13.1.14

La importancia de la meditación personal sin manipular por religiones

Todos necesitamos cada día un espacio propio, un tiempo personal para la meditación y la calma, para reencontrarnos con nosotros mismos, para poder poner a cero el contador de nuestras energías interiores. La meditación activa nuestra voluntad, el sosiego y la paz interior, nos limpia la mente de toxinas absurdas, nos hace un reset al cerebro.

Hay muy diversos ejercicios para hacer bien la meditación. Desde los más sencillos a los complejos, desde los que utilizan preferentemente el yoga a los que emplean técnicas propias de relajación. Se trata de hacer unos ejercicios que nos relajen y nos concentren, tranquilicen el sistema nervioso y a la vez fortalecen nuestro sistema propio de defensa.

Hoy se admite que la meditación funciona perfectamente en personas con depresión y ansiedad, en personas con graves problemas o que necesiten entregar el máximo en su actividad diaria o incluso con personas que atraviesas problemas de sueño por problemas psíquicos.

Y lo más importante es que funciona en cuanto a resultados como una dosis de pastillas químicas. Pero eso si, bajo el control de los mismos médicos que te han recetado las dosis de medicación. Nunca debemos decidir por nuestra cuenta ante este tipo de medicaciones.

Hacer meditación se debe volver una actividad diaria y constante para mantener sus buenos resultados. Practicar nos ayudará a entender mejor los mecanismos y a ser más eficientes con la propia meditación.

Y recordar para finalizar que una cosa es hacer meditación y otra bien distinta tener creencias religiosas o similares que muchas veces acompañan a algunos tipos de meditación. No tienen nada que ver y se debe hacer relajación con independencia de las creencias religiosas de cada uno, sean del profesor, del que practica y aprende o de los que están en la clase. Si intentan convencerte de algo distinto a la propia meditación debes objetivar todo y elegir con libertad.

12.1.14

Si estás pachucho haz como yo. Cuéntalo que así te cuidan más y mejor

La garganta de trapo me trae un pecho oxidado que al toser aparenta partirse. Escucho mis gruñidos internos que debes ser los que busca mi doctora con esa lupa de sonidos que le cuelga y les digo que suenen bajito que me asustan. He aumentado la química en mi alimentación y ya hoy he tomado más pastillas que pan del bueno, incluido el que he empleado para untar en el pollo con salsa indeterminada.

Estar así solo se compensa si te dicen que lo peor ya ha pasado, pero en mi casa son muy sinceros y casi siempre escucho: "mañana será el día peor". ¿Peor? Bueno, opto por no preguntar sobre el pasado mañana, por si acaso me responden.

No tengo fiebre y eso es negativo pues así lo que sucede es que me llaman quejicas. Si tuviera 38 me estarían mimando. Con 39 se pone la familia preocupada y tampoco es eso. Intento no hablar y saco las ventajas de esto. Así no entro en peleas banales. No puedo, les digo. Y me señalo la garganta. Cuela.

Las divisiones cerebrales funcionan si tendemos puentes

En nuestra complejidad mental vamos edificando nuestra particular forma de ser. Todos tenemos dos vidas dentro de nuestro cerebro aunque no lo parezca desde fuera. La vida profesional y la vida familiar. La vida laboral y de trabajo del tipo que sea y la vida de placer, gozo u ocio. Pero ni la división está perfectamente delimitada ni en cada persona ocupa el mismo espacio cada una de las dos divisiones. Todos somos perfectamente diferentes.

Pero lo importante es que tengamos siempre suficientes puntos de unión, de puentes entra ambas formas de entender y vivir la propia vida. Puentes que nos faciliten el paso de un estado mental al otro con facilidad. Puentes para poder cambiarnos de posición sin dolor ni traumas. Los vamos a tener que utilizar varias veces cada día y si no los tenemos bien colocados en nuestro cerebro, nos fallará alguna de nuestras maneras de comportamiento social.

Lo malo no es que nuestro cerebro solo esté (casi) ocupado en su totalidad por una de las dos formas de entender la vida. Lo malo es que no tengamos suficientes puentes para ir cambiando de lugar, pues todos necesitamos tener ambas posiciones, a ser posible bien repartidas ocupando un parecido espacio mental.

La neblina cerebral en enfermos tratados con quimioterapia

Tras el diagnóstico de un cáncer viene la gran dureza del tratamiento, en general con quimioterapia, que es un cóctel muy agresivo de medicamentos químicos en unas dosis brutales.  Pero de momento imprescindibles para detener el avance de la enfermedad  y vencerla.

Cada día sabemos que se intenta un tratamiento muy personalizado, cada vez se hacen más controles a los enfermos para adaptar el tratamiento en cada sesión según sus síntomas, el avance o retroceso de la enfermedad y los efectos secundarios que produce. Cada día se conoce más el efecto que la quimioterapia tiene sobre la totalidad del cuerpo humano. Y asumimos todos que estamos en la prehistoria del tratamiento de enfermedades como el cáncer.

Pero en los últimos tiempos, hay estudios que nos indican que además de los efectos secundarios que son fáciles de ver, hay otros más escondidos a los que debemos prestar una gran atención.

Hay pacientes con sesiones de quimioterapia que a las pocas semanas o incluso a los años de haber recibido el tratamiento, empiezan a sufrir vacíos mentales, equivocaciones, errores cerebrales, que hasta ahora se atribuían al estado psicológico del enfermo y que ya se sabe que la propia medicación oncológica es la que crea estos estados que llaman “neblina cerebral” y que crean confusión y problemas de coordinación o despistes absurdos.

Lo importante es conocer los síntomas, saber que suelen crecer con los meses y años tras el tratamiento y que debe conocerlos el médico que trata a los pacientes para bien evitarlo o para tratarlos como un síntoma más. Como importante es conocer también que estos efectos no afectan a todos los enfermos, sino que cada uno de ellos responde de una manera distinta a la quimioterapia.