiente sería cerrar todas las tiendas y centros comerciales y comer… piedras. O encerrar a cal y canto (más) las ciudades que tienen unos contagios superiores a la media. 

Desde marzo o incluso desde diciembre, en todo el mundo hay miles y miles de científicos dedicados en exclusiva a investigar la pandemia. Y seguimos sin saber nada de nada que sea contrastado y eficaz. Sabemos qué nos infecta, qué nos puede matar o no, qué es un coronavirus para no tener que mirarlo por microscopio, y poco más. 

Ayer mismo se hablaba de que podría transmitirse en los alimentos crudos o que podría estar en el aire flotando, o que se transmitía no hasta 1,5 metros sino hasta 5 metros. Hay decenas de posibles tratamientos paliativos, ninguno contra la enfermedad. La vacuna rusa es el hazmereír del resto del mundo y ellos mismos advierten que es un prototipo. 

Hablan de que enfriamientos anteriores te pueden convertir en inmune, pero otros dicen que eso es falso. No hay constancia de casa nada, ocho meses del inicio de la alarma en China y habiendo afectado a todo el mundo y seguimos igual. 

No digo que sea fácil, puede que sea imposible, pero cuando menos tal vez haya que decir que también los científicos como los políticos, no están acertando con su trabajo.