10.12.22

Cuba hoy. ¿Mejor o peor sin Fidel Castro?


Hablaba ayer —diciembre 2022— con un religioso español que ha estado más de una década viviendo y trabajando en Cuba, no en capitales grandes sino en pueblos medianos, de la actual situación de esa Cuba querida por mi aunque nunca visitada, pues mi abuela llegó de niña a la Cuba de la Guerra con los americanos, para eso su padre, mi bisabuelo, era militar.

La primera pregunta fue directa.

—¿Se vive hoy mejor hoy en Cuba que con Fidel Castro?

Y la respuesta fue triste.

—Se vive peor.

A partir de ese punto seguimos hablando de la economía cubana, de su sistema productivo, tanto industrial como del campo o del turismo. De sus debilidades para conformar empresas que sean capaces de sacar réditos añadidos a sus productos agrarios o ganaderos con empresas de transformación, de las dificultades de la moneda hoy tan fluctuante que ya casi no es ni moneda, de la Sanidad que no se puede adaptar a las nuevas tecnologías por falta de medios y que observa como van escapando los mejores alumnos, del militarismo de una Cuba que no remonta sino al revés, que pierde atractivo para las empresas extranjeras, etc.

Ya en los últimos años de Fidel Castro era un poco más sencillo para ellos, los religiosos, trabajar en escuelas rurales, y eso casi se ha mantenido. Pero el resto de posibilidades para los propios cubanos han decaído y eso hace que la marcha de muchos de ellos sean una constante que con números propios de emigración es muy preocupante.

Cuba y sus gentes se merecen un gran cambio, lento para ser asimilado pero muy decidido en abrirse al siglo XXI y a las nuevas economías. No se puede estar pendientes de los regalos de Vietnam o incluso de los EEUU aunque esto suene a imposible. También a los EEUU les interesa una Cuba pacífica y no tan pobre.

1.12.22

Los silencios son culpables de los ataques


Estamos convirtiendo la convivencia política en un juego de bestias, en irreflexivas respuestas a las provocaciones de unos contra otros, a un juego en donde quien sale perdiendo es la sociedad española en general. 

Lo normal, lo que ya sucede, es que todos nos vayamos apartando de esa política, e incluso de toda política.

No se trata ahora de una defensa de ideas que necesita violencia verbal o de ningún tipo, pues sabemos perfectamente quienes son los torpes que caen en los insultos simplemente para provocar

Se necesita algo tan sencillo como tener templanza, inteligencia política y saber que se nos está provocando.

Y además se necesita también una cierta dosis de sensatez a la hora de legislar, reformar, cambiar modos de la sociedad, y apretar mucho más a esos poderes escondidos que juegan a joder.

Hay ciudadanos de esta España, que desde sus puestos de trabajo público están jodiendo el Sistema

Ya no radica solo en el poder de los Poderosos, de los clásicos Poderes Escondidos, sino que ya se está atacando a los servicios de la sociedad desde muchos otros espacios. Y no nos queremos dar cuenta. 

En realidad estamos jugando a jodernos los unos a los otros. Y lo siento, así lo veo. Los silencios también son culpables.

Ajovín

27.11.22

Los muros no separan, dividen


Hay muros creados para protegernos de los que creen los muros. Y otros muros que lo que logran es crear miedos, peligros añadidos, sensaciones de diferencias sociales, para encerrar en su interior a los peligrosos en relación a los que están al otro lado del muro.

En realidad todos los muros dividen, y al final nunca se sabe quién queda dentro y quién se queda fuera, excepto por el nombre del constructor del propio muro.

Es importante saber en qué lugar se posiciona quien manda construir el muro, para saber realmente a quién y de quién están separando. Y a partir de esa apreciación, tomar decisiones.

La viñeta —genial— es de El Roto para El País.


18.11.22

Por una opción liberal y republicana


Ante mi estupefacción en un programa de los que fijan opinión enlatada Celia Villalobos se declaró republicana. ¡¡Uff!!

Leonardo Padura, en Página 2, citó que sus libros que protagoniza en mayor parte al detective Mario Conde y son grandes frisos de la evolución de la sociedad cubana, no se presentan en La Habana ni se le invita como tertuliano en la tele post-Castro liderada por un descendiente de asturianos que ¿se llama cómo? Sí que los libros circulan pirateados y clandestinos. 

Afirmó asimismo que si se producen cambios en Cuba tendrán que ser liderados por jóvenes cuya identidad hoy se desconoce, quizá protagonistas de la evolución de su sociedad por azar o por incubados desde la Iglesia Católica –apunto yo-, pero que no se pueden esperar ni revoluciones ni siquiera evoluciones a según qué edades, las nuestras, porque no estamos ya para esos trotes.

Ambos me hicieron pensar en por qué sistemáticamente han sido abortadas, o no se han considerado suficientemente españolas, opciones políticas que nos harían un país menos frentista, más culturalmente desarrollado. Tales como la conservadora “Agrupación al Servicio de la República”, generada desde la iniciativa para la acción política de Ortega y Gasset, el doctor Marañón y el originalísimo Pérez de Ayala, ese Apollinaire madrileño con todo de Proust.

Pero no era eso, no era eso (la república a la que platónicamente pretendían servir), clamó Ortega el año 32 y pocos de ellos formaron parte activa del Frente Popular. No consiguiendo reproducir un partido cercano al republicanismo francés de De Gaulle o el alemán de Adenauer, estos intelectuales formados en las universidades tedescas. Como se dice ahora, fundaron un partido sin implantación en el territorio.

Cómo superar el carpetovetonismo, el frentismo, el voto contra el otro; cómo dejar de lado en Francia, que nos respinguen y hablen directos con Putin; en Estados Unidos, el excesivo culto a la libertad que deja varado a un enorme porcentaje de su población que ni siquiera computan como parados; en Japón, el tufo a feudalismo piramidal de su estructura de corporaciones, relevante incluso en que el servicio previa inclinación del mayordomo o “salary man” se sustituya por una robótica sumisa que necesitará a siete samuráis si le meten el genoma de la infelicidad y la insatisfacción. “Blade Runner” se halla próximo en moralejas a “Juego de Tronos”.

Quizá sea que haya que ir todo a estribor, como decía el poeta ovetense de familia republicana Ángel Gónzalez, vayamos para variar a todo amor. 

No por nosotros mismos, traducido en voto de castigo al diferente por odio. Sino a través del ejercicio del amor íntimo en los espacios públicos, o la vida tiene traza de que devendrá nuevamente opresiva. Por limitada, por enconada, porque en las redes se puede insultar sin pensar antes en lo que se insulta.

Quizá fuera mejor ni mencionar el amor porque es una carga frágil, un camión de cerámica de Muel con las piezas únicamente protegidas por bastidores de palé y aquel tejido vegetal como de cáñamo o esparto o capitana que separaba los platos o jarrones, envueltos en hoja recia y heráldica.

Pero lo haremos como vocablo superador de nuestro abandono. Siquiera fuera porque la única justificación del acto de vivir, paréntesis entre dos oscuridades, sea sentir y amar, vivencias superadoras de la cotidiana individual, de la familia como comodín de todas las actitudes mafiosas. Dejar patrimonio a la sangre, a los que también van a morir. Endiosamiento bendecido por cualquier credo.

El final de cualquier amor es una muerte en vida, sucede cuando dejamos o nos dejan y se cierra un segmento más corto que ella; sucedió con las opciones citadas a las que les dolía España; sucede con el desengaño por frotamiento con la estructura burocrática de una organización sin ánimo de lucro; con una convención religiosa basada en una fe que se despacha como solución universal que se desborda a sí misma, en que se pasa a prohibir a los demás las acciones que se hayan podido elegir como acto de renuncia propia. Recetando, despachando y administrando.

Sí, Padura, me gustaría que tuviéramos la opción de votar a un partido de centro derecha no reconquistador, simplemente que procurara una mayor eficiencia en la administración de recursos sin que se produzcan bajas por abandono de desamor.

Ello no es posible, qué cruz, qué expresión de vida incompleta por trucada. Supongo que no la votaría pero es que no me lo puedo ni plantear, tengo que, si voto, votar contra, como amar en el casi, como no poder ser expansivo más que comiendo, ni ser aragonés en mi siglo.

18.11 Luis Iribarren