5.3.17

6 consejos y 6 preguntas para un escritor que empieza

Hoy El País y tras publicar una entrevista hace dos semanas al hijo de George Orwell, sigue reflexionando sobre algunos aspectos que nos dejo a modo de consejos el que sin duda fue un genial narrador y visionario de la realidad que debemos vigilar, pero que no sea ella la que se nos apodere.

Y el propio El País nos ha dejado unos listados que debemos conservar, para todos aquellos que intentamos escribir y aprender escribiendo y leyendo.

El primero son seis consejos para un escritor que se enfrenta con sus ideas.

1. Nunca uses una metáfora, símil u otra frase hecha que estés acostumbrado a ver por escrito.
2. Nunca uses una palabra larga si puedes usar una corta que signifique lo mismo.
3. Si es posible eliminar una palabra, hazlo siempre.
4. Nunca uses la voz pasiva cuando puedas usar la activa.
5. Nunca uses una expresión extranjera, una palabra científica o un término de jerga si puedes pensar en una palabra equivalente en tu idioma que sea de uso común.
6. Incumple cualquiera de estas reglas antes de escribir nada que suene estúpido.

El segundo listado son seis preguntas que también nos debemos hacer por el mismo concepto.

- ¿Qué intento decir?
- ¿Qué palabras lo expresan?
- ¿Qué imagen o expresión lo hace más claro?
- ¿Esta imagen es lo suficientemente nueva como para producir efecto?
- ¿Puedo ser más breve?
- ¿He dicho algo que sea evitablemente feo?

La borrachera entre jóvenes es muy peligrosa

La FAD nos avisa en este cartel de algo muy importante para el futuro de nuestra sociedad. ¿Estamos haciendo lo suficiente y lo correcto para que nuestros jóvenes de menos edad no se emborrachen tanto cada mes? Los datos son tremendos pero no los queremos ver. O tal vez pensamos que no podemos hacer nada, o lo que sería peor, que no debemos hacer nada pues no representa un peligro.

En estos tiempos se nos obliga a todos al consumo descontrolado. Que se insista en que el consumo de alcohol hay que frenarlo entre los jóvenes, indica que debe ser peligroso de verdad, pues se nos está diciendo desde todos los organismos que lo frenemos. Lo contrario que todo lo demás.

4.3.17

¿Existe la arquitectura fea? ¿O es nuestra forma de mirar?

No siempre la belleza admitida es la que se apodera del símbolo de la arquitectura más moderna. Aunque debemos admitir que la belleza o la fealdad es algo muy subjetivo, sobre todo en el arte. Juzgar a un edificio por su aspecto exterior es una decisión coja. La utilidad se da en su interior, y aunque todo suma (o resta) los aspectos exteriores hay que verlos m´sa on su relación con el entorno, que con el propio edificio.

Os he dejado seis edificios catalogados como “muy feos”. Sin duda son diferentes, que es otro adjetivo. Pero para saber su utilidad visual debemos contemplarlos desde su entorno, desde el lugar donde estás montados. Pueden ser edificios que se hayan apoderado de toda la zona y entonces lo feo sea lo que envuelve al edificio. O puede ser que efectivamente el arquitecto tuviera un día horroroso.

Pero en arquitectura un edificio actual puede tener una vida de entre medio y dos siglos. DEpende de muchos factores, entre el que se encuentra su desubicación con el entorno. Pero un error en el diseño urbano, con el urbanismo, puede durar 1.000 años. En urbanismo las decisiones se van sumando a lo que hay y a lo que vendrá. Y no se puede desmontar un barrio, una avenida, un parque, tras un error del diseñador urbanista.

1.3.17

Hablemos del futuro de las ciudades

Nunca es fácil augurar qué veremos en el futuro, de qué forma vamos a ver los cambios en nuestro hogar, en nuestras calles, en nuestras relaciones con la sociedad que nos seguirá envolviendo. Podemos jugar a imaginar, que es un ejercicio fácil o podemos agarrar los indicios e imaginar nuestras ciudades y relaciones de hogar, con arreglo a los cambios que ya se asoman por las nuevas tecnologías, y sumarlos al modo actual de vivir.

Es verdad que estamos intentando crear sociedades amables, entretenidas, apagadas también para poderlas dominar, y eso nos lleva a crearles entretenimiento barato, constante y que sepa sujetar los pensamientos críticos. Se crearán sociedades más líquidas, menos estables, más ociosas, pues la productividad y el beneficio no estará tanto en la producción como en el consumo.

Unos de los procesos a los que nos vamos a tener que acostumbrar es al de la seguridad pasiva. Las cámaras nos van a vigilar más todavía y si hay dudas con viajar a Londres nos podemos hacer idea de hasta donde se puede llegar. El dinero dejará de existir, se convertirá en números, en tarjetas, en modos de pago donde las monedas no tienen cabida.

La formación será imprescindible para lograr un puesto de trabajo incluso bajo. Se acabaron los analfabetos que no conozcan al menos tres idiomas, y una capacidad real de saber expresarse tanto oral como por escrito, defender tus opiniones en público, tener unos conceptos mínimos de economía, sociología o cultura moderna. Crecerá el analfabetismo, a costa de aumentar mucho el listón de punto de partida. Los conceptos mínimos para poder ser considerado “normal” serán mucho más altos.

La salud reemplazará a la sanidad. Tú serás responsable de tu salud, y acudirás de forma presencial al médico mucho menos que ahora. La sanidad no será gratis, las medicaciones serán diferentes y más personalizadas, en tu propio DNI figurará tu historial médico al que podrán acceder desde cualquier hospital y los precios de la sanidad dependerá del tipo de enfermedades. Si se deben por un cuidado de la salud personal deficiente, los precios serán mucho más altos.

Tu hogar será un lugar mucho más amigable y cómodo. Movible y readaptable interiormente, agradable como cueva que arropa pues se irá llenando de comodidades artificiales que te hagan creer la artificialidad. Por ejemplo con menos metros pero adaptables decorativamente puedes llegar a creer que dispones de mucho más espacio y con ambientes y paisajes que cambian. Pero por otra parte la pobreza aumentará y la diferencia sociales crecerán, excepto que sigamos creyendo como sociedad que o lo evitamos, o nos estamos atacando en nuestro propia línea de flotación en la seguridad más violenta.

Y he dejado para el final el concepto de ciudad del futuro. Es inevitable perder el concepto de “ciudad” para rescatar el de “barrio” o “distrito” pues la ampliación del tamaño de las ciudades hacen que se tengan que trocear en células pequeñas. Esto tiene sus ventajas, pues entrarán las supermanzanas en juego, con los servicios básicos en cada una de ellas, incluidas las zonas verdes paisajísticas. Es posible que dejemos de ver las clásicas plazas tipo inglés o francés, para ver más pequeños trozos de Central Park. Tendrán que volver las construcciones verticales, pero con grandes terrazas. Y un diseño de control exquisito del tráfico en esos grupos de edificios, creando dos tipos de calles totalmente (más) diferentes. Las interiores y las grandes avenidas. Ya existen, pero con diferenciación mucho más marcadas.