En el sur de China, en una isla se ha ido construyendo un gran centro de alta calidad en la educación que acoge en su interior hasta 10 universidades en las que estudian 120.000 alumnos. Fue construido todo este gran centro de educación en un año y medio y cuenta con una línea directa de metro con la ciudad cercana de Cantón (Guangzhou). Este gran centro educativo sido dotada con la más avanzada tecnología de la información, con laboratorios de última generación, con espléndidas bibliotecas y con un estadio olímpico para practicar deporte. Además se han creado en su interior 50 centros de investigación dedicados a áreas punteras del management, las tecnologías de la información, la medicina o ingeniería. Este es un ejemplo claro que nos señala de manera visible cómo todos los países emergentes están invirtiendo gran parte de su superávit económico en formar profesionales muy cualificados. Algo que no hicimos desde algunos países de Europa, cuando nuestras economías iban bien.
Si analizamos nuestra formas anteriores, el puesto de trabajo parecía ser una cuestión de calidad o coste. Existían unas instituciones educativas en Occidente que eran las encargadas de proveer de materia gris a las grandes empresas sobre todo en los países occidentales, y existía en el mercado laboral unos países con una baja y mala legislación laboral sobre todo en Asia o Iberoamérica que encontraban su hueco en el mercado gracias a mano de obra masiva y barata. Sin embargo, esa situación está cambiando radicalmente, por una parte los europeos ya no tienen tan seguro un puesto de trabajo y además las economías de países emergentes están creando sistemas educativos de alta calidad para dotar sus mercados de trabajo de grandes especialistas que además pronto invadirán de alguna manera las empresas occidentales. “Estamos asistiendo a un incremento muy rápido de la capacidad de los titulados asiáticos para ocupar puestos de gran responsabilidad empresarial.