28.2.17

Mega ciudades como problema de sostenibilidad

En el año 2014, la ciudad más poblada del mundo era Tokio, con 37,8 millones de habitantes, seguida por Delhi, con 25 millones, y Shanghai con 23 millones de habitantes. Les siguían Sao Paulo y México D.F., con 20,8 millones, así como Mumbai y Osaka, ambas con poco más de 20 millones de pobladores.

Los análisis y proyecciones para el año 2030, nos indican que tanto Tokio, Delhi y Shanghai continuarán siendo las urbes más pobladas del mundo, en ese orden, aunque luego les seguirán Bombay, Beijing, Dhaka, Karachi, Cairo y Lagos.

La ONU advierte que el 55% de la población mundial vive ya en áreas urbanas, y que en 2050 estas zonas concentrarán el 66% del total de la población en el mundo. Los mismos análisis advierten además que el 90% del crecimiento de la población urbana en el mundo en las próximas décadas, de más de 2.000 millones de habitantes nuevos, se concentrarán en Asia y África, en especial en los países de India, China y Nigeria.

Para el año 2050, se calcula que India añadirá unos 400 millones de habitantes urbanos a sus ciudades, en tanto que China añadirá sobre los 300 millones y Nigeria sumará otros 200 millones de nuevos pobladores a sus actuales ciudades. Ese mismo informe advierte que mientras hoy existen 28 grandes ciudades, con más de 10 millones de habitantes, en el año 2030 tendremos en el mundo 41 de esas ciudades casi ingobernables.

 El crecimiento poblacional del mundo se asentará sobre las grandes ciudades, creando nuevos problemas de sostenibilidad y de acción social, hoy imposible de predecir e intentar idear soluciones. El ser humano tiene una capacidad de adaptación a las dificultades que es tremenda, pero muchas veces esas capacidades no gustan a los que no necesitan adaptarse a nada, pues no tienen problemas. El conflicto está servido y aunque tenemos ejemplos de lo que sucede en este tipo de situaciones, ninguna nos gusta ni a los políticos, ni a los sociólogos.
 
¿De qué forma se pueden resolver positivamente los problemas personales de una familia que viva en cualquiera de estas conglomeraciones impersonales,  donde las necesidades se multiplican exponencialmente hasta lo imposible? Tan solo las propias comunidades de vecinos pueden acceder a las autoayudas, a la autoorganización social.

Crecimiento insostenible de las grandes ciudades

Todos admitimos como imparable el éxodo o la inmigración de las personas de las poblaciones menores o rurales, hacia las grandes urbes metropolitanas. Lleva muchas décadas sucediendo, y en la medida que cada país o zona mundial que despega en sus economías internas logra una industrialización mayor, más rápido se hace este movimiento migratorio interior de personas.

Pero hay un paso intermedio que nos saltamos, y que es la solución a poder gestionar este éxodo millonario con más éxito y sobre todo con más sostenibilidad. La creación o potencialización del crecimiento, de ciudades intermedias.

Si observamos el gráfico que he dejado, vemos que en 45 años los países de habla hispana aquí representados, han crecido en población pero también lo han hecho y en mayor medidas sus capitales, sus núcleos más poblados, hasta convertirse en algunos casos en auténticos mamotretos de ciudades casi ingobernables.

En casi todos los casos aumenta más la capital de la nación que la propia nación. Pero tenemos dos ejemplos clarísimos desde donde analizar que esto es insostenible. México D.F. ni Buenos Aires son ejemplos donde coparse, sino al contrario, de donde huir como planificación urbana.

Una ciudad de más de tres millones de habitantes, o una gran metrópoli que unifica a ciudades menores a las que absorbe hasta crecer por encima de los cinco millones de personas, nunca debería existir. Esos deberían ser los puntos de señal de alarma.

La pobreza oculta en una gran urbe de seis millones de habitantes solo se puede remediar con caridad. Se resuelve para evitar violencia, no por justicia sino por miedo o por labrar una seguridad y tranquilidad a costa de NO resolver las injusticias sociales.

Las políticas urbanas de los países deberían trabajar el crecimiento y el éxodo hacia ciudades desde los 10.000 a los 100.000 habitantes, y en otro escalón desde los 150.000 hasta los 600.000 habitantes. Y al revés, discriminar negativamente el crecimiento urbano e industrial de ciudades de más de un millón de habitantes.

La sostenibilidad de las sociedades, pasa por la sostenibilidad de las ciudades.

27.2.17

Urbanismo de hace 1.900 años. Mismas necesidades

Décimo Junio Juvenal fue un poeta romano que vivió entre los siglo I y II de nuestra era, y que sobre todo es conocido por sus poemas, sátiras, ampliamente estudiados. Pero hoy vamos a dejar un texto en el que se refiera a la forma de vida en una ciudad romana. Vamos a observar en estas pocas líneas, que sus deseos, lo que para él era un lujo urbano, no difiere tanto de lo que seguimos considerando un lujo en la actualidad.

Vivir en un adosado, con un jardín pequeño, alejado del ruido y los atascos, y con agua suficiente para regar con poco esfuerzo. Has pasado 1.900 años y ahora tenemos wifi. Pero los deseos reales de felicidad siguen siendo la calma, la paz interior, la tranquilidad y el contacto con la naturaleza.

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Si podeis hacer frente a la perspectiva de renunciar a los juegos públicos, comprar una casa de propiedad en el campo. Lo que os cueste. No ascenderá a más de lo que pagais aquí por una renta anual, por una miserable buhardilla mal iluminada.

Con un jardín añadido a la propia casa y un pozo con una alberca poco profunda, que os evitará extraer y acarrear agua cuando vuestras plantas necesitan ser regadas.

El insomnio causa más víctimas entre los romanos enfermos, que cualquier otro factor o dolencias más comunes, como la acedia y las úlceras contraídas por el exceso de comer.

¿Cuantos de entre vosotros, os pregunto, podéis conciliar el sueño en vuestro alojamientos? Dormir toda la noche de un tirón. Y eso es lo esencial del problema, que solo es privilegio de los ricos.

El ruido ensordecedor de los carros atravesando esas estrechas y serpenteantes calles, las blasfemias de los carreteros atrapados en un atasco del tráfico, esto solo, bastaría para sobresaltar al más amodorrado de los manatíes del Emperador, desvelándolo para siempre.

Sátiras de Juvenal.

Humanizar las ciudades es quitarle violencia y molestias

Las ciudades son el elemento de vida más importante que conocemos. Las personas vivimos en las grandes ciudades. Por eso legislar para la amabilidad de las ciudades, para el sosiego, para la humanización de las urbes, es fundamental, pues de esa forma garantizamos que la mayoría no viva subyugada por unas minorías que abusan de las libertades de todos. Puede parecer un discurso carca, conservador, retrógrado, y eso es uno de los problemas de los que somos progresistas, que en muchos casos hacemos caso a las minorías simplemente por ser minorías, sin atender a las razones de que a veces no tienen razón.

La saturación de bares en ciertas calles de las grandes ciudades hay que legislar con mano férrea. Son en primer lugar negocios que buscan más negocio a costa del acercamiento de otros lugares similares. Unos atraen clientes de los otros. Más clientes, más ganancia o beneficio para los locales. Pero los vecinos de esas calles tienen los mismos derechos cuando menos, que los usuarios de las calles llenándolas de ruido, olores o molestias, fuera de horario normal.

Si en dos calles, se producen más de 200 denuncias en un año, algo hay que modificar. Si un local de copas recibe un total de 55 denuncias en un año, algo estamos haciendo mal todos, pues a partir de la denuncia número seis deberían haber saltado las alarmas.

Ruido muy alto, excesivo aforo, bebidas en la calle, menores tomando alcohol,vasos de cristal en la calle, horarios no respetados, violencia, suciedad excesiva, uso de los portales como mingitorios o como zonas de sexo, música excesiva, falta de licencia de apertura, cambio de propietario o de responsable con una asiduidad tremenda para que nunca haya alguien a quien reclamar legalmente, empresas sin registrar, peleas, violencia verbal contra los vecinos, etc.

Las ciudades deben cuidar estos abusos, más si se producen entre las calles de barrios residenciales. Y si no se puede actuar con celeridad, hay que cambiar las leyes con urgencia. Cualquier calle de cualquier ciudad debe ser un lugar para la convivencia. Sin restar un ápice a la libertad de empresa o individual de divertirse como se desee. Pero siempre compatibilizando la humanización de las calles, barrios y ciudades. El resto es NO gobernar. Y no tiene nada que ver con ideologías.