10.1.13

El problema en España NO es el desempleo. Son los empresarios

Cada día queda más claro que el verdadero problema de España, no es el desempleo institucionalizado, es que la CEOE y los empresarios grandes son de una calidad escasa, rayando la mentalidad del siglo XIX, con intenciones absurdas de aumentar sus beneficios, sin darse cuenta que si no tenemos una España llena de españoles satisfechos, no hay producción con la que competir en Europa o en el mundo, y por ello no tendrán los beneficios que se merecen los empresarios inteligentes.

Ahora la CEOE quiere un nuevo contrato laboral para los jóvenes —otro tipo de contrato más, ¿cuantos tenemos ya?—, a costa de que ganen solo el SMI. ¿Qué tiene de nuevo este contrato para que se tenga que institucionalizar como una reforma? Hasta ahora los jóvenes ganan lo que quieren los empresarios, muchas veces el SMI y muchas otras menos a costa de trampas en los horarios o en la letra pequeña.
Efectivamente lo que buscan los señores (todos varones, jope) de la CEOE es institucionalizar por ley que si tienes menos de 30 años, aunque trabajes de ingeniero nuclear, solo te puedan pagar el SMI. Así evitan que las empresas “normales” les puedan robar a las empresas “jetas”, los buenos trabajadores a costa de salarios “normales”.
Nos hemos creído que el principal problema de España es el desempleo. Pero nos estamos equivocando. Ese es el síntoma. La verdadera enfermedad son los grandes empresarios reunidos en “clase aparte”, que son una serie de personas sin preparación suficiente para ser parte viable, válida y visible (tres uves, jodo) de una sociedad que necesita cambios importantes y urgentes.
Necesitamos más empresarios, entre otros grandes y urgentes motivos, para ver si así la suma de todos ellos es más moderna, más preparada y más egoísta. Si son más egoístas con inteligencia, se darán cuenta que en el siglo XXI para lograr la excelencia empresarial, hay algunas cosas que ya no funcionan bien en un mercado globalizado. ¿Pero no querían ser empresarios europeos?

9.1.13

Nadie te obliga a trabajar en la misma empresa siempre

Nadie acude a una tienda de mascotas y pide:
—!Quiero un pájaro que no vuele¡

Si quieres que te compren para un puesto de trabajo —perdona la asquerosa expresión—, tienes que estar volando y demostrar que sabes volar con cualquier tipo de viento, llueva o haga calor.

Tienes que demostrarles que todavía se te rifan, que siempre han estado muy contentos con tus trabajos, que sabes volar o estar en la jaula; que te adaptas a lo que pida el comprador del pájaro.

¿Es duro?, no te preocupes, tu libertad te pertenece, pero si entiendes los mecanismos del sistema —hasta que logremos cambiarlos entre todos—, te adaptarás con menos dolor y más éxito.

No se trata solo de adaptarse, también de ser el mejor, de intentar la excelencia. Incluso sabiendo que nada es eterno y que de todo proceso se puede aprender y salir ganando. Mira los trabajos como una oportunidad para mejorar también tú, para demostrarte que vales, que vas a seguir aprendiendo y que desde este puesto vas a intentar buscar otro mejor.

Nadie te obliga a tener que estar en la misma empresa siempre, incuso es beneficioso para tus intereses cambiar y sobre todo estar preparándote y buscando mejorar desde dentro y/o a través de otra empresa.

Los conceptos de fidelidad a las empresas donde se trabaja se acabaron hace mucho, y lo destruyeron los propios empresarios.

Los beneficios empresariales deberían pagar impuestos de muy diversas maneras

Toca defenderse, toca buscar a quien nos defienda. Si IU plantea que las grandes empresas que SI dan beneficios pero que aun asi despiden de manera no individual, sean acusadas de fraude y de delito, es de aplaudir y de preguntarnos por qué no existe esta figura jurídica en el derecho. 

Los empresarios tiene derecho, faltaría más, a llevarse a su casa los beneficios, aunque sean obtenidos por la suma de muchos factores, entre los que los trabajadores son imprescindibles. Pero que si hay beneficios, que no se paguen impuestos es una barbaridad consentida de forma ilógica y rayando la ilegalidad aunque se ampare en figuras tributarias legales.
Si además vemos como estas grandes empresas para optimizar sus beneficios, que NO sus producciones o sus futuros, despiden a su gusto en momentos de crisis, dejando que las crisis las sufran el Estado y los trabajadores, y los beneficios solo los disfruten ellos, somos imbéciles por no impedirlo.
Como es ilógico que tengan la misma carga impositiva fiscal los beneficios repartidas que los beneficios que sirven para dotar a la empresa de más fuerza o seguridad. Efectivamente ya sé que los beneficios que no se reparten pueden (y digo solo, pueden) pagar menos impuestos, pero es que simplemente debería ser que los que se reparten deberían cotizar mucho más.
No es lo mismo que una empresa crezca y sea más fuerte y por ello sus socios tengan más riqueza al tenerla su propia empresa, a que esos beneficios se repartan personalmente entre los socios. No debería ser lo mismo una empresa que crea empleo que otra que lo destruye a la hora de pagar fiscalmente por sus beneficios. Como tampoco lo debería ser si se invierte y crece o se desinvierte y mengua, con una fiscalidad investigadas e inspeccionada para evitar la limpieza del bisturí de algunos asesores empresariales.

8.1.13

Estampación en oro o relieves en el arte de imprimir etiquetas

Antiguamente las etiquetas de licores se imprimían con técnicas realmente insospechadas hoy en día, con clichés de tipografía a bastantes más calores que los cuatro de la gama básica, con estampación en oro o plata añadida al final, con relieves de distinta profundidad que lograban dar vida y calidad al producto de la etiqueta o incluso tintas suaves añadidas para realizar aguadas o degradados, etc.

Si a todas estas técnicas se le añaden la dificultad de grabar estos clichés en zinc con técnicas químicas complejas y con unos ajustes muy rudimentarios para lo que hoy se conoce, es increíble que algunos resultados sean los obtenidos. Y estoy hablando de hace 40 años, no de la prehistoria.
Dejo la impresión de dos etiquetas de anís y anisete de la fábrica de licores C. Soria de Cariñena, con gran parte de estas técnicas de fotograbado, hoy superadas pero también perdidas.