10.11.23
La infantilización de la sociedad
En mi familia hay dos grupos: unos que no son dados a quejarse de nada y que ante los problemas buscan las soluciones sin marear al personal y otro, quejica, llorón, infantil, egoísta y manipulador de realidades prosaicas o íntimas. Yo pertenezco al primero. Tengo un rodaje, una experiencia, unos hábitos desde niña que los asumo sin darme cuenta. Es un mecanismo automático y que, creo yo, da la sensación de frialdad, distanciamiento, reserva interesada por aquello de que si no mareas al personal con tu bla, bla, bla es que debes ocultar algo escabroso. La experiencia me ha enseñado que las palabras no dicen nada que, en sí, es una contradicción; yo observo los hechos.
Y sí, esta sociedad, salvo raras excepciones, está condenada a una infantilización sin igual. Quien lea este artículo, probablemente habrá aguantado a estas personas que solo llaman cuando tienen algún problema laboral, sentimental o de cualquier índole y tú, como buena persona, intentas asesorarle, dar confianza o apoyarle aunque estas mismas personas ni mandan un mensaje preguntándote cómo estás. Al final, que haces con estos personajes, tenerles lástima, lo primero y segundo saber hasta dónde tienes que llegar y hasta dónde no. Marcar fronteras, eso es todo.
La incomunicación actual en una sociedad interconectada en exceso ha dado para sorpresa de muchos o de pocos (hay pareceres varios), un alejamiento de todo y todos. La soledad no deseada se agrava pese al paraíso de los caracteres, emoticonos, vídeos, fotos varias que muestran pero no enseñan humanismo. Los voceros insistentes en vender hechos sin demostrar, mensajes contaminados, opiniones con visos de verdad dan tal cantidad de bulos, mentiras que pueden llegar a influir y determinar las elecciones de cualquier país o el linchamiento de cualquiera. Esta infantilización de una sociedad que no contrasta información, que no va más allá del trampantojo da y dará en un futuro una inteligencia anestesiada entre lloriqueos y narcisismos donde los problemas de cada cual se convertirán en lo más importante pero dará igual lo que le pasa al de al lado porque el yo infantil debe ser el centro de atención.
Sí, estamos creando una sociedad infantil, sobreprotegida ante las vicisitudes de la vida que en vez de resolverlo de manera silenciosa lo convierten en un folletín barato. Se victimiza o se culpabiliza sin atender al término medio que es donde está la virtud. Son tiempos donde ya no se habla frente a frente, se esquivan miradas, se adormecen sentimientos honrados; los haters ganan terreno y los me gusta serán santo y seña de los fariseos.
Olga Neri – 11/11/2023
7.11.23
¿A qué distancia estamos del año 1936?
Cuidado con los pasos que entre los unos y los otros, por activa o por pasiva, estamos dando en esta España de 2023.
Algunos quieren ser Franco y otras Pilar Primo de Rivera. Estamos solo a un peldaño —que de momento nadie ha subido— de alcanzar los mismos espacios de confrontación que tuvimos entre 1931 y 1936.
Falta un salto sangriento que nadie puede asegurar que no se puede producir por provocación, por error, o por imbecilidad.
Todavía tenemos tiempo, arrestos e inteligencia social de evitar errores tremendos. Y no es cuestión de ser agoreros. Pero tampoco de ser ni torpes ni ciegos.
Dicen a veces que rectificar es de sabios. Incluso dicen otros que una pequeña retirada a tiempo puede ser una victoria.
Lo aprobado sobre el papel tiene diversas interpretaciones. Los modos hasta llegar a esos papeles no han sido los correctos para los españoles. Ni somos imbéciles ni nos merecemos los silencios excesivos.
A partir de este momento queda reflexionar TODOS para ver si lo avanzado es hacia la luz o hacia las sombras. No lo tengo del todo claro, y en mis dudas van ganado las luces, pero con matices. Iré pensando más.
Ajovín
29.10.23
El mundo debe saber que estamos en peligro todos
Persistir en destruir Gaza es un error histórico. Yo no digo que no tenga derecho Israel a defenderse, a evitar que se produzca otra vez una matanza como la de hace unas semanas por parte de Hamas. Pero no solo hay que tener mesura humana en las reacciones, sino que deben ser inteligentes, pensando en el futuro de todos.
Arrasar Gaza no ayuda a resolver el problema ancestral que nació lleno de trampas hace ya casi un siglo. Crear un exterminio en tierra palestina es seguir sembrando odios eternos, alimentar respuestas desaforadas de países llenos de religiosos violentos.
No hay religiones violentas. Hay religiosos violentos. Y hay torpes que no saben leer la Historia para encontrar soluciones que sirvan.
Los errores del siglo XX hay que resolverlos ahora, para que no se conviertan en errores del siglo XXI. Hay que crear y reconocer el Estado Palestino y unido en una sola zona geográfica, en donde se acuerde por parte de todo el mundo. Hay que respetar a Israel y reconocerlo por los que todavía no lo han hecho.
Y hay que alimentar a ese Estado Palestino no solo de agua potable y alimentos o medicinas, sino sobre todo de mecanismos de justicia social, de respeto, de construcción de un Estado moderno en el Mediterráneo.
La política de la ONU debe ser respetada por todos para crear una política social y de gestión en paz en una nueva Palestina, también respetada por todos.
Y cuando digo todos… me refiero a todos. Y los que no quieran… que se retraten y lo asuman ante la historia de sus pueblos. No es posible en estos tiempos de globalización tan asumida, que no existan mecanismos de acción política globalizada para remediar barbaridades.
Sean en Palestina, Afganistán, Irán, Ucrania o Senegal. O el mundo es capaz de encontrar la fórmulas para evitar estas masacres de todos contra todos, o seguiremos jugando a movernos en el filo de la navaja.
¿A qué distancia estamos de que se produzca un estallido mundial en este 2023?
Nota: La imagen de Gaza es de Ashraf Amra
Ajovín
28.10.23
Desafíos Humanitarios y Sociales: Reflexiones en un mundo cambiante
En el mismo día en que el Defensor del Pueblo de España presentaba un informe tras ocho meses de análisis, revelando 440.000 casos de abusos y pederastia cometidos por curas y frailes contra niños, también nos llegaba la noticia de que Israel había provocado casi 8.000 muertes en Gaza en tan solo tres semanas, de las cuales el 40% eran niños.
En ese mismo día, una parte de España, encabezada por el PP y sus aliados ideológicos, expresaba preocupación mal explicada sobre la distribución de personas inmigrantes en ciudades de España, como si dejarlos en Canarias fuera la única opción correcta. Esto sucedía mientras parecía que algunos, incluso aquellos que asisten a misa todos los domingos, habían olvidado los principios fundamentales de Cristo.
¿Cuál es el motivo de que la propia Iglesia Católica española no sea capaz de hablar y explicar que es necesario ser generosos con otros seres humanos que sufren y necesitan nuestra ayuda, olvidándonos de ese egoísta que es según sus normas, pecado?
La responsabilidad de acoger a ciudadanos que huyen del hambre y la injusticia recae en todos nosotros, como acto de humanidad y debido a la responsabilidad compartida por siglos de abuso en sus propias sociedades y territorios. Debemos recordar que todos los seres humanos tienen derechos básicos a la justicia social desde el principio.
Si bien es cierto que no existen soluciones fáciles para los desafíos a los que nos enfrentamos en estas décadas, negar la realidad o no reconocer que todos los seres humanos tienen derechos iguales a la justicia social no es la respuesta, a pesar de lo que algunos puedan creer lo contrario.
No se trata de ocultar la realidad ni de pensar que cerrando puertas evitaremos los problemas. En todo el mundo, la historia se repite: guerras justificadas por religión, creencias en dioses menores, la pobreza y el miedo como instrumentos de intimidación y violencia. Somos seres humanos, y serlo no garantiza supervivencia ni paz de forma constante. Los problemas deben abordarse en su origen y a tiempo.
No podemos provocar miles de niños muertos y heridos en Gaza, sin que eso nos represente un precio que en algún momento tendremos que pagar cuando crezcan. No podemos observar como los heridos graves yacen tirados en los suelos de los hospitales mientras pasan por encima los médicos y enfermeros sin poderles dar cobijo y ayuda. No es posible curar con vinagre por falta de alcohol y de anestesia, sin que eso nos vaya a representar como poco una violencia soterrada que vendrá sin duda.
Es una cuestión de humanismo y, al mismo tiempo, de inteligencia egoísta, pensando en nuestra propia defensa social. Ser egoístas, inhumanos e insensibles nos conducirá al declive, no a la supervivencia. Entender esto es vital para nuestra propia sociedad y su futuro.
Ajovín