12.8.21

Afganistán (01) ¿Qué sucede en Afganistán en este verano 2021?


Históricamente ninguna guerra ha merecido el gasto en muertos y en pobreza. Ninguna. Pero los casos de estas décadas podrían figurar en la lista de las Guerras más inútiles de la historia, llevándose la palma posiblemente Afganistán. Diríamos que empezó en el año 2001, aunque podríamos decir que desde 1978 hemos ido colocando guerras sobre guerras en el mismo espacio geográfico, con ayudas diversas de distintos grandes países que les interesa tener en permanente conflicto a esta zona. Tener a una sociedad 43 años en permanente guerra parece de locos en este siglo XXI, pero es así, prefieren los grandes países una guerra larguísima que una pelea cruenta y corta. 

En este 2021 los EEUU —después de llevar allí un montón de años de forma clara o encubierta— ha decidido marcharse y dejar a su suerte al propio Afganistán y sus gentes con los talibanes reconquistando ciudades por días, sabiendo que es imposible que se consolide como país en paz. Sea con un gobierno talibán o regular, daría igual, pues están condenados a otra guerra civil.

¿Y en qué posición estratégica está Afganistán para que sea la base de tantos conflictos? Hay que entender más su posición como avanzadilla de una forma de entender la religión que como una colocación geográfica que también. Es ese punto más al Este del islamismo radical, capaz de intentar contagiar a India, China, Pakistán, Irán y a las Repúblicas islámicas de la antigua URSS para extender el fanatismo de su religión por el mundo.

Mientras los conflictos queden encerrados en un territorio sin salida al mar, un 20% más extenso que España y con 35 millones de habitantes, nos parece que es un grano enorme pero un grano y no un tumor. Pakistán (otro país clave en la zona) siendo uno de los vecinos de Afganistán tiene un poco más de superficie pero cinco veces más de habitantes. 

Y desde Pakistán se domina el Mar Arábigo y el problema se podría contagiar hacia la India o hacia el África más pobre, empezando por Somalia y Etiopía, pero además dominando los Golfos Pérsico y de Omán. Y ese sí es ya un punto tremendamente crítico para el mundo occidental aunque está tan lejos de Europa y de los EEUU.

La marcha de los EEUU de Afganistán busca posicionamientos estratégicos, nunca escriben sin papel ni tinta. Pueden querer que se enzarcen en un guerra civil cruenta, en un empobrecimiento contundente, en levantamientos civiles, en conseguir que Irán mira hacia Afganistán y deje de mirar hacia Irak, Siria o Turquía, o puede que simplemente se vaya para dejar que "los otros" muevan ficha y ver de qué manera pueden volver otra vez.


¿Y qué sucederá con Kabul, la capital  todavía en manos del Gobierno legítimo y que con sus cuatro millones de habitantes será la demostración de hasta dónde quieren llegar los talibanes? Pues eso por desgracia lo iremos viendo en las próximas semanas. Mientras tanto en Qatar se han reunido en este agosto 2021 los EEUU con Rusia, China y Pakistán, para ver si son capaces de encontrar una salida duradera a un conflicto tan duradero que nadie quiere decir hasta cuándo van a dejar que exista. ¿Existe Europa?

Y otra pregunta final que no quieren que tenga respuesta. ¿Qué países están apoyando a los Talibanes, no solo vendiendo armas o comprando opio, sino ayudando directamente pero en secreto?



9.8.21

Jaume Perich y su humor de 1970


El humor en tiempos de Franco era un juego de inteligentes con algunas pinceladas de peligrosidad. Había que ser más listos que los censores para intentar colarles alguna pequeña luz de crítica al sistema dictatorial, algo que remotamente pudiera parecer que no dice nada, pero que en las personas ávidas de críticas al Sistema, vieran una esperanza de que igual algo se estaba abriendo. Era un juego de lo más infantil, pero es que eran otros tiempos, y a veces muy duros.

Estas viñetas, ambas de Jaume Perich, son de 1970, ya han pasado por encima más de 50 años y se tiene que notar. Pero no está mal recuperar algunas sonrisas de entonces.



Llevamos 32 años sin ideología progresista en Europa. ¿Cuánto queda todavía?


Van a cumplirse 32 años desde que en la noche del 9 de noviembre de 1989 empezó a caer el Muro de Berlín y con el / por ello, todo el entramado que sujetaba una Europa con dos conceptos antagónicos, la Guerra Fría, el comunismo y el socialismo de verdad. Aquella noche el mundo, Europa, empezaba un nuevo camino. Pero han pasado casi 32 años y aquella escenografía no ha traído nada para la izquierda europea, y ha pasado tiempo desde aquella noche de noviembre. ¿No queremos o no sabemos aprender?

Dos décadas después de aquellos meses tuve ocasión de visitar varias ciudades de la antigua Alemania Democrática. Se veía claramente todavía la señal de las desigualdades, los índices económicos todavía no se habían logrado igualar, el urbanismo o el color, el comercio y las formas de vida todavía dejaban ver diferencias claras a poco que te salieras de las zonas céntricas y turísticas.

En aquel final de 1989 se acabó una forma de comprender la ideología de izquierdas y había que intentar otra. Había que admitir el fracaso económico y social de un sistema de vida, el que habíamos leído durante muchos años; y sin dejar de ser progresistas e incluso socialistas, había que intentar construir un nuevo socialismo, una nueva manera de entender lo que es el reparto hacia las capas más vulnerables de justicia, economía o trabajo.

Pero no hemos sido capaces de construir una ideología sobre el papel, sobre unas bases filosóficas, económicas o sociales que sustenten una forma de ser y de trabajar por el futuro.¿Qué es hoy, en el 2021, ser de izquierdas? ¿Solo con ser feminista o ser amante de la sostenibilidad del Planeta ya se puede construir una alternativa de izquierdas a este momento? 

¿Y dónde se queda pues la inmigración de los más pobres, los nulos servicios públicos mal repartidos y el hambre, la pobreza y la injusticia social, la indignidad laboral creciente y el aumento del esclavismo moderno?

Han pasado más de 30 años desde entonces y el fascismo nuevo va creciendo en diversos países de Europa. La caída del comunismo ha traído hacia la sociedad un movimiento populista que se ha ido construyendo sobre la falsedad de edulcorar la historia, de repintar de nuevo esas desigualdades que unos provocan y otros las sufren. Y mientras ellos han sido muy listos en estos ejercicios de trampantojo social, la izquierda no ha sabido levantar un edificio ideológico nuevo.

Ni la Tercera Vía funcionó, ni la socialdemocracia supo acercarse al socialismo nuevo que había que construir, ni los populismos de izquierdas supieron encontrar un espacio convincente y explicativo. Y poco a poco fueron todos los intentos cayendo en la trampa bien construida por los competidores y por la apatía y la desafección de su sociedad. ¿Y ahora? ¿Otros 30 años más de espera?

¿Nos importa el Planeta? ¿Y nuestros nietos?


Sabemos que el mundo, este espacio en el que vivimos y el único que tenemos, está sufriendo un cambio climático importante que sobre todo sufrirán nuestros hijos. Pero no parece importarnos y somos además incapaces de encontrar soluciones aceptadas por los gobiernos. Da igual que lo diga la ONU o cualquier científico de reputado prestigio, el mundo no quiere cambiar y punto.

¿Sabremos adaptarnos? ¿O será el propio planeta el que se rebelará contra nosotros por ser incapaces de tomar medidas de cambio, de sostenibilidad?

Hoy ya, en estas primeras décadas del siglo XXI sabemos que no se trata solo de parar el cambio climático, pues algunas medidas no tomadas han creado condiciones de las que es muy complicado salir en los próximos siglos, sino de parar el deterioro para ver si al menos así es suficiente. Y estamos hablando siempre de algo de lo que llevamos 30 años hablando sin haber tomado medidas suficientes, sino parches para la galería.

Durante años nos hemos convencido e que solo se traba de parar un aumento de las temperaturas que se producía en décimas de grado. Y nos parecía asumible y no importante. O un tema de agoreros y malas y negativas prácticas de izquierdistas de libro. Pero ya sabemos que eso es falso, que lo que se está produciendo es una suma de cambios climáticos, que no siempre son solo de calor, sino también de grandes tormentas, de inundaciones, de calor y deshielo, de grandes nevadas incontroladas, de lluvias en zonas donde antes llovía mucho menos o de sequ´ñias persistentes en otras zonas. 

Sabemos también que la atmósfera es distinta a la de hace unas décadas y que eso afecta al clima y a la sostenibilidad del Planeta, pero parece que esto nos da igual, y que no es necesario cambiarlo. O que si algunos grandes países han hecho durante décadas lo que les ha dado la real gana, ahora al resto de países que no lo hicieron les toca poderlo hacer, pagando una tasa como quien paga por la recogida de basuras. Pero el Planeta no es un Ayuntamiento, y los errores se acumulan y no se pueden meter en bolsas negras de basura.

Los últimos informes de la ONU estiman que a finales de este siglo XXI se llegaría a un incremento de 4,4 grados sobre las temperaturas medias, algo que multiplicaría también la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. Pero nosotros no estaremos, piensan los tontos que no admiten que debemos dejar todo como lo encontramos. Y a nuestros nietos que los jodan. Pero los científicos nos recuerdan también que la última vez en la que se llegó a un nivel de calentamiento por encima de los 2,5 grados fue hace tres millones de años, cuando ni siquiera existía el ser humano. Y seguimos pensado que son frases de pesimistas.