21.12.18

Los viejunos lo entendemos, pero nos sorprende

A los que ya somos mayores nos van sorprendiendo el uso de algunos inventos que son utilizados por los jóvenes con toda la maestría de quien nace con ellos. Hoy en el bus urbano iba a mi lado un chaval de menos de 18 años con un móvil haciendo una videoconferencia con una amiga. Todo el largo viaje de media hora tenía la pantalla del teléfono partida en dos donde se podía ver su careto arriba y el de la chica abajo, primer detalle de calidad. Pero además iba con cascos y el micrófono lo tenía justo en la boca con lo que hablaba muy suavemente, casi imperceptible para los viajero, y como para hablar hay que mover la boca, tenía enganchado en un diente como pasando un lacito, el cable del micrófono para que se mantuviera siempre junto a la boca la entrada de sonido.

Los viejunos seguimos haciendo reuniones presenciales, y los jóvenes se miran sus cosas incluso en el bus urbano si quieren, sin que nadie detecte nada. Sin duda este es otro detalle de lo muy mayor que estoy.

Barcelona sale a la calle de forma violenta. Mal día para las soluciones

Sabíamos que este día iba a ser complicado en Cataluña, seguimos a media mañana y ya lo podemos asegurar. Nos queda la tarde y la noche. No deseamos ver estas imágenes de nuestra querida Barcelona, que se están repartiendo por todo el mundo pero es lo que nos toca sufrir y observar, por mucho que los políticos se avengan a emplear el diálogo y las buenas maneras informales. Hoy nos volverá tocar a escribir sobre este día, sin duda, por desgracia. La violencia callejera parece haber llegado al conflicto político y social.

El caos debe estar bien repartido. Yo también quiero caos

En estos tiempos raros y de cambios, nuestras grandes ciudades se han llenado de bicicletas de alquiler, de patinetes eléctricos, de vehículos de transporte individual para movernos por las ciudades. Es la modernidad, dicen, es lo positivo, dicen también. Pero creo que también es el desorden urbano y lo que más me preocupa, podría ser —si triunfan— además de un nuevo concepto de movilidad, un encarecimiento de los transportes urbanos públicos, si estos pierden viajeros en los mismos servicios de siempre.

Pero lo que más me jode y además de forma urgente, es que los dejen donde les venga en gana. Si hiciéramos eso mismos con nuestros coches o motos, nos multarían tras llevarse la policía municipal los vehículos. Así no, unos tanto para otros tan poco. Yo también quiero aparcar encima de la acera y enfrente de mi patio. Si queremos caos, debe ser un caos bien repartido, un caos para todos por igual. 


La Navidad es para gastar. No los defraudes

En Navidad es muy normal que nos roben, es un periodo de amor a la sisa, al engaño, al apaño comercial. Para eso están los anuncios de Navidad que empiezan en octubre. Hoy en un gran supermercado de barrio, del mío, vendían los bueyes de mar cocidos a 21 euros el kilo. Los mismos que sacaban del congelador hace un mes para ponerlos a la venta a 5,50 el mismo kilo. No ha subido el kilo, ha subido cuatro veces el precio. ¡¡Ahá!! para eso es Navidad. No los compres. Es el capitalismo navideño. La Ley del Mercado, en este caso del Supermercado.

Los champiñones Portobello estaban a 4 euros el kilo pero al pasar por caja en una tienda me los querían cobrar a 5 euros el kilo. ¡¡¡huyyy! tampoco me cuadra. La excusa era fácil. —Es que no los hemos rectificado en la balanza.

Pero en mi bolsillo tampoco los querían rectificar. Otra vuelta al capitalismo de mercado. En este caso de tienda navideña por los confetis que han colgado del techo. ¿Quienes roban más, los políticos o los que se disfrazan de buenas personas? porque igual si nos lo miráramos bien, resulta que nos engañan mucho más los que nos pagan muy poco sueldo y los que nos cobran muy caras las cosas que compramos. Y los que nos incitan a consumir sin necesitarlo.