18.11.19
Vacaciones para todos, en Alhama de Aragón
Este anuncio es del año 1964, un clásico histórico de la prensa del norte de España, anunciando el Hotel Balneario Termas Pallarés, en Alhama de Aragón. Hoy se sigue publicitando con las mismas especificaciones pues hay servicios que no cambian y además siguen siendo utilizados para la relajación o para la salud. Los precios si que han cambiado pues los 55 años no han pasado de vacío, pero los servicios a su vez también se han actualizado.
Si no queremos la paz, es que queremos la guerra
La historia se escribe casi siempre con renglones torcidos que no tienen nada que ver los unos con la realidad que después se tiene que ir escribiendo. La Guerra Civil de España dicen mucho que se inició en el año 1933 con los Sucesos de Casas Viejas donde murieron 28 personas (24 civiles y 4 policías) todas ellas de forma criminal y sin sentido, pero donde sobre todo participó el silencio, la mentira y el tacticismo de algún general militar que en el juicio quiso callarse para alimentar los odios contra las izquierdas republicanas.
Cuando en el año 1936 los militares se levantaron, incluido el mismo general que presuntamente no había dicho toda la verdad en el juicio de Casas Viejas, tras unos años de alimentar un caldo de cultivo propicio a demostrar que unos eran incapaces de resolver y otros muy capaces de resolver pero utilizando la violencia indiscriminada.
Ahora en 2019 estamos en una posición similar con todos los respetos. Una parte de España odia a los catalanes sin añadirles razones de ningún tipo y el crecimiento de la derecha extrema es ya una constante que irá en aumento si no se resuelve de una determinada manera los problemas ficticios de España. Y digo ficticios sabiendo bien lo que digo.
Las fronteras siempre son ficticias. Alimentar los problemas por ser de diferente opinión siempre es un error. Lo que hay que hacer es resolver los problemas, no aumentarlos hasta que haya que resolverlos por la fuerza. Pero como no nos gusta leer libros queremos utilizar siempre los bemoles y la mirada con bilis. Por eso la figura del “Relator” o equipo de mediadores de fuera de Cataluña y España es tan importante.
No es que gente “de fuera” nos tengan que decir lo que tenemos que hacer con nuestros problemas (que tal vez, si no somos capaces de resolver, tampoco es mala idea) sino que nos ayuden a verlos, entenderlos, a comprenderlo y resolverlos con la ayuda de gente que solo utilice la cabeza y no el estómago.
Cuando en el año 1936 los militares se levantaron, incluido el mismo general que presuntamente no había dicho toda la verdad en el juicio de Casas Viejas, tras unos años de alimentar un caldo de cultivo propicio a demostrar que unos eran incapaces de resolver y otros muy capaces de resolver pero utilizando la violencia indiscriminada.
Ahora en 2019 estamos en una posición similar con todos los respetos. Una parte de España odia a los catalanes sin añadirles razones de ningún tipo y el crecimiento de la derecha extrema es ya una constante que irá en aumento si no se resuelve de una determinada manera los problemas ficticios de España. Y digo ficticios sabiendo bien lo que digo.
Las fronteras siempre son ficticias. Alimentar los problemas por ser de diferente opinión siempre es un error. Lo que hay que hacer es resolver los problemas, no aumentarlos hasta que haya que resolverlos por la fuerza. Pero como no nos gusta leer libros queremos utilizar siempre los bemoles y la mirada con bilis. Por eso la figura del “Relator” o equipo de mediadores de fuera de Cataluña y España es tan importante.
No es que gente “de fuera” nos tengan que decir lo que tenemos que hacer con nuestros problemas (que tal vez, si no somos capaces de resolver, tampoco es mala idea) sino que nos ayuden a verlos, entenderlos, a comprenderlo y resolverlos con la ayuda de gente que solo utilice la cabeza y no el estómago.
Las decisiones las tenemos que seguir tomando nosotros, desde España. Pero al menos con la responsabilidad de que si no queremos la paz, es simplemente porque queremos la guerra. No hay términos medios.
17.11.19
¿De qué NO estamos hablando hoy, ni tú ni yo?
Hoy José Antonio Marina dice en El Mundo que en el libro La Transformación de la Mente Moderna escrito por Jonathan Haidt y Greg Lukianoff, se denuncia que en la universidad americana que se está excluyendo todo tipo de debates sobre temas que no sean científicos o tecnológicos para no 'inquietar' a los alumnos.
Lo grave es que esto mismo está sucediendo en la vida pública española, en la vida de los partidos políticos y asociaciones, en la vida privada entre amigos y familiares. La autocensura ya la hemos impuesto para no caer en la violencia o en la derrota, para no mover tripas o sensaciones. Impera lo gris, lo corriente, lo vacío.
Nos hemos ido en nuestro entendimiento de la crítica hacia el insulto, hacia el NO escuchar, moviéndonos en las redes sociales aunque sean conversaciones personales y de cara a cara, hacia el tono violento y nada constructivo.
—O te insulto, o logro ganarte en la razón…, o todo es una mierda
La gran duda es saber para qué queremos tener la razón, si la razón que conseguimos es una puta mierda. Si no sirve para el futuro en felicidad y en concordia, o al menos en igualdad entre seres humanos… ¿para qué nos sirve?.
Se trata de edificar, no de destruir, se trata de avanzar, no de volverse corriendo hacia atrás. Pero no porque atrás no haya cosas interesantes, sino porque una vez que se empieza a retroceder no hay forma de parar suavemente.
Nos hemos ido en nuestro entendimiento de la crítica hacia el insulto, hacia el NO escuchar, moviéndonos en las redes sociales aunque sean conversaciones personales y de cara a cara, hacia el tono violento y nada constructivo.
—O te insulto, o logro ganarte en la razón…, o todo es una mierda
La gran duda es saber para qué queremos tener la razón, si la razón que conseguimos es una puta mierda. Si no sirve para el futuro en felicidad y en concordia, o al menos en igualdad entre seres humanos… ¿para qué nos sirve?.
Se trata de edificar, no de destruir, se trata de avanzar, no de volverse corriendo hacia atrás. Pero no porque atrás no haya cosas interesantes, sino porque una vez que se empieza a retroceder no hay forma de parar suavemente.
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