22.10.09

Entrevista a Eduardo Mendoza en El País

"No he tenido nunca ninguna clase de pudor literario"
"Y en un momento determinado me planteé por qué no intentar escribir un texto sin un solo que, un guiño a Jardiel Poncela, Georges Perec o a Raymond Queneau". Y, sí, sin uno de "esos molestos que que aparecen por todas partes" escribió hace un tiempo Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943)
El final de Dubslav, segundo de los tres relatos que han dormitado un tiempo en los cajones de su escritorio y que ahora conforman Tres vidas de santos (Seix Barral), el primer libro de este género que el barcelonés publica en sus 34 años de carrera literaria.
"Lo que pasa es que soy idiota y me van los retos; podría haber seguido haciendo novelas humorísticas y tal, pero bueno, en esto de la literatura siempre le he hecho caso a lo que me dijo un día Juan Benet: 'No hagas nunca nada que ya sabes que quieres hacer y lo tengas claro; que todo sea arriesgado y a lo que te salga'. Y él se inventó eso de escribir con ese rollo de papel inmenso, un preordenador casi", revive el autor.
El reto de Mendoza estaba esta vez en que, según cree, no sabe hacer novela corta. También cree que deseaba reflexionar sobre algunas cosas. Y opina: "en una novela, la reflexión despista; no es para pensar, es un viaje, una experiencia vital". Y por eso hoy sufre esa novela: "La experiencia vital del lector es ahora mucho más amplia que la de los lectores de Balzac. Tiene acceso a información brutal, viaja... La aportación de vivencia que daba la novela es ahora innecesaria".

21.10.09

"Barro de Medellín" de Alfredo Gómez Cerdá, Premio Nacional de Literatura Infantil

Alfredo Gómez Cerdá ha obtenido el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2009 por su obra "Barro de Medellín". Este galardón, dotado con 20.000 euros y que concede anualmente el Ministerio de Cultura, pretende distinguir una obra de autor español escrita en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado y editada en España durante 2008.

Gómez Cerdá empezó a escribir a los 11 años. Inicialmente se dedicó al teatro, pero a partir de 1982, cuando ganó el segundo premio "El Barco de Vapor" por su libro "Las palabras mágicas", se decantó por la literatura infantil y juvenil.

Ha colaborado en prensa y en revistas especializadas y ha participado en numerosas actividades en torno a la literatura infantil y juvenil: charlas, libro-fórum, programas radiofónicos, mesas redondas, conferencias, etc. También ha colaborado en proyectos educativos llevados a cabo en Estados Unidos (Aprenda II, En San Antonio, Texas).

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Relato pedante de miércoles


EL NIÑO

Llevaba varias horas sentado, ensimismado y pendiente de mis vecinos de asiento, observando como bajaban y subían tras la puerta del autobús o desaparecían sin saber bien cual era el motivo por el que después de estar un tiempo esperando en las filas, cambiaban de rumbo. Yo quieto por fuera, vigilaba el mundo que se movía en la parada e intentaba que no se fijaran en mi.
Mujeres maduras, jóvenes escondidos en su música, ¡un niño sólo!, ¡un… ¿qué hace este diminuto chaval caminando de la mano de un libro tan grande?
Se quedó sentado a mi lado, en la bancada de la marquesina que no dejaba lugar para muchos y en una posición maravillosa para leer el título del libro algo viejo y de tamaño incómodo para él, con el que descansó a mi lado.
“La insoportable levedad del ser” leí dos veces dos. ¿La qué…?, me pregunté sin pestañear para no denotar que me preocupaba el hallazgo. Este chiquillo no tiene ni idea de lo que lleva entre sus manos, pero sujeta el libro como si fuera su vida, con la delicadeza poderosa del hombre seguro.
Pero mi sorpresa fue a más cuando, ya asentado y tras mover su cuerpo dulce varias veces hasta encontrar la posición cómoda, abrió el libro por su marca páginas y se puso a leer en la página 59…

…nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente de encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que llamamos coincidencias…

Me pregunté por su edad, busqué en su cara detalles de adulto, revisé su atavío, miré sus zapatos. No era un adulto encogido, era un travieso mocito de unos 8 años con cara de párvulo iletrado, pero estaba leyendo lo imposible. Revisé otra vez su lectura, y moviendo ligeramente mi cara, intenté adivinar si efectivamente leía o simplemente disimulaba una espera o jugaba a ver letras, ¡yo que sé!, pero seguía en la página 59…

…el hombre llevado por su sentido de la belleza, convierte un acontecimiento casual en un motivo que pasa ya a formar parte de la composición de su vida…

Y con mi mano le toqué levemente en el hombre como si de un adulto fornido se tratara para reclamar su atención. El se giró levantando la vista del libro y mirándome como con desgana (lo que me sorprendió pues esperaba encontrarme una mirada infantil), le pregunté casi preocupado…
—¿Estás leyendo el libro?
—He vuelto para demostraros que el mundo sigue siendo tan feo como imaginé —me respondió con voz muy fina— y que los hombres somos incapaces de levantarnos entre los muertos sociales para reclamar dignidad…, te asombra mi aspecto ¿verdad? Simplemente es que me da asco volver de adulto. Soy el autor venido a corregir mis escritos, que no mis desesperanzas.

¿A quién sigue el elector a la hora de cambiar su voto electoral?

Me ha llegado un artículo a este octubre del año 2009, "Primero de Crisis", con mas o menos ese mismo título que pongo en la entrada y que es muy ilustrativo de lo que realmente sucede con los electores, que no es lo mismo de lo que sucede con los ciudadanos.

De hecho muchas veces los ciudadanos después de votar y ver quien ha ganado, piensa que cometieron un error importante.


Hay una tendencia general a seguir a la manada social, en el mejor sentido de la palabra. Cambiemos "manada social" por "sociedad" y queda más elegante. 

Pero la verdad es que es un acto animal, porque no debemos olvidarnos que somos unos animales, racionales, pero animales.

Hay una sensación (casi necesidad no explicada) de votar al que se considera ganador, pero aunque este ganador no sea el que quede reflejado en las encuestas. 

Y por el mismo motivo, hay una tendencia a NO votar al perdedor, no se sabe bien porqué motivo racional. Tal vez porque nadie quiere formar parte del equipo perdedor.

Se detecta sin querer y sin poder explicar bien, quién va a ser el ganador y quién el perdedor, porque no está escrito en ningún sitio, entes de contar de verdad los votos. Es la manada (sin reconocimiento de que exista) quien detecta este hecho y sin motivo claro aupa a uno y destroza al otro en un claro caso de conducta animal.

Incluso los partidos pequeños suben o bajan, sin depender ni de sus programas o de sus campañas, por un acto ajeno a ellos y que tiene más que ver con las sensaciones de la sociedad que con las realidades de lo que podrían resolver o gestionar.

Un partido pequeño con un excelente programa y un buen candidato puede bajar mientras que en una elección posterior, derrotado y sin ideas, puede subir por efecto de las contrarias sensaciones. 

Existe el voto de castigo, pero todavía más el voto de "sensaciones", el de apuntarse sin querer a "caballo ganador". Y repito, sin querer.

Es un acto en muchos casos de sensaciones de futuro. De querer formar parte del equipo de los ganadores, aunque ni sean los mejores ni los que mejor te representan a ti.