6.3.20

5 decisiones para crecer personalmente

Hay cinco decisiones que debemos tomar si lo que deseamos es aumentar nuestras capacidades, crecer sobre nosotros mismos, aumentar nuestras posibilidades laborales y personales.

1/ Asegurarnos de que estas decisiones las vamos a tomar todos los días.

2/ Reflexionar con nosotros mismos durante 15 minutos al día, con el “yo” interior que casi todos llevamos dentro.

3/ Leer, formarnos durante (entre) 15 a 30 minutos todos los días.

4/ Ponernos a trabajar en lo que se quiere conseguir entre 20 a 40 minutos todos los días.

5/ Apuntar cada semana en una libreta qué hemos avanzado a través de los puntos anteriores.

Si crees que es sencillo tomar estas decisiones de cambio, inténtalo y verás que no es tan sencillo como crees, que a partir de la primera semana empezarás a pensar que no es necesario y que además no da frutos en forma rápida. Tienes razón, el cambio no es asunto tuyo, en realidad aunque hicieras lo que propongo, no te serviría de nada, pues lo más importante es la decisión de mejora, de cambio, de búsqueda de un método para crecer. ¡Déjalo!, no sigas.

5.3.20

¿Cómo se construye el conocimiento en el cerebro?

En teoría hay dos formas de entender cómo se construye el conocimiento en el cerebro. O al menos hay dos formas más aceptadas que otras. Una es por acumulación de conocimientos que nos van transmitiendo. La otra es por la construcción dentro de nosotros de ese conocimiento a base de lo que nosotros mismos edificamos entre lo que vemos, lo que nos explican y lo que sentimos hasta con todo ello formar un conocimiento propio.

La teoría del constructivismo, la que nos dice que nuestro conocimiento se realiza a través no tanto de lo que nos enseñan como de lo que aprendemos, se basa a su vez en tres formas de acción, de interacción, de actuación. Que no es lo mismo aunque suene muy parecido.

Acción Endógena

Acción Dialéctica

Acción Exógena

La Endógena nos explicaría de qué forma el niño sobre todo, va aprendiendo de lo que él mismo explora, de lo que le afecta y le influye, de sus propias experiencias y no tanto de lo que le explican, de lo que recibe.

La Dialéctica explica al alumno asuntos que debe aprender, pero le deja que los interprete, que los comprenda, que los haga crecer y los personalice. El maestro o la familia le abre caminos, le da explicaciones para que el niño siga rascando, investigando, explorando. Sería el camino intermedio entre las Endógena y la Exógena.

Y la Exógena trabaja más la influencia de los modelos educativos que rodean al niño, planteando fases perfectamente diseñadas para abrir compuertas que el niño explora pero aunque de forma personal, lo hace con la mirada muy atenta de los educadores que van sin que se note mucho dirigiendo la acción.

Sin duda estas tres diferentes formas de actuar dentro de la idea de la educación constructivista, tienen menos diferencias que entre esta y la educación por acumulación. 

A veces pensamos que el cerebro es un contenedor vacío al que debemos ir llenando de “cosas” y eso no es así, o no siempre es totalmente así. Sobre todo porque se puede llenar de “esas cosas” de muchas formas muy diferentes.

¿Lo llenamos de golpe con todas las cosas que ya sabemos que va a necesitar a lo largo de su vida? 

¿O lo llenamos muy poco a poco y según él mismo vaya pidiendo para que se lo ordene como quiera? 

¿O le vamos colocando los conocimientos a su vera, para que los descubra y los coga cuando quiera él y se los meta dentro o no? 

¿Y en qué momento de su vida le damos las matemáticas, la comprensión lectora, la inteligencia emocional, la capacidad de trabajar en equipos, la comprensión social, el respeto a la diferencia?

Sabemos que no es lo mismo enseñar álgebra a los 12 años que a los 17 años. 
¿A qué años hay que enseñar hablar en público, a defender tus propias ideas, a comprender al que piensa diferente, a entender las religiones?

La televisión y su falta de formación cultural para adultos

Ayer vi un vídeo en una revista minoritaria y cultural de casi una hora, entre dos mujeres artistas preguntándose quién elige la música que escuchamos por nosotros. Leonor Watling y Zahara con esa calma de la conversación entre personas que simplemente buscan hablar y explicar, dan una lección sobre música y sobre la manipulación a la que nos somente. No comercial, no defendiendo sus cuevas económicas, sino hablando de cómo saber buscar la libertad en la elección.

Pero hoy he visto un vídeo de 90 minutos patrocinado por un banco y un diario, donde Ramón Gener nos explica muy formativamente sobre el arte en general y sobre la música en más particular, mostrando sus miradas y experiencias en una clase fabulosa para aprender y disfrutar, donde los espectadores preguntaban y él simplemente intentaba responder.

Quiero ir al lugar común de que tienen que ser espacios alejados de las informaciones de masas, de las televisiones públicas o privadas, las que trabajan la formación, la información que puede durar más de unas horas en las vidas de todos nosotros, que mueven y muestran la cultura entretenida, la reflexión entre personas que ni se insultan ni se gritan, que intentan mostrar opiniones sobre tema nada grandiosos pero que se conservan durante siglos. Cultura, arte, sentimientos, música, sensaciones que motivan.

Sabemos que hay entre los adultos espacios formativos en claro déficit en la España actual. Por ejemplo el inglés. Sin duda la historia, la cultura general incluso, el arte, la literatura. Pero no se trabaja eso ni desde las cadenas públicas que deberían dedicarse precisamente a construir sociedad, país, sin (eso si) ningún ánimo de manipulación ideológica.

Hay personas que saben comunicar muy bien, auténticos maestros y profesores que deberían trabajar más la formación para adultos, la escuela permanente, en horarios importantes y sabiendo que se trabaja para muy pocos. Toda gran caminata empieza con un primer paso. 


Menos opinión y entretenimiento vacío, y más formación de la que necesitamos para defendernos mejor y disfrutar más de la vida que tenemos la suerte de disfrutar.

4.3.20

Del coronavirus saldremos, pero debemos hacer más caso

El coronavirus es el tema del mes, puede que incluso del año, de esas posibilidades contundentes e internas de que no aprendemos a comprender del todo, que la globalización tiene sus problemas, que la movilidad es muy buena pero tiene sus peligros y que somos simplemente animales débiles ante una naturaleza que nunca dominaremos. 

Pero todo tiene que ver con el miedo, con el temor a morir cuando en realidad ya sabemos desde hace mucho que nos vamos a morir, que la muerte es mucho más contagiosa que el coronavirus pues es infalible. 

Tranquilos, si no nos morimos del coronavirus nos moriremos de otra cosa. No existen nubes de algodón donde refugiarnos ni vacunas mágicas para salvarnos de lo que tenemos fijado desde nada más nacer. 

Así que mientras tanto dejemos los miedos en el cajón del trastero y salgamos a respirar y a tomarnos un vino con los amigos. No nos pongamos tristes. Y no miréis al techo de la vida, que siempre hay sombras que contienen fantasmas.