30.6.09

Pasado, presente, futuro

Vivimos el presente. Sólo el presente.
Podemos añorar el pasado, pero nunca volverá, no nos sirve para nada, tal vez, un poco para recordar y saber hacer, pero poco más.
Podemos prepararnos para el futuro, soñar con él, pero no llegará nunca, cuando se nos acerque será presente y no sabremos donde nos encontrará y ni con qué equipaje. Pero no hay duda, sin hacer futuro cada día no sobreviviríamos, porque necesitamos tener un objetivo de vida, algo a lo que aferrarnos. Pero no como algo vital, porque el futuro no existe.
Debemos vivir el presente, el ahora, el hoy. Es lo único seguro que podemos disponer y disfrutar, que podemos incluso emplear para crear futuro.
¿Qué has hecho hoy que te haya agradado?
Apunta en una lista esas pequeñas cosas maravillosas que en un momento dado te han llenado el día. Cuando están quemad@ y sin ideas, busca la libreta y revisa tus apuntes, busca esos presentes ya pasados, para ver si alguno te puede interesar rememorar.

Algunos políticos aragoneses están manchados

No es de recibo el espectáculo silencioso y tapado que están ofreciendo algunos partidos aragoneses con los trapicheos y cambios, apaños y amistades peligrosas, que no son capaces de aclarar ni depurar.
Aragón debería saber penalizar a los grupos políticos que no son capaces de dominar a sus políticos en los apaños personales. Pero no parece capaz de levantar la cabeza.
Asumimos y caemos en la trampa de los medios de comunicación, del voto útil para algunos, pero no para esta tierra que tanto necesita y tan poco recibe porque los que aparecen como líderes no son capaces de controlar y gestionar su propia casa política.
Mientras no seamos capaces entre todos de castigar con el abandono a todas las organizaciones que no saben gestionar lo público, no saldremos de este atontamiento social que nos invade. Y no parece que seamos capaces de reaccionar.
Mal nos irá, sin duda.

29.6.09

La sociedad de "las tapas". Un poquito de todo.

Somos una sociedad del tapeo. Hemos exportado la “tapa” a toda la vida que nos rodea. Pequeños platitos para degustar algo de todo.
Compramos en “los chinos” cosas que duran poco porque nos gusta comprar y tirar. Comemos en un Buffet porque así podemos tomar cien trocitos de cositas sin sabor. Viajamos hasta el fin del mundo, pero en cuanto llegamos ya nos hemos dado cuenta de que aquello es una mierda y nos queremos volver. Nos bajamos un disco de Internet porque no los vamos a escuchar más de una vez. Vemos una película en la televisión, sin cortes por anuncios y nos jode porque no nos podemos ir a mear.
Hacemos el amor en 12 segundos, besamos mucho de pico a l@s amig@s en el rostro sin darnos cuenta si tienen barba o huelen a maravilla, nos regalan libros que nunca abrimos y menos leemos, somos tiranos por un día en la reunión de vecinos en donde siempre hay un par de bobos que ponen a parir al de la limpieza, somos humanos otro día porque le damos cinco euros a un pobre y nos creemos que le hemos resuelto la vida.
Los anglosajones utilizan un verbo de moda. “Dipear”. Dar sorbitos o lamer algo. Como una mezcla entre saborear y catar en nuestro idioma. Dar bocaditos pequeñitos a todo, y si es posible en el mismo día, miel sobre hojuelas.
Nos casamos un poquito, nos lamemos otro poquito, vamos a misa en las bodas para poder ir al cielo y odiamos a los diferentes lo justo para no sentirnos en pecado.
Somos Dios los viernes por la tarde y el Diablo los lunes por la mañana.
Estamos exportando las “tapas” a nuestra nueva forma de vida.

28.6.09

Golpe de estado en Honduras

Todos los Golpes de Estado son execrables. Todos. Porque suponen siempre el uso de la fuerza, del poder militar, de la ilegalidad.
A veces derrocar por la fuerza a un gobierno tirano es el mal menor, pero el uso de la ilegalidad militar destroza el mecanismo del cambio.
No es lo mismo las Revoluciones que los Golpes militares de Estado. En todo sistema revolucionario de cambio, es el pueblo quien toma las calles y pide la renovación.
En un Golpe de Estado, es cambiar a unos para poner a otros, de la misma calaña en la mayoría de las veces, con un intervalo de sangre en las calles, casi siempre de inocentes víctimas civiles.

No me gustan los militares que apuntan a los fotógrafos.
Son unos asesinos de la libertad, de las ideas, de la paz.