Se habla mucho de la transformación del mercado de trabajo, de las relaciones laborales ya cambiadas, de la volatilidad actual del empleo, de la indignidad laboral incluso. Y sin duda del enorme desencuentro entre lo que se necesita y lo que realmente hay en las relaciones laborales, con faltas claras de formación suficiente y de calidad. Y debemos admitir que la culpa de todo esto la tenemos los que de alguna forma dirigimos las situaciones desde diferentes puestos de responsabilidad.
El ciudadano está muy cabreado con la actual situación laboral. Pretender que ahora tengan implicación y que se auto formen en calidad sin ninguna seguridad, que se les proponga unos contratos basura y que además se les exija creer en su empresa, es una situación absurda.
También es verdad que esto sucede sobre todo en el sector servicios y en puestos de trabajo de baja calificación. Pero no siempre es así. Que nuestros universitarios tengan que emigrar a otros mercados laborales es una tragedia para el futuro de España. Aunque algunos no lo quieran ver.
La tendencia puede invertirse, sobre todo en contra de los empresarios manipuladores que disfrutan en la actualidad de unas leyes realmente muy abiertas para ciertos abusos. Será muy complicado poder competir contra otros empresarios más inteligentes y sobre todo contra sus propios empleados con deseos de prosperar desde el autoempleo, que están ahora aprendiendo para dar el salto a montar lo que ellos mismos ahora sufren de cerca.
Es verdad que la tendencia en RRHH es de más formación continua, que se valora mucho el talento personal y no tanto la formación previa pues muchas veces se necesita un tipo muy personalizado de formación, que hay que entregar ventajas a las personas que se reclutan para confiar en ellas y para que ellos confíen en su empresa, y que la promoción es un activo que debe acompañar con sinceridad al contrato de trabajo.
17.5.18
16.5.18
Monarquía 1 - República 0. Por culpa de Cataluña
Uno creía en el Procés como un proceso (valga la redundancia para dejar claro que no hay mucho dominio de diccionario por ninguna de las partes) que conduciría a alguna parte. No digo que positiva, pero sí para al menos mover. Mis dudas sobre la realidad de la sociedad de Cataluña se remontan al menos a unos 25 años, y por diversos motivos siempre expliqué mis graves dudas, incluso cuando se pensaba que con Cataluña había que estar en la intimidad y que con el País Vasco ni agua.
De aquellos lodos mal entendidos surgen ahora estos barros tremendos, pues no hay solución y lo saben bien los que desean que no haya solución. El ejercicio/juego de los balcones llenos de banderas españolas en un ejemplo más de que no nos estamos enterando de nada.
Para resolver el problema catalán —sí, ya es un problema grave— es necesario, casi lo primero, conocer a la sociedad catalana y lo que ellos han ido sintiendo cada vez que les ponemos una zancadilla legal a través del Constitucional. Y me remonto al año 2010.
Si observamos el estadillo que publicó La Vanguardia en su momento —medio de comunicación al que no le gusta nada de nada todo este proceso de independencia— veremos la enorme transformación que la sociedad catalana ha tenido en su percepción de la relación con España. Una década perdida, hasta llegar a una situación como poco caótica. ¿Y ahora? Pues ahora se citan para hablar. ¿De qué? ¿Con quien o quienes?
La mejor noticia que le podían dar a la Monarquía y la peor a los que entendemos la República como una posibilidad, es el nombramiento de un conservador peligroso para liderar una República en Cataluña. Nadie puede dejar de ver que para esos Presidentes de República, es mucho mejor y menos peligroso tener Reyes de familia.
De aquellos lodos mal entendidos surgen ahora estos barros tremendos, pues no hay solución y lo saben bien los que desean que no haya solución. El ejercicio/juego de los balcones llenos de banderas españolas en un ejemplo más de que no nos estamos enterando de nada.
Para resolver el problema catalán —sí, ya es un problema grave— es necesario, casi lo primero, conocer a la sociedad catalana y lo que ellos han ido sintiendo cada vez que les ponemos una zancadilla legal a través del Constitucional. Y me remonto al año 2010.
Si observamos el estadillo que publicó La Vanguardia en su momento —medio de comunicación al que no le gusta nada de nada todo este proceso de independencia— veremos la enorme transformación que la sociedad catalana ha tenido en su percepción de la relación con España. Una década perdida, hasta llegar a una situación como poco caótica. ¿Y ahora? Pues ahora se citan para hablar. ¿De qué? ¿Con quien o quienes?
La mejor noticia que le podían dar a la Monarquía y la peor a los que entendemos la República como una posibilidad, es el nombramiento de un conservador peligroso para liderar una República en Cataluña. Nadie puede dejar de ver que para esos Presidentes de República, es mucho mejor y menos peligroso tener Reyes de familia.
Las palabras, las declaraciones, son hechos
Dice Mariano (y también algún político de izquierdas) que las palabras, los escritos no importan; que lo importante son los actos, los hechos. Es una muestra más de que no tenemos ni idea de lo que se juega entre las manos de los tontos inútiles con los que jugamos a la historia, sea en un lado y en el otro.
Las palabras tienen tanta importancia como los hechos, pues sirven para propiciar estos últimos, para darle explicación y sentido, para avisarnos y jugar con ellos antes de que se produzcan. Una paella sin un buen caldo no es nada.
Podemos menospreciar los discursos, las palabras, las declaraciones, pero son el aviso y la excusa, son ya hechos, pues hablar y manifestarse es un hecho en sí mismo. Y seremos tontos, muy tontos, si cuando alguien nos dice a la cara que nos va a dar una patada en los bemoles, no le miramos —como poco— todos los movimientos de sus piernas, para prepararnos las nuestras.
Las palabras tienen tanta importancia como los hechos, pues sirven para propiciar estos últimos, para darle explicación y sentido, para avisarnos y jugar con ellos antes de que se produzcan. Una paella sin un buen caldo no es nada.
Podemos menospreciar los discursos, las palabras, las declaraciones, pero son el aviso y la excusa, son ya hechos, pues hablar y manifestarse es un hecho en sí mismo. Y seremos tontos, muy tontos, si cuando alguien nos dice a la cara que nos va a dar una patada en los bemoles, no le miramos —como poco— todos los movimientos de sus piernas, para prepararnos las nuestras.
Siete años después, vemos lo que no se hizo
Han pasado siete años del 15 de mayo, aquel 15M del 2011 que nos marcó y cambió la vida. ¿De verdad? Efectivamente, hoy, siete años después…, estamos bastante peor y la indignación ya no existe. No estamos indignados. El técnico de laboratorio que ha sabido gestionar la indignidad para transformarla en desencanto, además modificando todo para que sea peor…, es para darle un gran premio.
El 15M de 2011 creíamos todxs que aquello era imparable, que era el principio del cambio y que nuestra fuerza era la razón. Yo estuve en Sol. Pero ojo, hay que aclararlo, estuve durmiendo en un hostal que es tanto como NO estar en Sol. Aquel fenómeno social me interesó desde el primer día, creí que iba a suponer el inicio de algo grande. Y efectivamente, no me equivocaba.
El 15M supuso al final una la patada en los bemoles a toda la indignación, pero desde la inteligencia social del que sabe manipular los procesos para convertirlos en digeribles. Cuando llevaba una semana me di cuenta que aquello no iba a ningún sitio y así lo intenté explicar. Todavía se pueden encontrar artículos míos de aquellos meses.
Decía y escribía en este mismo blog aquel mayo de 2011 —y que sigo suscribiendo, lo cual es un lujo, siete años después— …,:
Futuro de la acampada en las plazas de España. Sobre todo inteligencia política. Tras estar varios días viendo como funciona la acampada de indignados en Sol, creo que lo mejor que podrían hacer mañana sería cesar la acampada, desmontar todo lo que hay en Sol para dejar bien alto el listón de sus actos y seguir convocando asambleas semanales al menos en el mismo lugar. Una acampada indefinida pierde fuerza, hay que dosificar las fuerzas y las decisiones. Es mucho lo logrado…, para olvidarse que queda mucho más por hacer.
El 15M de 2011 creíamos todxs que aquello era imparable, que era el principio del cambio y que nuestra fuerza era la razón. Yo estuve en Sol. Pero ojo, hay que aclararlo, estuve durmiendo en un hostal que es tanto como NO estar en Sol. Aquel fenómeno social me interesó desde el primer día, creí que iba a suponer el inicio de algo grande. Y efectivamente, no me equivocaba.
El 15M supuso al final una la patada en los bemoles a toda la indignación, pero desde la inteligencia social del que sabe manipular los procesos para convertirlos en digeribles. Cuando llevaba una semana me di cuenta que aquello no iba a ningún sitio y así lo intenté explicar. Todavía se pueden encontrar artículos míos de aquellos meses.
Decía y escribía en este mismo blog aquel mayo de 2011 —y que sigo suscribiendo, lo cual es un lujo, siete años después— …,:
Futuro de la acampada en las plazas de España. Sobre todo inteligencia política. Tras estar varios días viendo como funciona la acampada de indignados en Sol, creo que lo mejor que podrían hacer mañana sería cesar la acampada, desmontar todo lo que hay en Sol para dejar bien alto el listón de sus actos y seguir convocando asambleas semanales al menos en el mismo lugar. Una acampada indefinida pierde fuerza, hay que dosificar las fuerzas y las decisiones. Es mucho lo logrado…, para olvidarse que queda mucho más por hacer.
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