27.3.22

El precio de la energía, mueve las crisis que vienen


No es necesario entender mucho de economía para ver con este gráfico que hoy pública El País que es imposible que Europa pueda funcionar bien con estos altibajos en el precio de nuestra energía. Literalmente imposible, aunque se intente disimular con otras realidades sobrevenidas. Algo importante hay que hacer para que el precio de la energía no se vuelva incontrolable y vuelva más pobres a los que ya son pobres. Me refiero a países y no a personas.

Podemos convencernos de que la Guerra de Ucrania tiene algo que ver… hasta que observamos que los descontroles llevan entre nosotros más de un año. 

Un país, una economía mínimamente estable, necesita una energía estable. Y es de preescolar, que si no se logra estabilizar los precios energéticos, SIEMPRE han estallado crisis económicas, sociales o ambas. Repasemos la historia del siglo XX y lo observaremos.

Las medidas de corrección pueden ser varias, pues haberlas las hay. No salen tampoco gratis, ni todas resuelven o empeoran el asunto por igual, ni todos interesan por igual a los países, y aquí tenemos el principal problema. Lo que a un país de la Europa Unida le puede ir bien, a otros le va entre mal o muy mal.

Pero que no tengamos ninguna duda, con este gráfico durante todo el año 2022, con estos altibajos descontrolados, vamos camino de otra grave crisis económica, con o sin guerra en Rusia. Si es con guerra, ya, la leche que nos daremos… será de campeonato. 

Que no se nos olvide a nadie. La economía es la que mueve la política, y para que sea en positivo, debe ser la política la que sepa y pueda controlar la economía.


En la actual Europa, una mariposa nos puede mover de sitio


Llevo ya dos entradas hablando de los aleteos de mariposa que nos pueden llevar a cualquier escenario en Europa, y muchos de ellos no son precisamente positivos. Este marzo 2022, acabándose, puede todavía darnos algunos sustos, o al contrario, algunas muestras de que la sensatez es posible.

En Europa llevan excesivos años mirando a España y Portugal como los países pobres de sus espacios geográficos. Pero no tanto pobres de dinero como de iniciativas, de moral, de seriedad política, de respeto. Pobres de sociedad pobre. 

No aportamos a Europa más que espacios de sol y problemas con África o ahora incluso con Iberoamérica. No somos como antes el interlocutor necesario para el Magreb para esa América del Sur que a veces también resulta complicada de admitir en el mundo. 

Y esa pérdida de capacidad de liderazgo mundial, se nota en nuestras realidades personales, aunque no deseemos verlas.

Los EE. UU. con Joe Biden no nos quiere recibir, la Europa Unida ha ido girando más hacia el Este que hacia el Suroeste, en África se nos amontonan los problemas y las incapacidades, y en América han decidido recordarnos que Colón y sus conquistadores fueron unos asesinos. 

Casi todos los que lo dicen desde sus poderes son descendientes de los españoles y no de los nativos de esas tierras, pero eso es entrar en otro debate. Lo cierto es que España debe mejorar en esos aspectos de respeto mundial, y no lo tiene fácil ni es un proceso rápido.

Muchas de las normas o leyes emanadas desde Europa no favorecen precisamente la personalidad diferente de una península ibérica que sigue conservando algunas rémoras de sus dictaduras en su economía productiva, laboral o de engranaje social. 

Y si no se tiene en cuenta nuestra posición distinta, incluso para controlar mejor las ayudas que nos han llegado desde Europa en otros tiempos, nuestra capacidad de igualar Europa queda disminuida.

La “nueva” guerra en Europa lo que está marcando sin duda es unos nuevos escenarios de trabajo histórico. Ya se admite que con Alemania hay que entablar una relación militar muy diferente. 

O que hay que reforzar los flancos de la OTAN en el Este de Europa. Que hay que crear una nueva política exterior, un ejército de intervención rápida en Europa y unas nuevas condiciones económicas para la Globalización, para que sea más interna y menos externa, para que seamos capaces de podernos defender mejor de sus efectos negativos.

Ajovín