3.2.11

El holocausto de Vigalondo en Twitter es una de las mayores tontadas de la semana

El Holocausto de Vigalondo es la gran realidad de un sistema que todavía no entendemos. No disponemos de capacidad de asumir el humor, la chanza, el cinismo, la crítica incluso empleando el sarcasmo. ¿Qué nos pasa?, ¿no parecemos tan modernos que somos la leche merengada?
Yo no conozco a Vigalondo, ni sabía que existía aunque lo habré leído alguna vez por El País, es posible. No se puede conocer a todos los que escriben bien por Internet,
por eso que se haya sacado de quicio el comentario en Twitter de una persona que lleva escritos 50.000 textos, me parece de premio a la estulticia. Que El País haya caído en la trampa de dar importancia a esto, es también de cogérsela con papel de fumar.
Hay escritores de fama que han escrito que se lo han hecho con niñas de 14 años y hemos puesto el grito en el cielo. Bueno, veamos, la literatura es una mentira pactada entre el escritor y el lector. Y así creo que lo hemos entendido todos. El escritor miente y así nos entretiene si es que nos gusta y aprobamos lo que nos dice. Pero no es un notario, no es un juez, no es un testigo. Es un inventor de historias. Y si lo ha hecho muy mal y delito, pero por escribirlo en una novela o en un libro diario que sigue siendo un contrato de mentiras aceptadas no ha lugar a crucificarlo. Todavía.
Pensar que todo lo que escribimos debe servir para ser juzgados es tremendo, así no escribiríamos nadie. Yo no opino igual hoy que hace 10 años; no siempre estoy lúcido o mejor dicho, casi nunca estoy lúcido; si supiera que seré algún día juzgado por mis escritos sencillamente no escribiría; no resisten mis escritos un análisis crítico de todas mis líneas.
Vigalondo ha cometido un error, cierto, un error de una noche tonta en un medio muy dado a jugar con mensajes cortos. ¿Y? Lo malo no son los errores tontos de un momento dado, lo malo son los errores gordos y escondidos de los listos que saben taparlos y que están convencidos de que lo que para ti son errores para él son acciones para su beneficio y para la ley un delito. Yo escribo muchas veces que Dios no existe y por eso espero que Dios no me vaya a castigar en el Fin del Mundo, digo yo.

El CIS pregunta si es bueno el desorden social para que las cosas cambien

La pregunta que plantea el Barómetro del CIS de diciembre de 2010 a la sociedad española parece sencilla y sin mucho sentido, pero detrás de ellas se escode un cierto temor a que la situación de crisis si no se resuelve pronto pueda terminar en conflictos sociales sin organizar, desórdenes sociales de personas
hartas de su situación y sin ayudas suficientes para sobrevivir.
¿Es bueno que cambien las cosas aunque se cree desorden?
¿Es bueno el orden, aunque se limite la libertad?
La primera opción es muy abierta, tanto que no representa nada aunque sume a un “todo”. Habla de cambiar “las cosas”, pero sin concretar qué cosas. En la cocina de la encuesta ya se sabe qué cosas son. Antes se ha preguntado qué es lo que más negativamente influye a los españoles. El paro, los problemas económicos, la vivienda, los políticos.
Dejo las respuestas de los españoles en total, por edad y sexo y por ideología. Tal vez así entendamos mejor si alguna vez se suceden las violencias sociales, por qué y quien será los que hartos ya, empiecen los conflictos.

Cómo crear una empresa pequeña, primeros pasos 2

Como primera norma básica para la creación de una empresa pequeña, incipiente, de autoempleo, está como ya apuntábamos, la búsqueda de una buena idea que se pueda convertir en rentable. Parece una tontería, pero es el fundamento de todo tipo de empresas. Un negocio es simplemente eso, una buena idea, a la que le podemos sacar beneficio
con nuestro duro trabajo y nuestra experiencia. Sin tener claro qué queremos hacer, desde donde partimos, hasta donde queremos llegar, es imposible poner nada en funcionamiento. Una buena idea es vender hamburguesas en tu barrio haciendo creer al cliente que está cenando en EEUU, pero tras la inversión de 350.000 euros para tener derecho a la franquicia de MacDonalds (sólo el derecho y las máquinas y decoración) tendrás que saber si habrá clientes en tu barrio para hacer rentable el negocio y para recuperar la inversión en como mucho 3-4 años. Bueno, vale, hasta 5 años. Si no te salen las cuentas es una MALA idea aunque nadie se atrevería a decir que los MacDonalds sean una mala idea.
Saber elegir un proyecto es mucho más complicado de lo que parece. Tanto que casi se diría que es LO MÁS complicado. Hay que tener en cuenta una serie de factores que no siempre calculamos y que son básicos. Muchas de nuestras ideas no resistirán un análisis de rentabilidad mínimo, muchas de ellas ya están saturadas en el mercado, otras requerirán un esfuerzo que no estaremos dispuestos a mantener durante mucho tiempo.
Tener una buena idea supone simplemente, que esta decisión de proyecto sirva para nuestros objetivos, que serán siempre la rentabilidad. Y por eso tal vez una buena idea “en general”, no lo sea para nosotros, o para nuestra ciudad o barrio, o para este momento en el tiempo.
Todo buen proyecto debe contar además con un buen líder y aquí es donde debemos ajustar la “buena idea” con la “idea posible”. Un buen empresario es quien no deja ante las dificultades, quien tiene las ideas claras, quien sabe resolver problemas de una manera rápida y a un coste asumible, quien sabe vender y abrir puertas.
Es decir, un buen proyecto para nosotros lo es sólo, si podemos ejecutarlo y llevarlo a éxito, algo que parece fundamental pero que es lo más complicado de asumir. Lograr ajustar estos desfases entre lo que queremos y lo que podemos es complicado, pues dependemos de nuestra capacidad de autocrítica. Debemos autoanalizarnos, saber qué somos capaces de hacer, en qué somos buenos, en qué materias tenemos capacidades que otros no tienen. Y a partir de saber con sinceridad de qué somos capaces, deberemos buscar la arista que esté libre en el mercado (fastidiosa palabra) para que nuestro proyecto pueda funcionar. Vamos a necesitar un nicho de trabajo, de servicios, que esté vacío en tu país, en tu ciudad, en tu barrio, en tu calle. Depende del asunto sobre el que queramos trabajar.
Por eso es también muy importante saber encontrar el lugar físico desde donde haremos nuestra actividad. Las hay de calle, de barrio, de ciudad, de país. No es lo mismo una panadería (calle o barrio) que un bar (barrio) o un restaurante o fontanería (barrio o ciudad) que una asesoría laboral (ciudad o país).
Un ejemplo sencillo. Si eres un excelente panadero e intentas poner una panadería en tu pueblo de 500 habitantes y ya hay otra panadería lo tendrás crudo y complicado. Debes ser mejor que el otro, dar mejor precio y ser más simpático. Si la quieres montar en tu barrio de 12.000 habitantes y ya hay 5 panaderías deberás analizar el lugar en donde buscas el local, un producto que sea diferente y ser capaz de atraer a clientela, pues la competencia será mayor aunque también lo sean el número de los posibles clientes. En el primer caso tendrás como máximo y en teoría unos 250 clientes a un euro de facturación al día, lo que supondrán 7.500 euros al mes. Muy bien pues saldrían las cuentas. Pero necesitas repartirte el pueblo a medias y el otro panadero no te lo pondrá sencillo. Es decir, puedes ser un excelente panadero, pero el éxito no depende tanto de tu profesionalidad como de saber pelear hasta hacerte un hueco en el mercado. Otra vez el mercado y el saber vender además de hacer buen pan algo que se sobrentiende. ¿Eres capaz de soportar la presión de esta pelea a la que nunca has estado acostumbrado, pues nunca has intentado hacerte un hueco en ningún mercado? ¿En qué número de barras de pan vendidas al día es tu negocio rentable?
La anterior es una buena pregunta. Veamos la cuenta al revés para adivinar cuantas barras de pan necesitas vender cada día. ¿Qué gastos fijos tenemos en la panadería?, y aquí es importante buscar un local ajustado de precio para lo que buscamos, teniendo en cuenta que no es lo mismo en un pueblo del ejemplo que en el barrio de la gran ciudad. Ya tenemos un número de gastos fijos. Veamos ahora el gasto variable que depende del número de barras de pan que vendamos. El gasto fijo será el mismo vendamos una barra o mil barras al día. El otro cambiará pero se puede analizar si eres profesional. Con la suma de ambos sabremos cuantas barras tendremos que vender al día. Pongamos que necesitamos 6.000 euros al mes de gastos (2500 de sueldo bruto, 1500 de gastos fijos y amortización, 1000 de local y 1000 de gastos variables). Luego, necesitamos vender 200 barras cada día.
¿Somos capaces de intentarlo? No lo sabemos pero al menos ya tenemos una meta. Sabemos que para que nuestro negocio funcione su meta es vender 200 barras al día. Pero incluso sabemos que si vendemos 135 barras al día cubriremos gastos fijos, incluida la seguridad social, aunque no cobremos un sueldo. Ya tenemos más datos para ir apuntando. Pero si facturamos ayudados con otros productos que no sean barras de pan, como los gastos fijos son siempre casi los mismos y fijos, tendremos más beneficios a poco que nos quede algo de beneficio de cada producto ajeno al pan que vendamos (y aquí surge otra posible idea que es la venta a bajo coste para conseguir clientes nuevos, pues podemos vender a coste estos productos pues ya tenemos asegurada la rentabilidad con el pan y conseguir por ello atraer a clientes con un precio muy competitivo de estos géneros ajenos al pan). Aunque hay que tener en cuenta que si no vendemos las barras de pan que fabricamos, los gastos variables se convierten en fijos y son mermas que hay que aumentar en los gastos, pues van a la basura. Y tendremos que añadir SIEMPRE una cantidad fija de “gastos especiales” pues siempre hay sustos, inversiones que no se preveían, asesores, impuestos, festivos que no se vende nada, una avería, etc.
Como es lógico esto que apunto en los párrafos anteriores es muy a “lo bruto” pero es el primer camino para saber si con aquella buena idea que teníamos, somos capaces de hacer una empresa, un autoempleo. Son las primeras pinceladas de algo complejo, pero no tanto como a primera vista nos parece.

La violencia real que vemos, por pequeña que sea, nos afecta

Es posible que la sensación de violencia real aunque pequeña —esa violencia tan mala como cualquiera otra aun siendo pequeña, pues nos invade y nos impide a su vez ver las cosas con otro color—, vaya en aumento por las vibraciones de los medios de comunicación, sobre todo la televisión, que parecen disfrutar con los gritos, los insultos, las malas formas, las vidas mal gestionadas de tontos que cobran por contarlo.
Sabemos diferenciar si somos adultos, lo que es violencia ficticia, literaria, falsa, de la que es violencia real o que nos parece real aunque sea esta más pequeña. Y el cerebro en su diferenciación queda más afectado por una violencia real pequeña que por otra que considera inventada en una historia que consideramos falsa, literaria.
Para evitar que las violencias reales se asienten en la sociedad hay que empezar por lo más bajo, que es también lo más sencillo. Evitar que nos influyan las malas vibraciones que nos regalan por y para la audiencia, pues sin darnos cuenta nos afectan.
Si absorbemos aunque sea sin querer violencia de otros, al final nos afectará sin duda, en nuestra respuesta, en la forma de entender a los que nos pasan por delante de nuestras vidas, en la manera de comprender y asimilar los actos de las personas que viven con nosotros. De nada sirve decir que a nosotros no nos afecta, no podemos conseguirlo. Si entramos riéndonos en un funeral, al final el ambiente nos abruma. Si entramos con un mal día en una fiesta de amigos al final nos contagiarán. El ambiente que nos rodea sí que nos influye y por eso no debemos beber de aguas amargas pues al final nos fastidiará la bilis. Dependemos de nosotros mismos y de nuestras decisiones para elegir qué vemos, qué queremos que nos influya.