30.4.20

¿Qué futuro nos espera? ¿Sabremos construirlo?

Con la pandemia llevándose a 230.000 (declarados) habitantes de este planeta en dos meses, nos hemos visto débiles ante una realidad natural y no esperada pero también ante una realidad provocada por nosotros mismos, aunque no la aceptemos. Pero esta crisis no es la única posible que nos podría llevar a la desaparición como especie o a una crisis repetida o de un tamaño mucho mayor.

Esta vez ha sido un virus, uno de los miles que circulan entre la naturaleza pero este con un poder de contagio brutal. Pero cada uno de ellos puede actuar de una forma totalmente diferente. Este ha afectado a los más mayores colapsando el sistema respiratorio en algunos casos donde el propio ser humano se intenta defender de forma brutal y por ello se complica la solución.

Pero tenemos sobre la realidad un número de armas atómicas almacenadas que podrían destrozar el Planeta. ¿Para qué, por quién? Pero estamos amenazados ante un cambio climático con una posible subida de la altura de los mares. Esto llevaría la pérdida de hábitat o de tipos de animales y plantas y el desplazamiento hacia otras zonas de muchos de ellos.

Pero todos los ejércitos tienen cuarteles para la guerra bacteriológica o química. España la tenía ya en 1975. Un arma mundial que nadie controla excepto con tratados en papel que no obligan a cerrar los estudios sobre este tipo de armas.

¿Alguien se imagina un arma que bloqueara germinar los cereales, las hortalizas? ¿Alguien ha pensado que hay mentes enfermas capaces de estudiar virus capaces de provocar, de lograr que se reste la fertilidad entre animales, sean domésticos, salvajes o personas? Esto ya existe para los animales.

¿Y sería posible bloquear las redes de datos de todo el mundo? Incluidas como es lógico los sistemas internos de máquinas, sean en hospitales o en aviones, en tanques o en ordenadores personales.

¿Y si cambia la composición química de la atmósfera por la acción de no sabemos quién o qué? pero el factor de violencia puede multiplicarse con un terrorismo descontrolado incluso alimentado desde ideas religiosas nuevas que pudieran provocar catástrofes.

Lo curioso es que en el año 1973 ya se analizaban estos asuntos desde obras como “El shock del Futuro” que no era una novela sino de nuestra capacidad para provocar futuros más o menos en positivo o en negativo. ¿Y seguimos siendo tan tontos como para no evitar todas estas posibilidades de problemas? ¿Cuántos pobres es capaz de asumir la sociedad sin explotar? ¿Cuántos desempleados? ¿De dónde se saca el dinero para prestaciones si no es de la imprenta?


29.4.20

¿Qué puede contagiar un rico a un pobre? Pues eso

El genio de El Roto nos entrega cada día en El País pequeños trozos de realidad incluso contenida. En tiempos de pandemia también hay que entender que no deben juntarse mucho los ricos con los pobres, no vayan a contagiarse. ¿Pero quién se contagia y de qué?

¿Dónde se esconde esto que escribo ahora?

Escribir es un vicio gratuito maravillosamente útil pues te vacía la cabeza de pajaricos locos. Si estás pensando sobre lo divino, vas al papel y lo escribes y así te quedas como nuevo ya listo para ponerte a pensar en otro tema. 

Luego lo que has escrito lo puedes guardar o lo puedes tirar. Daría igual, si acaso por el tamaño que ocupa. 

Todo ocupa, incluso lo digital, las palabras escribas sobre la pantalla del ordenador. ¿Dónde se encuentra este párrafo? Quiero decir, que sí, en el ordenador, en el disco duro, pero… ¿dónde? ¿junto a qué? 

Podría estar en la zona de fotografías, o en la de documentos políticos, o junto a un programa de crucigramas. No lo sé. Si estuviera escrito en papel lo sabría, incluso podría cambiarlo de sitio. Así se coloca donde quiere y se va cambiando de sitio según lo escribo o lo modifico. 

Incluso tengo la duda de si la palabra “cambiando” está junto a “de sitio” pues tal vez por curiosidades de los bits cada uno esté en una parte del disco duro. Nosotros las vemos juntas “cambiando de sitio” pero podrían estar separadas. 

Incluso las “a” ocupando espacio junto a una foto de Oporto. Me voy a dormir, que me estoy volviendo loco.

27.4.20

¿Por qué las librerías no son de Primera Necesidad?

Hay que abrir con urgencia las librerías, antes que los bares en esta nueva situación de confinamiento y cierre total de todos los comercios que no sean de primera necesidad. ¿Por qué las librerías no son de Primera Necesidad? 

En estas siete semanas de confinamiento las gentes de bien, las que leen y se escapan a mundos inventados ente letras… se han leído hasta los clásicos. Urge abrir las librerías para que compremos nuevos libros. 

Urge saber también qué tipo de libros comprará la gente tras el confinamiento, qué les pedirá el cuerpo leer para un verano de calor, siesta y nada de vacaciones. 

¿Hacia dónde queremos llevar nuestro ocio tras el drama de la pandemia? ¿O haremos como que nada ha existido, olvidando a los muertos en los cementerios? Hay que seguir leyendo en papel para que se puedan tocar los párrafos y oler los satinados y los barnices de las portadas. El digital es tan moderno que todavía no huele a verdad. 

Hace un siglo también se vendía por Correos como vemos en la imagen superior, no nos tiene que asustar Amazón y sus repartidores, excepto si no lo sabemos hacer bien. No depende tanto de internet como de los libreros de verdad, los de profesión que deben saber cuidar a sus clientes. 

¿O ya se nos ha olvidado que ser librero es una profesión mucho más compleja que vender libros? Es que me da la sensación de que hemos querido perder la profesionalidad en muchos trabajos, atrapados por esa globalización que no da miedo y sobre la que no hemos querido defendernos bien.

¿Todo lo que parece más barato y cómodo es más barato y cómodo en el medio plazo?