12.4.16

Cómo vivir más y mejor, que no más tiempo

Si quieres vivir más el día a día, que no quiere decir vivir más días, sino aprovechar más cada momento de cada día, debes intentar cambiar algunos conceptos que no son muy complicados. Hay más, muchos más, pero estos son sencillos.

Intenta ser más agradecido con todo y con todos. Da las gracias y sonríe con mucha más normalidad. También con sinceridad. No seas falso, tómate en serio que sonreír es muy bueno para tí, además de para los demás. Quien sonríe, recibe sonrisas.

Sueña, sí, sueña y mucho. Dormido o despierto. Sé ambicioso en tus sueños, planifica sueños, intenta hacer lo que te gusta hacer. ¿Vales para hacer eso? ¿Y por qué no lo haces ya? ¿Crees que vales? Pues intenta demostrártelo a ti misma.

No dejes para mañana lo que debes hacer hoy. Todo debe hacerlo hoy, ahora, ya. Es igual si no logras terminarlo, pero al menos planifica, avanza, haz algo, avanza.

Todo se hace por algo, tú debes hacer por algo todo. Y si no tienes motivo, recuerda que te equivocas, el motivo principal eres tú. Abrázate y aumenta tu autoestima simplemente haciendo cosas. No esperes la aprobación exterior. La que más vale es la tuya.

No te preguntes nunca el motivo de los errores, de los dramas, los por qué. Pregúntate el “para qué”, que es más positivo y más sencillo de transformar en activo. Nade sabe por qué, pero en cambio muchos logran saber para qué.

La importancia de la caídas, para aprender

Caer es más fácil de lo que nos pensamos. Y si no que se lo pregunten a Mario Conde. Pero contra cada caída siempre hay un “levantarse”, sobre todo si hay rasmia, hay formación detrás, hay valor y energía conservada. Caer no es un drama si somos capaces de saber levantarnos y tras limpiarnos del polvo, seguir subiendo o bajando, seguir caminando. Pero caer es también aprender. Si no somos capaces de aprender tras una caída, no nos va a servir de nada y se habrá convertido en negativo. Caer es una gran experiencia vital, y no hay que preocuparse del dolor de la caída —ese se va rápido—, hay que preocuparse de aprender a no volvernos a caer, a que hay que andar más seguros. Muchas veces caemos por tonterías, por egoísmo desmedido, por abusos y exceso de confianza. No es complicado aprender de los errores, no es nada difícil darse cuenta de qué motivos nos han llevado a la caída. No sólo hay que evitarlos, sino aprender a no acercarnos a esos caminos del error.

11.4.16

La importancia de relajarse para ser eficaces

Sabemos que relajarnos es muy importante para estar mejor, pero sobre todo para hacer más y lograr de forma más sencilla nuestros objetivos. Es decir, relajarnos no tiene efectos secundarios y siempre es positivo. La duda es saber cuál es el motivo para que no aprendamos bien a relajarnos, para que dominemos nuestros nervios, cuando admitimos que siempre es mejor. Incluso cuando hay que cabrearse.

Nada fastidia más al contrario que esperar que ya te tiene violento e irascible, y ver que estás tranquilo y relajado, hablando de forma lenta y calmada, ofreciendo alternativas lógicas y demoledoras. Se puede estar relajado y ser muy eficiente.

Hay pues dos formas de entender la relajación. La pasiva, para tranquilizarnos y sentirnos mejores, y la activa demostrando que estamos relajados y tranquilos, que ya venimos relajados de casa.

Relajarse además es gratis, es sencillo, lo podemos hacer sin la ayuda de nadie, lo podemos demostrar enseguida y a todos, es eficiente y por si hay dudas, se aprende.

“El momento para relajarnos (cuando más lo necesitamos) es cuando no tenemos tiempo para hacerlo”
Más o menos, una frase de Sydney J. Harris




9.4.16

Serviría el chutzpah israelí en España?

Es reconocido el espíritu israelí para lograr objetivos económicos espectaculares con unos sistemas de organización que además de copiables y novedosos, se basan en las personas y por ello son mucho más fáciles de lograr, si como sociedad somos capaces de convencer de su eficacia y éxito, además de su facilidad para que los beneficios sean para y entre todos.

Ellos en Israel lo llaman “Chutzpah” que traducido sería la suma de una serie de palabras castellanas que ya nos indican claramente de qué va esa tecnología tan novedosa y rompedora, además de barata y sencilla. Audacia, insolencia, confianza en uno mismo, gran fortaleza, coraje, descaro, osadía, nervio, entereza, ardor, incluso caradura positiva, sana crítica a todo. En Aragón lo llamamos “rasmia”.

En Israel todo el mundo puede solicitar información a todo el mundo, de abajo arriba. No sólo son aclaraciones, sino las puertas para incidir, para poner en cuestión las órdenes, para opinar y sumar. Y todo el mundo acepta esa forma de comportamiento. No se trata nunca de poner en cuestión a las personas, sino a las normas, a las formas, a los modos de trabajar o de realizar todo. Sólo quien tiene talento y se lo cree, será capaz de ejercer el chutzpah pues enfrente tendrá siempre a otra persona que con la misma educación y deseos defenderá su propia opinión. Desde lo positivo, pero desde el trabajo por mejorar, por poner rasmia en buscar procesos de mejora contínua. Chutzpah para mejorar personalmente, mejorando la sociedad.

Estos procesos de relación con los métodos y las organizaciones se enseñan y por ello se aprenden desde las escuelas, y sin duda ninguna en las universidades. Los estudiantes cuando llegan a las universidades han viajado por el mundo en lo que es casi una obligación mental de dedicar un año sabático tras el servicio militar obligatorio antes de entrar en las universidades a construir su propio futuro personal. Un proceso vital inverso al habitual. Propiciando que cuando llegan a la universidad ya han conocido situaciones vitales de especial importancia personal.

Si a estos procesos personales de chutzpah se unen la ayudas en investigación del gobierno o la facilidad para crear incubadoras de empresas con suficientes presupuestos para ayudar de verdad en encontrar opciones de innovación empresarial, tenemos los mimbres de un nuevo sistema para crear economías más efectivas en una España que cada vez es más gris, más apagada y con menos capacidad para salir de su mediocridad.