21.12.18

Barcelona sale a la calle de forma violenta. Mal día para las soluciones

Sabíamos que este día iba a ser complicado en Cataluña, seguimos a media mañana y ya lo podemos asegurar. Nos queda la tarde y la noche. No deseamos ver estas imágenes de nuestra querida Barcelona, que se están repartiendo por todo el mundo pero es lo que nos toca sufrir y observar, por mucho que los políticos se avengan a emplear el diálogo y las buenas maneras informales. Hoy nos volverá tocar a escribir sobre este día, sin duda, por desgracia. La violencia callejera parece haber llegado al conflicto político y social.

El caos debe estar bien repartido. Yo también quiero caos

En estos tiempos raros y de cambios, nuestras grandes ciudades se han llenado de bicicletas de alquiler, de patinetes eléctricos, de vehículos de transporte individual para movernos por las ciudades. Es la modernidad, dicen, es lo positivo, dicen también. Pero creo que también es el desorden urbano y lo que más me preocupa, podría ser —si triunfan— además de un nuevo concepto de movilidad, un encarecimiento de los transportes urbanos públicos, si estos pierden viajeros en los mismos servicios de siempre.

Pero lo que más me jode y además de forma urgente, es que los dejen donde les venga en gana. Si hiciéramos eso mismos con nuestros coches o motos, nos multarían tras llevarse la policía municipal los vehículos. Así no, unos tanto para otros tan poco. Yo también quiero aparcar encima de la acera y enfrente de mi patio. Si queremos caos, debe ser un caos bien repartido, un caos para todos por igual. 


La Navidad es para gastar. No los defraudes

En Navidad es muy normal que nos roben, es un periodo de amor a la sisa, al engaño, al apaño comercial. Para eso están los anuncios de Navidad que empiezan en octubre. Hoy en un gran supermercado de barrio, del mío, vendían los bueyes de mar cocidos a 21 euros el kilo. Los mismos que sacaban del congelador hace un mes para ponerlos a la venta a 5,50 el mismo kilo. No ha subido el kilo, ha subido cuatro veces el precio. ¡¡Ahá!! para eso es Navidad. No los compres. Es el capitalismo navideño. La Ley del Mercado, en este caso del Supermercado.

Los champiñones Portobello estaban a 4 euros el kilo pero al pasar por caja en una tienda me los querían cobrar a 5 euros el kilo. ¡¡¡huyyy! tampoco me cuadra. La excusa era fácil. —Es que no los hemos rectificado en la balanza.

Pero en mi bolsillo tampoco los querían rectificar. Otra vuelta al capitalismo de mercado. En este caso de tienda navideña por los confetis que han colgado del techo. ¿Quienes roban más, los políticos o los que se disfrazan de buenas personas? porque igual si nos lo miráramos bien, resulta que nos engañan mucho más los que nos pagan muy poco sueldo y los que nos cobran muy caras las cosas que compramos. Y los que nos incitan a consumir sin necesitarlo.

Que nos toque el Gordo de Lotería es una cabronada

Que nos pueda tocar la Lotería de Navidad, mañana sábado, además de un milagro estadístico puede ser una putada. Nos lo advierten pero no hacemos caso nunca. Ayer alentaban de que esas enormes cestas navideñas de una millonada escondida en su seno son una trampa para quien le toca, pues tiene que pagar a nuestra Hacienda un huevo de los jamones que nunca nos hubiéramos comprado a ese precio, del coche deportivo que vale un huevo pero nada más salir de la tienda ya no vale casi nada, o del viaje a un país raro que sale a cojón de pato. pero Hacienda, que somos todos, sabe que hay que pagar con arreglo a lo que se publicita como Premio, aunque nunca haya costado lo que dicen que cuesta.

Pero la Lotería es otra cosa. Es un lugar donde también se paga a la Santa Hacienda pero al cobrar, aunque con la pasta en el bolsillo es donde entran los bajos instintos del cambio humano. Fuera la pareja, que nos huele y es feo; fuera el trabajo, que nos hace obedecer; fuera el coche y el piso para dar la bienvenida al chalet y a más coches guapos.

Dicen que a los 5 años de que nos haya tocado el Gordo, somos más pobres, más infelices y más solos. Y esto les sucede al 70% de los agraciados o desgraciados. Los otros 30% son unos aburridos que no saben disfrutar del día a día.

Por cierto, se avisa de los enemigos escondidos del Gordo de Navidad, de esos “cuñados” que nos piden créditos al amiguismo y que nos vacían las arcas pues para eso somos una agraciados. Nunca devuelven lo prestado y encima los cabrones saben invertir y ahorrar con lo que les hemos prestado. Si luego volvemos al revés, ya ni se acuerdan de nuestra cara.