17.3.25

Apuntes sobre la Sanidad en Aragón


En Aragón estamos inmersos en un periodo complicado y casi crítico de replanteamiento de la Sanidad Pública en Atención Primaria, que de momento no pueden cambiarla de forma profunda, por depender del Ministerio de Sanidad aunque estén transferidas las competencias. Y sé lo que digo, pues vamos camino de otros modelos peores. Cuidado con tentaciones fáciles.

En Aragón nos faltan médicos de Atención Primaria o de Familia. O al menos no están bien distribuidos, que esa es otra variable. Muchos aspiran a ir cambiando se puesto de trabajo dejando la medicina rural o la de AP en Centros de Salud saturados. 

¿En donde están los médicos de Atención Primaria que faltan en los ambulatorios? Pues… no quiero responder.

No hablo solo de la realidad geográfica y social de un Aragón tremendo en tamaño y disminuido en población. Hablo también de unos trabajos administrativos excesivos para los médicos de AP, y una mala distribución del Mapa Sanitario. En Aragón y entre zonas de Zaragoza. Un Mapa Sanitario que no logra avanzar en su reforma.

Y nos falta personal titulada en Enfermería. Y no somos capaces de distribuir bien sus competencias necesarias, que requieren de cambios en responsabilidad, en formación y en costes laborales.

Bancalero, el Consejero de Sanidad de Aragón, ha (o está) intentado cambiar la Atención Continuada ante la realidad de la falta de profesionales en AP. Necesitará apoyos de alguien desde dentro, o no lo conseguirá.

Se juntan aquí varios errores tremendos que ha logrado que en algunas Zonas Básicas de Salud la demora en poder acudir al médico supere las dos semanas. En periodos de alza de virus, se llega a las tres semanas. 

En otras Zonas Básicas de Zaragoza ciudad estas demoras no existen. Depende de en qué barrios vivas el que la AP funcione con lógica o no funcione. Y eso no es admisible.

Una atención básica de salud que se demore más de tres días ya no sirve. O como poco ya no sirve para lo mismo. El paciente tiene que buscar otras alternativas. Y depende de tus ingresos el que sean unas u otras. Y esto también lo deberían negociar los sindicatos. 

La Sanidad —si no reforma la AP— fracasa en la puerta de entrada, y camina hacia lo inevitable. Hay otros modelos en países vecinos que nunca deberíamos querer adoptar, pero a veces da la sensación de que desde dentro se quiere colapsar, para decir que es inevitable adoptar esos modelos.

El Presupuesto para la Sanidad que se recibe desde Madrid no es Finalista, es decir, no se distribuye exactamente como se manda. Y además como es lógico, hay que distribuirlo en excesivos canastos. No se trata (solo) de aumentar los Presupuestos para aumentar el Capítulo 1 con los mismos profesionales, sino con más y mejor distribuidos. ¿Y qué es mejor distribuidos? Pues desde Sanidad se sabe bien.

En Aragón estamos bien en hospitalizaciones y todo lo que eso conlleva. Estaremos todavía mejor en unos meses si somos capaces de contratar a más médicos para Teruel y Alcañiz. Y estamos bien en nuevos tratamientos y en nuevas tecnologías. Tenemos un excesivo gasto farmacológico en crónicos que hay que poner en la mesa de reflexiones, con valentía.

Pero no somos capaces de ordenar bien la Atención Primaria que es lo más conflictivo y lo que lleva a los estudiantes y titulados nuevos a intentar huir de esa especialidad. Un reto tremendo del que no parecen percatarse los propios profesionales con años de oficio y dedicación. Es verdad, muy cansados y poco valorados por todos.

No todo el personal de AP es igual, y menos mal. Pero hay un sector grande, que tras la pandemia del COVID ha decidido levantarse sindicalmente (tienen todo su derecho) para reclamar mejoras que a veces van contra el espíritu de supervivencia de la Sanidad Pública. Y lo curioso es que parecen no darse cuenta. 

No se dieron cuenta con la bajada de las ratios a 35 consultas máximas en la jornada, sin valorar en qué ratios nos estábamos moviendo en algunos ambulatorios. Eso, que sonaba muy bien como una dedicación mínima en tiempo al paciente, era imposible de soportar si no se acompañaba en el mismo momento de una reforma en profundidad de la AP.

La diferencia entre la AP pPrivada y la pública es tremenda en muchos conceptos. Y la mayoría de la sociedad no lo sabe. Tan tremenda que cuesta admitirla. Solo existe AP Privada en las ciudades grandes. Nunca en las localidades pequeñas, pues no es rentable para las empresas.

Un médico de AP Privada es médico, pero no es necesario que sea especialista en medicina de familia, es decir, sus años de formación universitaria pueden ser la mitad, y por ello su contratación es muy sencilla. 

Pero además en la AP Pública, se ha consentido durante décadas tener la figura de los MAC que son médicos como todos los demás de cada ambulatorio, pero con menos sueldo y menos derechos. Y ahora, cuando a estos profesionales se les quiere igualar al resto de profesionales del mismo centro de salud, nos reventamos en quejas. Tienes razones para quejarse, pero no tienen razón.

¿Y a partir de estos puntos? 

Pues entramos en un periodo en el que o se negocia muy reflexivamente entre una participación —pero con muy pocas personas sentadas en una mesa con capacidad de soluciones, en donde deben estar también los pacientes representados por sus órganos de participación— o volveremos a equivocarnos, aumentando derechos a los profesionales (que tienen sus razones, lo vuelvo a repetir) pero a costa de debilitar la Sanidad Pública y de no tener en cuenta a los pacientes.

14.3.25

No queremos hablar del COVID


En general, en España no queremos hablar de lo que sucedió en el año 2020 en todo el mundo, pues intentamos olvidar siempre lo malo. Y lo del COVID fue una patada en los riñones de toda la sociedad, y sin saber todavía los motivos reales de su inicio.

Hay demasiadas cosas que no sabemos, pero ya nos da igual. Hubo excesivos errores sociales que nos marcaron y que cinco años después algunos de esos fallos, todavía arrastramos. Y nos da igual.

Hablamos mucho de las barbaridades que sucedieron en las Residencias de Ancianos, tremendo y en parte todavía oculto. Pero cerrar los colegios y universidades tanto tiempo fue un gran error que todavía pasa factura. 

Centrarnos demasiado tiempo en el contacto como medio de contagio, cuando era un virus que se propagaba por el aire, costó contagios mantenidos, y soluciones que no se tomaron en su momento.

Alrededor del COVID surgieron sin darnos cuenta, excesivos jetas y ladrones, chupópteros del negocio fácil, gentes sin escrúpulos que no miraban los muertos diarios. Hoy se esconden. La Justicia es muy lenta.

En Sanidad surgieron dos tipos de profesionales. Los que dieron el 200% de lo que podían, hasta caer en la extenuación y el agotamiento, y los que se empezaron a esconder detrás de trucos y tratos. Y eso queda mal decirlo, pero es verdad pues lo viví desde dentro. Si miramos algunas estadísticas lo entenderíamos mejor.

Es cierto que el miedo es incontrolable, y que cuando estás dentro de ese miedo no debe ser criticado el que te inunde. Yo no lo critico. Simplemente lo pongo sobre la mesa. 

Pero nuestro Sistema Sanitario, de los mejores del mundo sin duda, pero que arrastraba desde hacía años un déficit de futuro, empezó a resquebrajarse. 

Hoy, cinco años después del COVID no somos mejores. Hemos perdido valores y no hemos ganado ninguno. Nuestra economía micro y macro se ha movido y no para mejor. Hemos perdido parte del valor que tenía la escuela entre los jóvenes. Perdimos a un gran número de personas ancianas y débiles en una soledad que nunca se merece nadie.

Pero curiosamente ni las Residencias de Ancianos han mejorado, ni lo ha hecho la Sanidad, ni somos más felices tras aprender de nuestra fragilidad, ni entendimos bien lo que había sucedido. 

Hay teorías que se mantienen en el tiempo sobre el inicio del COVID, todas apuntan a una ciudad en concreto, incluso a una serie de ejercicios nunca desmentidos. No debieron ser los murciélagos ni los pangolines, casi seguro que fueron los humanos, según análisis bien secretos hechos en varios países y a veces publicados a medias. 

Y eso se podría volver a repetir, lo que es muy grave mientras no seamos capaces de controlarlo y de conocerlo al menos.