23.7.10

La independencia de Kosovo fue legal

La sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya es clara y contundente, "no hay norma en el derecho internacional" que no permita las declaraciones de independencia de Kosovo.
Cuando el 17 de febrero de 2008 Kosovo se independizó de Serbia, su Parlamento actuó legalmente. "La asamblea de Kosovo tenía poder para tomar decisiones que afectaran a su orden legal", ha añadido el juez presidente, Hisashi Owada, máxima instancia judicial de la ONU, quien ha apuntado que la declaración tampoco contravino la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Hasta 69 países miembros de las Naciones Unidas han reconocido hasta día de hoy a Kosovo -entre ellos Estados Unidos, Japón y 22 miembros de la Unión Europea (UE)- pero siguen sin hacerlo otros países como España, Rusia, China, Brasil o la India.
Pristina, capital de Kosovo, proclamó la independencia de la provincia serbia el 17 de febrero de 2008, pese a la rotunda oposición de Serbia y tras varias rondas de negociaciones infructuosas.
Se abre un camino poco y mal explorado hasta ahora en la política internacional, en donde territorios utilizar las leyes para independizarse. La gran duda es preguntarnos qué harán a partir de ahora los estados centralistas cuando se produzcan las independencias, sabiendo que estarán bendecidas legalmente por las leyes internacionales. Y conociendo la historia, la respuesta que me doy no me gusta nada. Pero sin duda se abre una vía lógica para la autodeterminación internacional de los pueblos, con arreglo a la legalidad internacional, que esperemos no sea cambiada tras la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.

22.7.10

Las malas practicas de una economía keynesiana.

Muchos de los que critican el argumento keynesiano a favor del gasto público lo hacen porque, según un esquema simplista del comportamiento de la economía, daría igual gastar dinero en construir guarderías públicas, viviendas, un centro de investigación celular o simplemente tener un montón de gente cavando un hoyo para luego taparlo.

Todo se basa en que se usa el dinero para mantener gente trabajando, es decir, se hace fluir el dinero de forma forzada, como cuando se empieza un montón de obras públicas para tener ocupados a un montón de obreros, obreros que al día siguiente irán a comprar y harán fluir su dinero.
Claro que hay una diferencia clara, como la hay en cualquier tipo de esfuerzo dinerario inicial o de corto plazo, y es que hay casos en los que lo que se construye reporta después un beneficio capaz de pagar (o devolver) el dinero inicialmente empleado, y hay casos en los que no, quedando un agujero bastante abultado.
Esto hay que tenerlo claro.

Las políticas de izquierdas se basan en la ayuda del estado al más perjudicado, y por tanto las políticas keynesianas son útiles. Se emplea dinero en potenciar aquellos sectores que, de no ser por la ayuda, caerían aun más, como puede ser el sector de la construcción o, más directamente el empleo.

El problema radica en que hemos basado todas nuestras ayudas en obras públicas, en el sector de la construcción (publica). La productividad es tan baja en el largo plazo que en realidad es casi como cavar un hoyo y volverlo a rellenar. En el proceso todo queda más bonito y se sustentan unos cuantos miles de empleo, pero claro, cuando uno va a hacer cuentas debe ser consciente de esto, porque sino podemos perder más dinero en el camino del que querríamos.

En este caso, el gobierno ha tenido que echarse atrás en numerosas obras públicas, como si de números o simples palabras se tratase. Proyectos de quita y pon. Y no importa las disculpas que se quieran dar, o el intento de comprender que hay que dar la vuelta a la tortilla porque no es eso lo que se discute, sino el hecho de no haber hecho un replanteamiento más sincero y organizado en un principio.

Por que las políticas keynesianas de manual son eso, políticas escritas en un manual. Son los economistas (y por ende los políticos) los que tienen que gestionar con mayor o menor acierto las posibilidades. En vez de eso lo primero que se hizo fue dar un montón de dinero a los bancos y un montón de dinero a los ayuntamientos. Comenzar un montón de obras públicas que ahora se paran, que costará relanzar.

La mala imagen que se da es clara. Si las obras eran importantes, ¿Por qué se paran? Si no lo eran, ¿Por qué se hacían?
Pues la única manera de hacer algo rentable es que de sus frutos, y sino cualquier cosa positiva que hayamos conseguido hasta ahora con estas obras se pierde con la necesidad de hacer ajustes monumentales. No se puede querer cambiar la estructura productiva, de la construcción al I+D, si tu mismo promueves la construcción sin mesura y bloqueas el I+D. Porque el gasto necesario es el mismo. Los empleos que se consiguen también son tangibles, y la productividad es mayor. ¿Cuál es el problema entonces? La política es política es política. Nadie quiere hacer en el corto plazo un proceso que se “vea” en el futuro. Los políticos necesitan vender. Y lo que más vende, donde más parece que se hace algo, es con las aceras levantadas y un cartel que ponga “Gobierno de España”.

Por eso la necesidad de una cierta autonomía en las comunidades autónomas es vital para el buen funcionamiento del sistema. Una cierto grado de independencia que potencia las ayudas necesarias para cada región y para cada necesidad, que miren verdaderamente por los problemas y soluciones que existen en las manos de los que sufren y deben mejorar.