Con la llegada de la primavera de este 2022 estalla el precio de la energía que ya llevaba meses tensionando las economías de consumo en Europa, y surge de manera casi ¿espontánea? una huelga de transportistas en España, sin el control de los sindicatos, ni de los empresarios, ni teniendo entre todos, un gobierno que sepa valorar su importancia hasta pasados diez días.
Todo parece aunarse para demostrar nuestra fragilidad como sistema, como personas, como sociedad que incluso no es capaz de darse cuenta real de los problemas que se le vienen encima.
Parecería imposible hace tres meses que estuviéramos viendo a ciudades enteras, a barrios completos en Europa, destrozados como sucedió en la Alemania de 1944 y 1945.
Los tiempos de la vida, las experiencias que nos marcan el deambular por la vida, las marcamos un poco entre todos nosotros.
Un huelga de transportistas autónomos es relativamente infrecuente, incluso podríamos pensar que es algo sin mucha importancia pues existen varios sindicatos fuertes en el sector, varias organizaciones empresariales que son quienes controlan todo un sector sin duda primordial para el funcionamiento de un Estado…, excepto que aquello se convierta en una huelga indefinida, que controla las carreteras, que paraliza al resto del transporte y lograr vaciar los supermercados, los suministros de producción entre empresas o entre agricultores y ganadores, entre el tráfico marítimo, el de exportación a terceros países, el de incluso material farmacéutico.